Lucy
-regresaré en una o dos horas. -me dijo Rubén mientras yo me bajaba del auto
-sí, claro. -Rodé los ojos sabiendo que se tardaría un poco más que eso.
Puesto que hoy Gisele estaba de cumpleaños y que el plan se había ido por el caño, decidí venir a verla y llevarle una caja con donas. No sabía qué comprarle así que esta fue mi mejor opción. Además Nicolás dijo que a ella le encantaban las donas de chocolate y eso conseguí.
Los gemelos quisieron venir, así que aquí estaban conmigo. Nos acercamos a la casa y toqué el timbre. Nicolás abrió y noté que traía un jarrón con claveles y rosas azules en él. Dylan y Dany entraron casi corriendo mientras que yo me quedé con el ojiazul riéndonos un poco de ellos en el umbral de la puerta. Me hizo un gesto para que entrara y eso hice. Él caminó detrás de mí y lo primero que pude ver en el salón fue una pequeña mesa en una esquina. Estaba decorada con un par de flores y un marco con una fotografía.
Nicolás se dirigió ahí con el jarrón y lo colocó junto a los demás. Se quedó un momento inerte viendo a su mamá. Me coloqué a su lado luego de dejar las donas en la mesita de centro y vi la foto también. Gisele es la viva imagen de su madre y ella tenía esos brillantes ojos zafiro, justo como su hijo. Vi la melancolía en el rostro del chico, otra vez, hice lo que debía hacer y lo abracé. Él suspiró en mi hombro devolviéndome el abrazo. Aunque a comparación de las otras dos veces, este abrazo fue bastante breve, pero sé que significó mucho para él.
Al separarnos, vi el cambio en sus ojos, se habían vuelto tan brillantes como de costumbre, así que le sonreí y justo en ese momento sentí que alguien de baja estatura me empujaba alejándome de Nicolás. Miré hacia abajo y vi a Dylan.
-¿qué haces? -reí ante su extraño comportamiento.
-estaban muy cerca. -replicó cruzándose de brazos. Nicolás y yo reímos fuertemente por aquello, pero al parecer mi hermanito si estaba algo molesto y a pesar de eso se veía muy adorable. -¡no es gracioso! Papá dijo que los chicos deberían estar al menos a 30 kilómetros lejos de ti.
-si hablas en términos generales, eso también te incluye a ti. -dije y toqué su nariz. A él no le agradó el gesto y gruñó.
-¡Nico! ¿Quién está abajo? -escuché la voz de Gisele proveniente de las escaleras.
-¡te llegó visita! -respondió su hermano y al poco tiempo la pequeña bajó. Iba vestida bastante simple, pero aun así esa niña es preciosa. Su cabello azabache estaba recogido en una cola alta y llevaba un bonito vestido rojo que hacía que su piel y ojos resalten de gran manera.
Ella me observó y sonrió. Corrió hacia mi dirección.
-feliz cumpleaños. -sonreí mientras le propinaba un abrazo.
-gracias Lucy. ¿Nico te invitó? Porque se lo pedí y nunca me dijo si te había dicho. Solo habrá pastel y vendrán unas amigas, pero algo es algo ¿no? –sonrió y se encogió de brazos.
-sí... digamos que sí me dijo. -pronuncié y vi a Nicolás. Él no me había dicho nada y eso de cierta manera me molestó. Aun así aquí me encontraba porque el destino quería que viniese. -te traje un regalo, es de mi parte y de los gemelos. -dije y apunté a la mesa. Ella en cuanto vio la caja de donas, sonrió como nunca y corrió a agarrarlas.
-¡Chocolate! -dijo y dio breves brinquitos. -¡Gracias!
-enanos, ¿qué no van a felicitar a la cumpleañera? -pregunté viendo a los gemelos quienes no se habían movido del sillón en donde estaban. En ese momento ambos reaccionaron y se observaron entre sí para luego ir y abrazar a Gisele de una forma muy efusiva. Ella rió a carcajadas ante el fuerte apretón de los dos.
***
Ya había anochecido. Habíamos comido pastel y una cena preparada por Nicolás y su padre quien hoy de casualidad estuvo luciendo su ojo azul y su ojo café. Me parecía extraordinario aquello, no es muy común y se ve realmente muy bien.
Los chicos estaban jugando en el patio con Gisele y otras niñas que habían llegado. Recordé mi infancia cuando los vi. Aún recordaba cómo Derek y yo nos agarrábamos a puñetazos al igual que con Tomás. Sí, créanme, pasé por aquello y nunca me dejaba ganar, siempre les devolvía uno que otro buen golpe. Si no eran mis padres, era Rubén quién intervenía. Todos decían que me debían tratar con delicadeza por ser la niña, pero jamás deseé eso, ni mamá tampoco, por eso aprendí a pelear. Ahora las peleas de puños eran más estratégicas, nada de solo estar lanzando golpes al aire. Creo que era la mejor ventaja de vivir entre hombres, supongo.
Nicolás y yo decidimos subir al tejado. Es una noche bastante fría, pero traje una buena chaqueta y eso me mantenía tibia. El cielo se veía casi despejado y se podían apreciar muy bien las pocas estrellas que había. Ambos estábamos en un silencio muy cómodo, solo escuchando los sonidos de la ciudad y aspirando el aire fresco. Rubén no tardaría en llegar así que estaba aprovechando el momento para admirar la vista.
-¿Sabías que el diamante más enorme que se ha registrado en el universo tiene tu nombre? -escuché la voz del ojiazul. Giré mi cabeza a mi izquierda y lo observé.
-¿qué?
-sí, hay un diamante o también denominado estrella enorme flotando por ahí en el espacio. Es más grande que la luna y es valorado en 10 billones de septillones de quilates y le nombraron Lucy por la canción de los Beatles "Lucy in the Sky with diamonds" -dijo y me quedé perpleja un momento. No tenía ni idea de que esa información existía y me pareció fascinante. Me hubiese gustado haberlo sabido antes.
-¿dónde averiguaste eso? -pregunté con mucho interés.
-un día estaba casualmente viendo cualquier video aleatorio en YouTube y me apareció esa información en un "30 cosas que no sabías hace 5 minutos" -dijo en un intento de imitar la voz de aquel narrador. -Me pareció muy interesante y se me quedó en la cabeza. Incluso busqué la canción, pero no me gustó.