¿vida? Esto no es vida

Diario: Gracias al cielo.

Con el paso de los años, comencé a darme cuenta de que las personas normalmente ven por su propio bienestar, sin importar que esto afecte a otras personas. Esto lo entiendo, al fin y al cabo, el ser humano siempre busca su seguridad, siguiendo el instinto de supervivencia.
Recuerdo haber estudiado un término interesante en un trabajo para una de mis clases optativas.
“Egoísmo Psicológico” por lo que recuerdo, esta teoría nos mostraba que la naturaleza humana está impulsada solo por la motivación de intereses propios, negando la capacidad de pensar en los demás para brindarles ayuda o atención. Por un largo tiempo creí que era bastante acertada, pero conocí a alguien que me hizo cambiar de parecer…

−¡Maldita sea!− susurré cuando sentí dolor en mi brazo derecho, bajé mi viste y me percaté de que tenía un corte producido por un tornillo sobresaliente de la pared. Ignorando el ardor en mi piel levanté la vista hasta posarla en mi acompañante, dándome cuenta de que no había huido, no me había dejado. Estaba muy agradecido con el chico por esperarme, la verdad estaba tan seguro de que iba a dejarme, que habría apostado por ello− hay que correr ¡ahora!− le dije, viendo que me veía expectante. Juntos salimos del salón corriendo a la salida. Nuestros pasos resonaban por el lugar, llamando la atención de nuestros depredadores, miré sobre mi hombro notando que la distancia entre nosotros no era mucha, pero era la suficiente para intentar hacer una locura. Al llegar a la puerta de entrada me detuve intentando cerrarla, pero no lográndolo, la estúpida pieza de metal estaba atorada, veía el interior, las cosas estaban cada vez más cerca de mí, debía darle tiempo al chico para que huyera. Tiraba con toda la fuerza esperando moverla, pero esta no cedía lo suficiente para cerrarse por completo. Cuando ya pensé que me alcanzarían, unos brazos a mi lado me ayudaron a cerrar la puerta de un golpe brusco justo a tiempo, miré a mi derecha, viendo al chico agradecidamente, lo tomé de nuevo por la muñeca y lo hice correr para poder ir hasta el autobús en el que le dije a Tati que esperara.

Sin mirar atrás y por varios minutos corrimos sin importar si algo nos seguía o no, tan solo quería llegar con mi amiga y ver que se encontraba sana y salva. Mi pecho subía y bajaba con tanta velocidad que pensé que se me saldrían los pulmones en cualquier momento. Agotado caí sobre mis rodillas en cuanto estuve a un lado del autobús, tenía mis manos apoyadas en la acera intentando recuperar el aliento que había perdido. Ya más calmado intenté levantarme, pero no pude debido a unos brazos que me estaban rodeando, espantado me alejé, hasta que la escuché hablar.

−Me alegra tanto que estés bien− la dulce voz de Tati inundaba mis oídos.

−Me llevé un buen susto justo ahora, gracias a ti −dije aún impresionado.

−Estaba aterrada pensando que no volverías, ¿Qué iba a hacer sin ti, cuando ya me había acostumbrado a tu presencia?

−Ya cálmate, estoy bien, estamos bien− dije mientras miraba por primera vez al chico que rescatamos− Hey tú ¿Estás bien?

−Lo estoy solo me falta un poco de oxígeno.

−Ves Tati, estamos bien− le sonreí a mi amiga.

−No debí dejarte…

−Lo hiciste muy muy bien− le di palmaditas en su cabeza− ¿Qué hiciste?

−Acomode varios escritorios uno sobre otro, luego los golpee y corrí hasta aquí.

−Buena idea, ahora ya vámonos antes de que nos encontremos otra sorpresa− comenzamos a caminar en silencio, veía al chico de reojo, tenía su mirada clavada en los alrededores, nunca dejándola en un punto fijo, por lo que se podía ver estaba bastante acostumbrado a viajar a pie.

−¿A dónde vamos?− preguntó en un susurro.

−A nuestra…¿casa?− dijo Tati rascando su oreja izquierda.

− Vamos a casa− dije sin detenernos en ningún momento.

Ahora que ya estaba más tranquilo, refiriéndome a que ya habíamos salvado al chico, podía ver más mi entorno y fijarme en algunos detalles. La calle por la que caminábamos al parecer en su tiempo fue una gran avenida, conectaba el pueblo con la zona residencial que estaba un poco más alejada. A mi izquierda podía ver un parque con vegetación y juegos infantiles, en este momento había bastante basura por todos lados, varios de los árboles tenían sangre seca y bajo un columpio se podían ver 3 cuerpos, uno sobre otro. Me podía imaginar este bello lugar en el pasado, los niños corriendo por todos lados mientras sus padres los esperaban sentados en los banquillos de los alrededores, podía ver a jóvenes pasear a sus mascotas y a parejas disfrutando una caminata por el camino. Por un segundo sentí una opresión en el pecho al imaginarme que todos aquellos niños están muertos, que sus padres probablemente los vieron transformarse en un monstruo o al revés. Una imagen de mis tíos apareció en mi mente, jugando con mi pequeño primo en este mismo parque, disfrutando de un día feliz sin preocupaciones.

−¿Estás bien? ¿Viste algo?

−¿Qué? −miré al chico que estaba un poco por delante de mí, me miraba con cara de preocupación.

−Te has detenido y te quedaste mirando un punto fijo− lo miré extrañado, no me había percatado hasta ese punto que estaba de pie sin moverme y que los otros dos muchachos estaban varios pasos por delante de mí.

−No pasa nada, sigamos.

Sin más volvimos a retomar la marcha, eliminé los pensamientos que me distraían de mi mente para poder estar realmente concentrado en el camino, porque cualquier desconcentración que se produzca en un mundo como este, podría costarte la vida.

Ya llegando al lugar en donde estaba la veterinaria nos detuvimos, en los estacionamientos del lugar había dos come carne chocando con cualquier cosa que se les atravesara. Tomé fuertemente mi arma, tenía algo en claro, si no matábamos a esas cosas, no podríamos entrar a nuestro hogar.

−Tati, tendremos que matarlos− ambos me miraron sin una expresión concreta en el rostro.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.