Vidas paralelas

Capítulo 8º "El Dorado"

Han pasado varias semanas, la vida en el rancho es todos los días igual, Jack, no les dice nada, respecto a los dos jóvenes a los cuales tienen que conocer., si desean heredar toda la propiedad.

Ambas hermanas están sumidas en un dilema, que ni ellas mismas saben cómo afrontar, nada de esto sería así, si su padre las habría dejado en paz.

Jack se levanta todos los días a las cinco de la madrugada, Eva no puede dormir y se dirige hacia el porche de la casa, sin saber que ahí está Jack, sentado en las escaleras.

—¡Hola! ¿me puedo sentar a tu lado? No quiero molestarte.

—¿Que pasa Eva, no puedes dormir? Aquí hace algo de frio.

—¡No, puedo dormir, necesito aire! Aquí se está muy bien.

—¿Y tu,no duermes tampoco? ¡Vaya dos!

—Yo, me levanto todos los días a esta hora, y echo un vistazo al exterior del rancho, para mi es normal.

—¿Quieres un poco de café caliente? Lúa siempre deja, café preparado para mí y para los chicos, ellos también madrugan.

—¿Para qué, tan temprano? No es necesario.

—En un rancho hay mucho trabajo, aunque a simple vista, no lo parezca.

—No, lo sé, es la primera vez, que estoy en uno y no sé si durare mucho tiempo en él.

—¿No, té gusta? A mí siempre me ha gustado, desde muy niño.

—¿Pero eres de por aquí? O ¿De otro lugar, como nosotras?

—Soy de San Antonio, no muy lejos de aquí pero siempre acompañaba a mi padre a los ranchos, y me fascina montar a caballo.

—Yo no sé, montar a caballo, me da miedo.

—¡Algún día, te puedo enseñar! Seguro que te gusta.

—¡Puede ser! —le responde ella, sin más.

Poco a poco Eva estaba cada vez más cerca de Jack, sin darse apenas cuenta se encontraba ya, junto a él.

—La verdad, qué el amanecer es bonito y el silencio ¡Me gusta!

—Si, no hay nada, como respirar aire puro ¿No te parece?

—¡Claro, nada que ver, con una ciudad! Donde hay mucho tráfico y ruido.

—¿Sois de muy lejos? No os vi nunca por aquí.

—No, somos de una ciudad, de Texas,de Castroville.

—¡Si, la conozco! Es una ciudad muy pequeña, con un mercado que vende buenas carnes.

—Vivíamos en una casa, pequeña y humilde, nada que ver con esta gran propiedad que tenía papa.

—¡Bueno, ahora es vuestra! Podéis disfrutarla.

Eva lo miraba y escuchaba, sus palabras le sonaban a música, al estar tan cerca rozaron sus labios, y se fundieron en un beso.

Jack comenzó a abrazarla sobre él, y Eva se fundió entre sus brazos, Jack, la lleno de caricias, Eva se estremecía entre su cuerpo, ambos ardían de pasión.

De repente se oyó un ruido y ambos se separaron.

—Disculpa Jack, me pareció oír un ruido, que proviene de las caballerizas, echaré un vistazo.

—¡Está bien, Fred! ¡Ahora mismo voy!

—Bueno. ¡será mejor, que entres! Pronto la gente estará en pie.

—Si, voy a acostarme, un rato. ¡Hasta luego Jack!

—¡Hasta luego, nos vemos en el desayuno! Intenta descansar.

Jack se fue a las caballerizas, allí estaba Fred, los caballos estaban un poco desinquietos, pero nada más

Ambos regresaron al rancho, ya eran las siete de la mañana, hora de tomar un buen desayuno y ponerse a trabajar...

Todo el personal iba apareciendo en la cocina para el desayuno, los chicos y Jack ya no estaban.

Allí solo estaban las tres mujeres en la cocina.

—¡Voy a despertar a esas jovencitas! —dice Mila de mal humor.

—¡Déjelas un poco más! No pasa nada mujer— dice Lúa mirándola fijamente.

—¡De eso nada! ¡Ya es hora de que se levanten! Además, no están cansadas, no hacen nada en todo el día.

Y se dirigió hacia las habitaciones de las chicas pegando gritos.

—¡Arriba, arriba, hora de levantarse! Virginia, Eva, ¡vamos arriba! —Dice constantemente.

—¿Pero, se quiere callar señora? ¡No grite más! —Le dice Virginia.

—¿Pero que son esos gritos? ¿Qué pasa? —Dice Eva en la puerta de su habitación.

—¡Vamos niñas! ¡Arréglense y a la cocina a desayunar, es tarde!

Mila regresa a la cocina, mientras, Lita y Lúa están desayunando.

—¿Que se creen, estas niñas ricas? ¡Menudas horas! Claro se lo dan todo echo ¡Parecen de cristal!

Las chicas llegaron a la cocina y sin decir nada, se sirvieron café con leche y unas tostadas.

Lúa, se puso a recoger la mesa y preparar el menú para hoy. Mientras tanto Lita empezó hacer una lista, para Jack, debía ir a la ciudad a por alimentos y bebida.

Mila, se levantó de la mesa, mirando fijamente a las dos jóvenes, su mirada era fría y daba miedo, se marchó a hacer las habitaciones sin decirlas nada, ya les dijo bastante con la mirada.

—¡Uff, vaya ogro, que mal carácter! No me cae, nada bien.

—¡A mí tampoco, Virginia, ¡es una mujer insoportable!

Las dos hermanas se quedaron solas en la mesa de la cocina desayunando, todo el mundo se había marchado a sus tareas.

Bien, es cierto que las dos viven como unas princesas, todo el día sin hacer nada, a mesa puesta y bien cuidadas, no les falta de nada.

Pero para ellas en realidad, no es vida, ellas sienten que están prisioneras en los deseos de su padre.

Ese rancho las va a quitar su juventud, su libertad, porque saben, que no pueden tardar mucho en dar una contestación a Jack.

 

 




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