Vida entre dos mundos Lucy Grey 1° Entrega

CROW LAND

CROW LAND

 

―Sé que te estás preguntando como ese demonio no me daba el mismo terror que la primera vez que lo vi―yo le afirmé con la cabeza realizando en mi mente esa misma pregunta―. No, ese demonio ya no me daba miedo, sentía respeto, pero no miedo.

― ¿Pero…? ―dudé la pregunta unos instantes al ver en ella un extraño sentimiento hacia ese ser―. ¿Cómo pudiste confiar en él? ―Se le escapó una dulce sonrisa.

―Buena pregunta ¿cómo podía confiar en él después de haberse tomado tantas confianzas en tocarme de esa forma? ¿Cómo pude fiarme de ese ser que se alimentaba de almas? Yo tampoco lo sé. Solo sé que su sola presencia me hacía sentir viva, protegida y querida―desvío la mirada posándola en un hermoso cuadro de Picasso que adornaba la sala al lado de la ventana, un caro regalo que le hicimos todos los trabajadores a mi jefe el día de su jubilación y al que detestaba por completo―. Tú misma sentiste eso la primera vez que conociste a Kevin, ¿no? ―no le dije nada, me quedé observándola con simpatía, pero no podía comparar un ser humano con un demonio asesino, no, no podía―. Sin darme apenas cuenta, en un breve periodo de tiempo que no logré captar, nos encontrábamos de nuevo en las puertas de ese bello pueblo―prosiguió acomodándose en la silla―. Tenía el mismo aspecto que la noche anterior, lleno de luz y sin un indicio de vida en él. Cuando me separé de sus brazos, que me sujetaban con preocupación por si volvía a tambalearme, le observé con gratitud dedicándole mi mejor sonrisa.

“― ¿Cómo supiste que estaría allí de nuevo? ―Le pregunté a los pocos segundos al ver que no dejaba de mirarme con esos ojos negros tan penetrantes.

―Estás sufriendo una transmutación, ¿por qué? y ¿a través de quién? No lo sé. ¿Y cómo lo supe? Me alimento de almas como ya te dije, huelo el alma de un humano a distancia…, añadiendo a esto que…, te estaba esperando. ―La belleza de su voz me ruborizó tanto que tuve que apartar mi mirada de su trayectoria y quedarme unos momentos observando el castillo que se alzaba con autoridad frente a nosotros.

―Gracias. ―Le agradecí sin mirarle.

― ¿Por qué? ―Su voz presentaba un grado de extrañez hacia mi gratitud.

―Por salvarme la vida ayer y bueno, por salvármela hoy. ―Un suspiro se me escapó a la vez que volvía a mirarle a la cara, él sonrío alzando su brazo para que se lo cogiera.

― ¿Damos un paseo? ―No dudé ni un instante y me agarré a su brazo con fuerza―. Me llamo…

―Dark Fire. ―Le interrumpí con un aire de sabelotodo, él comenzó a reírse de mí.

―Ese es mi nombre de guerra, mis enemigos me pusieron ese mote y ahora todos me conocen por ese nombre, pero mi nombre verdadero es Brian. ―Su risa no cesó.

―Tienes nombre de humano. ―Mi rostro se contrajo en una expresión de rareza, yo sabía que todos los demonios suelen tener nombres raros, pero él no lo tenía.

―Fui humano, aunque no tengo recuerdos de entonces, fue hace cuatro mil años, ninguna mente demoníaca ni humana podría recordar lo de entonces después de tanto tiempo―hizo una breve pausa―, y de nada ―contestó a mi gratitud―. Gracias a ti por confiar en mí―mientras lo decía me dedicó un guiño de ojo―. Cuando llegaste aquí por primera vez el dulce olor de un alma atrapada en su cuerpo me hizo reaccionar e ir en tu busca, nunca vi en Crow Land un alma sola, me entró curiosidad, y tampoco podía dejarte morir a manos de esos desleales seres.

― ¿Y en manos tuyas? ―Titubeé la pregunta para confirmar que ese chico no tenía intenciones de hacerme daño.

―No puedo, tu alma le pertenece a ese ser que te provoca la transmutación y…, bueno si pudiera no lo haría. ―Miró al frente y no añadió más”.

―Continuamos andando por las frías calles de ese lugar en silencio. Yo me quedé observando lo perfectas que estaban construidas esas casas, quedándome un poco alucinada por la belleza de estas. Mi cuerpo, a medida que avanzábamos, fue absorbiendo el calor que emanaba su brazo, sintiéndome agradecida por estar junto a él en ese preciso momento… ―su mente volvió a quedarse atrapada en algún recuerdo hermoso que le hizo sonreír y cuando se dio cuenta que le miraba extrañada siguió hablando de las casas―, nunca antes había visto unas casas tan hermosas en ningún pueblo de la tierra, las dos sabéis que aquí aunque sea el mismo arquitecto que las construye siempre hay alguna pequeña diferencia. Esas casas eran tan iguales, vivir allí podría ocasionarte duda de cuál es la tuya ―se le es capó una risa simpática―. Todas de piedra, con la misma simetría, todas adornadas con unos extraños símbolos dorados en cada puerta y en cada ventana iluminada una pequeña flor roja que jamás había visto en la tierra. Era una extraña hierba silvestre de hojas cortas, planas y agudas con una flor roja en espiga que salía en número de tres o cinco en el extremo de los tallos. Curiosa por saber le pregunté por esa flor, aunque dudé sintiendo miedo de romper el silencio.

“― ¿Y esas flores que crecen en todas las ventanas? ―le pregunté con un tono tímido, pero con ganas de saber su significado, él volvió a reírse.

―No crecen allí, cada propietario coloca una flor de Grama para ahuyentar a Satán. En tu mundo la utilizan para la medicina.

―Para ahuyentar a Lucifer―creí haber pensado esa frase, pero mis labios la pronunciaron al mismo tiempo. Noté cómo Brian se tensaba―. Jamás he visto esa planta en la tierra. ―Añadí cambiando de tema debido a que su reacción me dio miedo”.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.