Eva y Virginia se han levantado temprano, hoy es el día en el que llegan todas las personas que se van a encargar del rancho y las caballerizas.
Están nerviosas, a pesar de que son unas chicas muy valientes y saben hacer frente a las cosas, ven que están en una situación difícil, y que podía haber sido tan fácil.
Desde que llegaron al rancho y leyeron la carta de su padre, se siguen preguntando, quienes son esos hombres con los que se tienen que casar y por qué, que gana su padre con todo esto, si él este fallecido, dejándolas esa pesadilla a ellas.
De repente las asusta el ruido del teléfono,
Virginia se acerca para contestar.
—¿Dígame? —Pregunta.
—¡Aquí, Jack! sobre las doce estaremos ahí, espero que la casa no este desorganizada.
—¿Por quién nos tomas? —Le dice ella.
—De vosotras, me espero cualquier cosa, ¡Pero ya os enseñare yo!
—¡Tu mandaras en la finca, no en nosotras—Le contesta Virginia enfadada!
—Mientras estéis en la finca ¡Estaréis bajo mis órdenes!
—En la nota, no decía nada de eso—le recuerda Virginia.
—Bueno pone claramente, que estoy a cargo de todo el personal, que está en la casa—le discute Jack.
—¡Somos las dueñas! —le recrimina.
—No, eso no es verdad, y lo sabéis.
—Ambas seréis las dueñas cuando os caséis, orden de vuestro padre.
—¡No seremos tus criadas, por que seas el capataz!
—¡Oye, escucha, jovencita, nadie te ha dicho que vayas a ser, la criada de nadie!
—Es lo que parece ¿No crees?
—¡No señorita, no es así, más tarde nos vemos! ¡Adiós!
—¡Adiós! —le dice Virginia, asumiendo su llegada.
En un rato estará aquí todo el mundo, el engreído del capataz, quiere que tengamos la casa recogida y ordenada, se debe pensar que no nos educaron bien, le cuenta a su hermana, que tiene una mirada triste, y se siente perdida en sus propios pensamientos
—No te preocupes, Eva, algo haremos.
—¿Hacer? ¿Qué vamos a hacer? No me imagine por un segundo, que tendríamos que vivir esto.
—Si, ahí te doy la razón, a mí me tiene confusa todo esto.
—Es un lio, ¿Quiénes son esos hombres? ¿Dónde están? —Le dice Eva a su hermana.
—Imagino, que no muy lejos, incluso ya sabrán que estamos aquí, querida hermana.
Jack está en Wimberley, ha localizado ya a los dos mozos para las caballerizas, de momento no piensa meter más hombres en el rancho,
Teo y Fred son dos jóvenes morenos, altos y fuertes, de grandes ojos marrones y piel color miel, sus raíces provienen de Venezuela, pero llevan ya unos años trabajando en el rancho, Teo tiene veinticinco años y Fred tiene veintiséis.
Jack tiene confianza en ellos, sabe que son fieles, obedientes y trabajadores.
Mientras tanto en el rancho Eva y Virginia esperan ya a todas las personas que van a ocupar la casa, se sienten desconsoladas, confundidas, pero saben que tienen que seguir investigando, porque su padre le ha dejado ese destino.
Que tienen que ver esos dos hombres con los cuales se tienen que casar, si quieren quedarse con el rancho.
¿Por qué todavía no han aparecido, esos dos hombres misteriosos?
Eva y Virginia desconfían de Jack...
¿Les habrá contado todo? ¿Habrá algo más, aparte de la nota de su padre?
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Editado: 14.09.2023