Vidas Paranormales.

Capítulo 5-El Hombre de Ceniza

Después de los acontecimientos de esa misma tarde, Lucifer se encontraba en el balcón de su apartamento, miraba fijamente las estrellas; el miraba como el cielo completo estaba opacado por toda la contaminación lumínica, el deseaba acabar con toda la contaminación que los sucios humanos habían provocado los últimos siglos, también pensaba en el porque su padre le había permitido quedarse junto a su hermana, se preguntaba si había alguna razón oculta en sus planes. Mientras meditaba en silencio, llegó Lilith comiendo sandía picada sin... muchos modales.

-Piensas mucho, ¿acaso nunca te cansas?-habló mientras masticaba, salpicando un poco a Lucifer con el jugo de la sandía.

-Hay una razón por la que me gusta quedar atrapado en mis pensamientos: ellos tienen más educación que tú-dijo Lucifer disgustado por el comportamiento de su hermana menor.

-Me alegra que nuestro padre crea que podemos reformarnos-dijo sonriente, mientras tomaba asiento-, nuestra vida aquí será más fácil sin preocuparnos de papa.

-No te olvides de los seres que escaparon del infierno, con la furia solo quedan quince-dijo Lucifer mostrando algo de intriga-. Sería desastroso que ellos estuvieran aquí, su mera presencia traería caos en todo el mundo.

-Avaricia, gula, pereza, ira y envidia-dijo Lilith caminando hacía el balcón para ver la ciudad-¿quien de nuestros hermanos actuará primero?

En ese sentimiento de intriga reinaba Lucifer; sus hermanos a diferencia de él y su hermana, no estaban dispuestos a una vida tranquila por lo que, si realmente ellos están en la tierra provocarían estragos para saciar sus propios vicios, rencores y muchas otras cosas, no por nada son los siete príncipes del infierno, son los caídos más fuertes que existen.

Por la mañana siguiente, la extraña chica de preparatoria, Sara García, se encontraba en el salón de arte de su escuela durante el receso, pintando minuciosamente un cuadro; parecía que toda su concentración estaba en lo que hacía y en ninguna otra cosa, hasta que recibe la visita de Shawn quien se sonroja un poco al verla, estaba demasiado absorto en su bella rareza.

-Me dijeron que podía encontrarte aquí-dijo apenado pero tomando algo de valor-, yo de verdad disfrute mucho lo que paso el viernes.

-Yo también pero... no creo que quisieras salir con alguien como yo-dijo Sara cabizbaja pero sin dejar de prestarle atención a su pintura-. Tengo mi pasado y no quisiera causarte problemas.

-¿Problemas? Yo siempre busco problemas-dijo Shawn mirándola a los ojos-, no solo tú eres rara, ¡yo soy raro! Sé muy bien lo que se siente, el mero hecho de pensar que eres el único diferente en el mundo, el hecho de creer que todos te rechazaran por se diferente; yo pensaba eso pero conocí a gente bastante agradable que me demostró que ser raro, no es malo, es más: ser raro, es lo mejor que puede ser una persona. Por eso quiero conocerte más, saber más de ti porque...¡me gustas y mucho!

Las palabras de Shawn hicieron sonrojar a Sara, hasta tal punto que hizo que por primera vez desde que entró ella lo mirara a los ojos.

-B-bueno... si tanto quieres saber-dijo tomando una silla para Shawn y para ella-. Nací el dos de septiembre de 1990, a los catorce años empecé a drogarme y mis padres me echaron de la casa, a los dieciséis años fui acogida por mis tíos aquí en Nueva Orleans y ellos me convencieron para unirme a N.A, llevo... un año y tres meses limpia-Dijo sacando su ficha del bolsillo-. Por algún tiempo pensé que todo eso fue en vano cuando me diagnosticaron un tumor en el cerebro, pensé que después de intentar rehacer mi vida moriría pero... milagrosamente el tumor desapareció, no se como y porque pero me sentía tan feliz que decidí volver a la escuela a pesar de tener diecisiete. Eso es todo lo que tengo que decir por ahora, tu decides si quieres quedarte conmigo o no.

-Mi padre murió hace un año y mi madre me abandono al nacer... estaba tan triste que por poco pienso en el suicidio-empezó a contar Shawn mientras se le escapaba una lagrima-, me queda muy poco en esta vida pero sigo aferrándome con fuerza para seguir adelante con mis amigos por eso quiero estar junto a ti, caminar junto a ti, tomar tu mano y sí, besarte.

Sara se alegraba por lo que decía Shawn, se acerco a él y lo volvió a besar. Los dos se miraron a los ojos, no aguantaban las ganas de reír por lo cursi de todo esto.

-Me alegro que me hayas dicho todo eso-dijo Sara volviendo a su pintura-; por cierto, se me olvida un pequeño detalle pero pese a que el tumor desapareció, me dejo secuelas, los médicos dijeron que tengo risa patológica, ataques de risa incontrolables.

-Bueno, eso explica mucho-dijo Shawn rascándose la cabeza de la curiosidad-, ah ¿que estas pintando?

-No lo sé, simplemente soñé con esto una noche.

La pintura le parecía muy familiar a Shawn pero no le tomo mucha importancia y siguió su día junto a Sara y Samuel. Después de clases, Sara estuvo caminando un buen rato por la ciudad.

Estuvo mirando varios lugares de la ciudad para buscar inspiración para sus pinturas y poemas, camino y camino, de vez en cuando le daban ataques de risa que incomodaban a la gente a su alrededor pero ella no le prestaba atención a lo que decían sobre ella. Tras pasar un par de horas caminando, decidió volver a casa, era más bien por el cansancio porque por estos días no tenía mucho apuro para volver a casa; durante su camino se encontró con alguien que ya había conocido antes, era Lucifer a quien ya había conocido una vez en el autobús, que estaba parado esperando a que pasara un taxi. Sara se abalanza hacía el para abrazarlo desde atrás pero este rápidamente se la quita de la espalda.

-¡¿Como te atreves a tocarme tu...?!-exclamo para luego reconocer a la chica-. Vaya eres tú, la chica loca del autobús.

-¿Loca? Prefiero la palabra excéntrica-dijo Sara poniéndose de pie para hacer una pose teatral-, yo soy Sara García, soy una artista.




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