Lucy
El regreso a clases fue de lo más normal. Aunque, varias cambiaron y nuevos profesores se veían por los pasillos como era de costumbre en cada cambio de semestre. He de decir que también el cambio de horario seguía confundiéndome, no me he acostumbrado a él. Ni tampoco me acostumbro al hecho de ya no caminar todo el día junto a Nicolás. Sí, compartimos una que otra clase, pero ya no es el mismo horario como en el semestre pasado.
Si se preguntan qué pienso acerca de lo que pasó en año nuevo... no hemos vuelto a sacar el tema porque aún no estoy segura de lo que siento o pienso al respecto. Una cosa he de decir y es que desde su confesión, siento que nos hemos unido un poco más. Al principio fue algo incómodo estar frente a su presencia, pero con el tiempo me di cuenta que el hecho de que yo le guste, no es razón para que las cosas cambiaran entre nosotros. Me agrada muchísimo su compañía y reírme estando a su lado. También, me gusta jugar con sus hoyuelos o juguetear con su cabello solo para fastidiarlo y ver su rostro molesto. Su siempre buen humor de alguna manera ayudaba a calmar mi mal genio y eso me gusta porque bueno, me alegra los días.
Probablemente divagaba un poco con mis pensamientos, pero no sé si eso es suficiente para decir: "él me gusta" incluso sólo pensar en decir esas palabras me causa una sensación muy extraña en el cuerpo muy parecida a un escalofrío. Mordí el interior de mi mejilla mientras veía el pizarrón. ¿Por qué estoy pensando en estas cosas en medio de clase? Sacudí la cabeza y seguí prestando atención.
***
-Hola cumpleañera. -escuché la voz del pelinegro en mi oído. Me causó escalofríos su cercanía.
-mi cumpleaños es mañana, tarado. -reí y me volteé después de meter mis libros en el casillero.
-Ya lo sé, solo quiero llamarte así. Igual es válido, ¿qué tal que muera hoy y no pueda felicitarte mañana? La vida es muy impredecible, lo sabes. -dijo y se encogió de hombros.
-No digas eso, las posibilidades de que mueras exactamente hoy son muy bajas. -incliné la cabeza hacia un lado y me recosté contra los casilleros a mi espalda.
-lo sé pero, algo me dice que tú eres la que menos quiere que muera. -dijo y dio un paso hacia mí.
-tal vez ya que si mueres, no tendré a quién fastidiar.
-o sea que solo para eso me quieres con vida. -llevo una mano a su pecho. -me ofendes. Si me muero, no habrá alguien que guste de tu mal carácter porque creo ser el único ser vivo tan chiflado como para hacerlo.
-No seas tan dramático. -dije y le propiné un buen golpe en el hombro. -por cierto, quería darte algo.
-¿de qué se trata? -inquirió curioso mientras yo buscaba en el fondo de mi mochila.
-de esto. -respondí y saqué una libreta negra. -me dijiste que necesitabas una nueva para terminar tu historia y yo quiero saber el final con Sol, así que ten. -dije y se la extendí.
-no creí que te llegaría a gustar tanto la historia. -sonrió y tomó la libreta entre sus manos. -gracias por cierto.
-No hay de qué y eres buen escritor, no creí que aquella libreta que me quitaste tu primer día aquí era una historia.
-Es solo un pequeño hobby que no le había mostrado a nadie. -comentó y rascó su nuca.
-¿debería sentirme privilegiada? -sonreí apretando los labios.
-La verdad que sí. -sonrío y como siempre, metí mi dedo en uno de sus hoyuelos, lo cual lo molestó pero, eso era lo gracioso de realizar esto.
-¿les he dicho lo adorables que son? -habló mi mejor amiga acercándose junto a mi hermano. Dejé mi jugueteo de lado y rodé los ojos al verlos. Desafortunadamente este semestre, a ambos les había tocado compartir varias clases seguidas, agh. El destino no está a mi favor.
-deja de hacer eso, no quiero sacar mi rociador. -me advirtió Nicolás viéndome fijamente.
-rocíala, así tal vez se le lava lo gruñona. -dijo Tomás ganándose una mala mirada de mi parte.
-eso nadie se lo quitará, es parte de ella. -dijo el pelinegro. Mi hermano suspiró haciendo una mueca.
-Les dije a mis padres que habían mejores bebés en el orfanato. -comentó. Abrí mi boca indignada y me crucé de brazos.
-Mejor cierra la boca, vano intento de niña. Tú apenas tenías un año cuando nací y no aprendiste a hablar hasta los dos y medio. -lo acusé por lo cual me fulminó con la mirada.
-Esta pelea es muy entretenida, pero ya se nos hace tarde para ir a clase. -dijo Tere cerrando la puerta de su casillero. Asentí y me acerqué a su lado. Le propiné un leve empujón a mi hermano y tomé a mi mejor amiga del brazo.
-nos vemos en receso, diamante. -dijo Nicolás pasado a mi lado en dirección contraria a la mía. Sonreí ligeramente.
Me gusta ese apodo que me había puesto. No porque suena más sofisticado, sino porque es mejor que "ladrona de camisas" o "Trol malhumorada". Sí, él me llamó trol un par de veces ya que le comenté que si no me aceptaban en la NYU mejor viviría bajo un puente.
Al menos ahora ya no utiliza esos seudónimos.
***
A la hora de dormir, caí como mosca y fue un solo sueño que creo que parecía oso hibernando. No me moví de posición toda la noche y eso causó que al despertar, mi cuello doliera.
Por cierto, al compararme con un oso, hablé completamente en serio porque no me di cuenta cuando los chicos o mis padres entraron a mi habitación a quién sabe qué hora de la madrugada y dejaron un globo de helio en la orilla de mi cama junto con un ramo con seis rosas rojas y dos blancas. En donde las rojas representaban a mis hermanos y las blancas a mis padres. Ya habían hecho este detalle en el pasado y me sigue pareciendo precioso.
Siempre se la jugaban para felicitarme en mi cumpleaños. Lastimosamente es martes, lo cual significaba ir a clases. Chispa dormía plácidamente en su camita, en una extraña posición. Me metí al baño y tomé una ducha rápida. Sequé mi cabello rápidamente con la secadora y decidí hacerme unas ondas playeras con la rizadora. Es algo rápido, fácil y bonito para la ocasión. Al salir, una bolsita de regalo estaba ahí, la cual estoy cien por ciento segura que dejaron mientras me bañaba. La abrí y era una camiseta nueva. Ésta era blanca y simplemente traía una pequeña rosa en el pecho. Simple, pero femenina, muy mi estilo.