Vidas pasadas

Cap 19. Final.

Pasaron los días, y aunque Seungmin seguía en recuperación, su mente estaba más alerta que nunca. Había algo frío en su mirada ahora, algo que Cami no lograba entender del todo. Pero él no se lo decía. No aún.

Lía seguía acercándose, como siempre, con su dulzura calculada, con su voz suave y sus ojos llorosos.

—¿Cómo te sientes hoy, Seungmin? —preguntaba con su tono más dulce, dejando flores en la mesa del hospital.

—Mejor. Gracias por venir —respondía él con una sonrisa débil, pero sus ojos nunca reflejaban calidez.

Era todo parte del nuevo plan. Él fingía no recordar nada. Ella, confiada, empezaba a bajar la guardia.

Juego Invertido.

Seungmin comenzó a actuar. Pequeños comentarios, miradas más largas. Incluso un par de elogios.

Eso fue todo lo que ella necesitó para pensar que estaba logrando su objetivo: ganar su confianza, quizás algo más.

Cami notó el cambio y se sintió desconcertada. ¿Estaba Seungmin… cayendo en el juego de Lía?

Pero él solo la miraba de reojo, con esa chispa invisible que decía ''confía en ". Y Cami, aunque confundida, confió.

La Trampa.

Una tarde, cuando Seungmin ya podía caminar con muletas, organizó un pequeño encuentro con Lía. En privado.

La citó en el auditorio vacío del colegio, justo al terminar las clases. Nadie más estaría ahí. Solo ellos dos.

—¿Por qué aquí? —preguntó ella, jugando con el borde de su falda, nerviosa pero también emocionada.

—Porque necesitaba hablar contigo sin interrupciones —respondió Seungmin, apoyado en una muleta, con su rostro serio.

Lía dio un paso hacia él, pero él no se movió.

—¿Sabes? Ya recordé todo —dijo de pronto.

La sonrisa de Lía se congeló. El color desapareció de su rostro.

—El empujón. Tu mano. El momento exacto. No fue un accidente. Tú me empujaste —su voz fue como un cuchillo suave, pero afilado.

—¡Eso no es cierto! ¡No fue así! ¡Yo... yo solo…! —empezó a retroceder, buscando una excusa, una mentira que sonara convincente.

—Ya no tienes que fingir, Lía. No estoy aquí para que confieses. Estoy aquí para que sepas que perdiste.

Entonces, desde la oscuridad del escenario, se encendió una luz. Y apareció Cami. Con un celular en la mano, grabando.

—¿Qué... qué hiciste? —dijo Lía, con la voz temblando.

—Todo. Cada palabra. —respondió Cami—. Y no solo ahora. Desde hace semanas te estamos siguiendo. Cada vez que actuabas, que manipulabas. Grabaciones, fotos, mensajes, todo.

Lía gritó, furiosa. Por primera vez, la dulzura falsa desapareció por completo, y el monstruo real salió a la superficie.

—¡Seungmin era mío! ¡Tú no lo merecías, Cami! ¡Tú solo fuiste una molestia! ¡Él iba a amarme! ¡Solo tenía que deshacerme de ti!

Pero ya era tarde. Los profesores, avisados por Seungmin, estaban afuera. Lía fue sacada del colegio entre gritos y forcejeos, mientras su máscara se rompía frente a todos.

Pasaron Semanas...

El colegio volvió a su rutina. El escándalo se disipó con el tiempo, aunque las marcas emocionales tardarían más en sanar.

Cami y Seungmin se sentaban juntos bajo el cerezo del jardín. Ella apoyaba su cabeza en su hombro, y él le acariciaba el cabello suavemente.

—¿Estás bien? —preguntó ella.

—Ahora sí. Porque tú estás a salvo —respondió él, cerrando los ojos por un momento.

—¿Y si vuelve? ¿Y si alguien más intenta separarnos?

Seungmin sonrió, su voz tan firme como su corazón.

—Que lo intenten. Nadie podrá romper lo que tenemos.

Y entonces, entre el murmullo del viento y las hojas del cerezo cayendo, supieron que lo peor había pasado.

Pero el lazo entre ellos… ese apenas estaba comenzando a florecer.

Bajo El Cerezo~

El sol comenzaba a esconderse tras los árboles, tiñendo el cielo de tonos melocotón y rosa pálido. La brisa suave movía las hojas del cerezo, que caían como copos silenciosos sobre el césped, pintando el suelo con pequeñas manchas blancas y rosadas.

Cami y Seungmin estaban sentados en el mismo banco de siempre, el que habían convertido en su rincón secreto. Ella tenía las rodillas recogidas y la cabeza apoyada en su hombro, mientras él acariciaba distraídamente su brazo con la punta de los dedos.

Llevaban rato sin hablar. No hacía falta.

Después de todo lo vivido, del dolor, del miedo y de las máscaras rotas, por fin había silencio. Un silencio que no pesaba, sino que abrazaba.

—¿Sabes? —susurró Cami sin moverse—. Nunca entendí cómo alguien puede odiar tanto a otra persona por... amar.

Seungmin bajó la mirada hacia ella. Su cabello caía sobre sus mejillas, y sus ojos parecían más oscuros bajo la sombra del atardecer.

—Cuando alguien no sabe lo que es el amor de verdad… solo puede destruir lo que no entiende —respondió él, suave.

Cami levantó el rostro, despacio, hasta quedar frente a él. A centímetros.

—¿Y tú sí lo entiendes?

—Contigo… creo que estoy aprendiendo —murmuró él, tan bajo que casi fue un suspiro.

Y entonces, simplemente ocurrió.

No hubo aviso, ni duda. Solo un instante en que los dos se inclinaron a la vez, como si el destino los empujara con la misma fuerza.

Sus labios se encontraron en medio del murmullo del viento y el crujido de las hojas cayendo.

Fue un beso lento. Torpe al principio. Casi temeroso.

Pero luego... se volvió suave, cálido, honesto. Como si se dijeran todo lo que las palabras nunca supieron decir. Como si se perdonaran por cada herida, cada lágrima, cada segundo de miedo.

Cami entrelazó sus dedos con los de él.

Seungmin la sostuvo como si fuera la única verdad en todo el universo.

Cuando se separaron, no se dijeron nada. Solo se miraron, y sus ojos brillaban como si el mundo acabara de comenzar de nuevo.



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En el texto hay: fanfic, skz, straykids

Editado: 12.04.2025

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