Lucy
Un par de días han transcurrido desde lo sucedido y no mucho ha cambiado. Papá no le hablaba a Tomás, ni siquiera lo voltea a ver y mi hermano simplemente se siente bastante mal por aquello.
Ha intentado hablar con él pero, mamá dijo que esperara un poco. Por otro lado, muy pronto a Tere le tocaba su primera ecografía y me emocionaba de alguna manera aquello. Sí, tal vez sigo algo molesta aunque, eso no impide que me emocione por las cosas que le suceden a mi mejor amiga, ella está asustada y yo también. Nos necesitamos mutuamente. Apoyarnos en las buenas y en las malas siempre, porque si yo estuviese en su lugar, tampoco quisiera que me abandonara, así que no la dejaré sola.
Otra cosa es que hoy en el almuerzo me dijo que me contaría todo lo que pasó desde un principio con Tomás. Todavía hay cosas que me intrigan y necesito detalles. Claro, no voy a escuchar la anécdota de qué fue exactamente lo que le hizo en año nuevo, tengo suficiente con haber encontrado a Tomás desnudo en varias ocasiones. Ya estoy lo suficientemente traumada para luego tener que imaginarlos haciendo... eso.
No necesito saberlo.
Me encuentro impaciente porque la clase terminase para ir a hablar. Movía mi pierna inquieta y mi lápiz se encontraba entre mis dientes mientras mi mirada estaba fija en la pizarra. Sentí una mano colocarse en mi rodilla deteniendo el movimiento que ésta llevaba haciendo hace rato. Volteé a ver al responsable y pues era nada más y nada menos que Nicolás.
-deja de hacer eso, me pones nervioso. -dijo en un susurro apartando nuevamente la mano.
-¿por qué nervioso? -arqueé una ceja hablando en el mismo tono que él.
-No lo sé pero, deja de moverte.
-lo hago inconscientemente, no me culpes.
-¿Qué tienes? -preguntó prestando toda su atención en mí.
-Tere y yo hablaremos después de clase y no sé con qué me irá a salir. -solté mi lápiz y me recosté en la silla.
-tranquila, tienes que tomártelo con calma, no vaya a ser que te alteres de nuevo. -dijo y posicionó una mano por sobre la mía.
-¿crees que es tan fácil? Todavía me siento traicionada y sumamente asustada. -gruñí y aparté la mano para cruzarme de brazos y recostarme en mi asiento. Él le echó una mirada de reojo al profesor y al ver que éste seguía revisando papeles, se centró en mí nuevamente.
-no creo que sea una traición, Tere no te prometió nada.
-Aún así le advertí una y mil veces que no lo hiciera, que no se metiera ni con Tomás, ni ninguno de mis hermanos. Me aseguró que nada sucedía entre ellos y ya ves cómo acabó eso.
-ponte en su lugar. Incluso, te pondré un ejemplo. Imagínate que yo sea el mejor amigo de... Tomás y me diga que no me acerque a ti solo porque eres su hermana sin darme un motivo en concreto y aunque quiera alejarme no puedo ya que te veo todos los días y me alegra tu presencia. Créeme, yo también haría lo mismo que él y no me refiero a embarazarte, no soy tan irresponsable y encima no bebo, a lo que quiero referirme es a luchar para estar contigo y ser feliz.
-Tus indirectas son muy directas. -dije y sentí mis mejillas arder ligeramente.
-Solo quiero darte un ejemplo, no es una indirecta.
-¿por qué utilizarte a ti mismo como ejemplo?
-porque no se me ocurre otra cosa.
-Haré como que te creo.
-Solo entiende a lo que me refiero.
-sí, te entiendo pero, hubiese sido muy diferente si solo estuvieran saliendo a escondidas. Un bebé es demasiado. -fruncí la boca y él rió ante aquello.
-silencio allá atrás. -escuchamos al profesor decir para que luego comenzase a dictar algo así que suspendimos nuestra plática y así copiar a la velocidad de la luz lo que dictaba.
***
-ni se te ocurra fisgonear. -le advertí al ojiazul mientras él dejaba su mochila en el sillón.
-Tampoco soy tan metiche. -Rodó los ojos y río.
-Mejor camina, gruñona. -me dijo Tere jalándome, escaleras arriba hacia su habitación.
-¿estás segura de que no vendrá? -le pregunté mientras caminábamos por el pasillo.
-no a menos que se lo pida. -se encogió de hombros y abrió la puerta de la habitación.
Entré y el olor al perfume de mujer me inundó los pulmones. Me sorprendía aquel nuevo aroma en el ambiente. El perfume de Gisele y el de Tere se han mezclado y huele realmente bien aquella combinación.
Dejé mis cosas al lado de la cama y luego me senté en la orilla de ésta. Algo salió de debajo de mi lugar y se restregó contra mi pierna. Casi chillo asustada pero, al ver una cola atigrada, me calmé. Solo es Félix. Lo cargué y le acaricié la cabeza, es más pesado que un gato común no obstante, él queda como una pluma a comparación de mi gordis, comúnmente conocida como: Chispita.
-¡Félix! -escuchamos a Nicolás decir desde abajo. El gato levantó las orejas alerta y luego salió corriendo por la puerta.
-Qué gato tan obediente. -dije y reí.
-Sí y ese ha agarrado una maña de meterse bajo mi cama. -Tere relamió sus labios y me observó, así que yo hice lo mismo por intuición.
-Bueno, creo que es hora de que comiences a hablar.
-No sé por dónde empezar, es una historia algo larga pero, creo que comenzaré desde la primera vez que dudé de mis sentimientos... -comenzó a decir jugando con sus uñas.
-te escucho.
-Mediante fuimos creciendo, él siempre se ha mantenido cerca y yo a veces llegaba a sentirme un poco incómoda y mucho más cuando me enteré de sus sentimientos por mí. Al saberlo, sabes que me sentí muy rara. Yo solo podía verlo con ojos de hermano mayor. Sin embargo, luego me acostumbré y cuando tuvo aquella novia...de alguna manera sentí que me dolió, aunque creí que me había superado.
>>En ese tiempo, salí con Mateo y luego con Eric. Con ellos solo lograba aburrirme, Mateo era lindo y todo pero no me traía esas chispas que yo buscaba en una relación, te lo dije alguna vez. Ya con Eric, bueno, me engañó más no importó demasiado, solo me sentí dolida en el orgullo. En cambio cada vez que tu hermano se acercaba tan siquiera a decirme un "hola" a veces sentía una sensación rara y la estuve ignorando por mucho tiempo.