Lucy
Luego de haber amenazado a los populares, me sentí libre como pájaro en el aire. Nadie se me acercó de nuevo a burlarse y el miedo hacia mi persona aumentó después de aquel video. Lo cual es, en cierta parte, bueno porque ninguna persona se metía conmigo y mi tranquilidad. Claramente Chase guarda un gran rencor hacia mí, siempre me ve con desprecio y aborrecimiento, pero sé que no va a hacer nada porque le iría peor que la última vez.
Algo que había olvidado por completo mencionar es que mi intención al tomar el celular a Chase solo fue una. Mi intención al principio era romperlo y dárselo hecho añicos pero Alex, mi querido hermanito inteligente tuvo una idea mucho más civilizada de alguna manera mejor que la primera y es que después de revisar las fotos y demás detalles que podrían ser de utilidad para el futuro (sí, aprovechamos a que estaba noqueado para desbloquearlo) y guardarlo todo, formateamos su dispositivo. Perdió todo, fotos, contactos, probablemente hasta cuentas de redes sociales. Me hubiese gustado ver su reacción al darse cuenta que no tenía absolutamente nada en él. Solo se lo dejé por ahí en su casillero, pegado con cinta y una nota con mis saludos.
Por otro lado, hoy es 3 de diciembre, no hubo clases debido a una tormenta que inundó casi todas las instalaciones del colegio. Quise levantarme tarde hoy pero, no podía hacerlo ya que primero debía cumplir con la tradición y esa era lanzarme sobre el cumpleañero que en esta ocasión era Rubén. Estaba cumpliendo veintiuno y parece que hace apenas unos días llegó a los veinte. El tiempo corre demasiado rápido y eso me hace pensar mucho en el futuro y qué será de mí luego.
Llegué a la habitación de los chicos, la puerta estaba abierta y todos estaban dormidos. Son las cinco de la mañana y la alarma de mi hermano no tarda en sonar para que se levantara a correr. Caminé con cautela hacia él y cumplí con mi cometido.
-¡FELIZ CUMPLEAÑOS! -grité cuando ya estaba sobre él. Él se quedó sin aire por un momento, pero rápidamente se recompuso y me observó. -¡buenos días cumpleañero!
-Nunca dejarás de levantarme así este día ¿verdad? -se quejó apartándome de encima suyo.
-no mientras siga viva. -reí y escuché los quejidos de mis otros dos hermanos presentes.
-eres más chillona que la alarma. -se quejó Derek tirándome una almohada la cual pude agarrar antes de que impactara contra mi rostro.
Tomás, quien desafortunadamente había estado dormido en la orilla de la cama justo cuando grité, estaba ahora en el suelo enredado entre las sábanas por el susto. Reí y luego lo vi levantándose con pereza.
-Esta me la pagarás. -dijo con la voz completamente ronca.
-Sí, sí, como sea. ¿Quieres ir y abrir mi regalo? -le pregunté emocionada.
-me pregunto qué será esta vez. -suspiró Rubén restregándose el rostro con pereza.
-te gustará, te lo aseguro. -sonreí y me bajé de la cama. -lávate la cara y te espero abajo. -sonreí y corrí escaleras abajo junto con chispita quien casi cae rodando por los escalones.
Mi hermano bajó a los pocos minutos ya con su ropa deportiva puesta. Ni siquiera en su cumpleaños se daba un descanso de salir a correr. Pero no lo juzgo, le gusta hacerlo y eso le da energías todos los días. Tenía el pequeño regalo entre mis manos, estaba nerviosa y no sabía muy bien si le gustaría o sería como ese regalo que finges que te gusta para no hacer sentir mal a la otra persona. Rubén no es así, pero me sentía algo ansiosa por ver su reacción. Cuando él ya estuvo lo suficientemente cerca de mí, extendí la pequeña caja roja; él la tomó y sacudió ligeramente la caja mientras me observaba.
-Ábrela. -le pedí llevando mis manos hacia atrás para entrelazarlas tras mi espalda.
Con mucha delicadeza, retiró la cinta y quitó la tapa para ver su contenido.
-¿una corbata? -preguntó confuso mientras admiraba aquella corbata de seda roja que me costó un ojo de la cara.
Asentí.
-Es... bueno, quiero que sea la corbata que uses en tu primer juicio cuando te gradúes. -sonreí apretando los labios esperando su respuesta. Noté la felicidad en su rostro y eso me alegró. -Sé que todavía hace falta tiempo, peto ya estoy pensando en eso.
-Me encanta, pulguita. -dijo mientras me rodeaba con sus brazos. -aunque seas una gruñona que ama la pelea, no sabes cuánto me alegra tenerte como hermana. -sonreí y también lo abracé efusivamente.
¿Ven por qué es mi hermano favorito?
Lo adoro y él a mí.
***
El mes comenzó haciendo bastante frío, pero al ser ciudad en la costa, no lo es demasiado, sin embargo es necesario al menos llevar una chaqueta encima para mantenerte en una buena temperatura. La temporada navideña es mi favorita después de mi cumpleaños, obvio. Todas las casas, tiendas y cualquier establecimiento estaban decorados con luces, árboles y santas tamaño real, renos y copos de nieve falsos dibujados en ventanas y demás, todo es hermoso a excepción de los trabajos de final de semestre.
No ha ocurrido mucho, todos estábamos centrados en pasar las clases aunque sea con la nota mínima. Exámenes, informes, ensayos, proyectos. Había tanto que entregar que apenas y tengo tiempo para respirar.
Aunque gracias a Diosito allá en el cielo pude entregar todo a tiempo y probablemente sacaría buenas notas. Si fuera así, tendría unas vacaciones navideñas muy tranquilas en donde podría mimarme y hacer lo que quiera mientras pueda. Este año escolar ha sido una locura total además de los trabajos. Solo quiero que el segundo y último semestre pueda centrarme solamente en cumplir con sacar las notas necesarias para estar en la NYU. Es necesario, es un sueño y no me iba a rendir hasta conseguirlo.
-¿por qué tan pensativa, hija? -preguntó mamá sentándose a mi lado en el sillón. Despegué la mirada del árbol navideño que se encontraba en la esquina y la observé.