El sonido de los casilleros cerrándose con un golpe seco resonaba por los pasillos de la escuela. Cami caminaba junto a Seungmin, riendo por algún comentario suyo, sintiendo la calidez de su presencia a su lado. Todo parecía tranquilo, pero eso estaba a punto de cambiar.
—¡Clase, presten atención! —la profesora golpeó la pizarra suavemente para captar la atención de todos—. Hoy tenemos una nueva alumna.
La puerta del aula se abrió y una chica entró con paso seguro pero delicado. Su cabello castaño caía en ondas suaves sobre sus hombros, y sus ojos brillaban con un aire de dulzura.
—Hola, mi nombre es Lía. Espero llevarme bien con todos —dijo con una sonrisa amigable.
Algunos compañeros le devolvieron el saludo con entusiasmo, pero ella apenas notó sus respuestas. Sus ojos se enfocaron rápidamente en Seungmin, quien estaba distraído mirando a Cami con una sonrisa. Algo en la manera en que ellos dos se miraban hizo que su pecho se oprimiera.
El destino parecía haberla llevado a esa escuela por una razón.