Cuando Maximiliano llegaba a cualquier lugar, su gran altura, su ancha espalda seguido de esos músculos que se amoldaba a su cuerpo como un uniforme de algún superhéroe, todo ese paquete hacía que más de una girara a admirarlo, como si de mister universo pasara por su lado. No pregunto, no toco la puerta, solo ingreso al consultorio del médico, sin ningún gesto de haber cometido algún error
—Te aprecio mucho Apolinaria como si fueras de la familia, pero no entiendo a que me has hecho venir, si sabes que mi tiempo debo emplearlo en otras cosas, si tu bebé está bien, no hay otra cosa por lo que deba yo estar aquí — Él preferiría mil veces estar haciendo llamadas, hablando con los detectives privados, con los policías que había comprado para acelerar las investigaciones, todo menos estar en ese lugar que le traía tan malos recuerdos, ya que cuando despertó estaba en un uno de esos, fue cuando logro ser consciente de la pesadilla que sería su vida.
—Señor, si no fuera algo importante no lo hubiera citado, el doctor tiene que hablar con usted acerca de Mary — Cuando oyó ese nombre, sintió que le había arrojado una bofetada directo a la cara, era como si le recordaran lo miserable que era su vida desde que secuestraron a su esposa y le recordarán lo inútil que era por no haberla hallado aun teniendo dinero y poder, pero bien dicen ni con todo el dinero del mundo puedes comprar tu felicidad, aquella que estaba tan lejos, al contrario, lo había sumido en una profunda agonía, que crecía al son de cada amanecer.
—No estoy para estupideces como esa que sea la última vez que me haces venir para cosas como esta sin sentido, sabes lo que ella significa para mí y la desesperación en que soy preso, así que con su permiso no pienso perder más mi tiempo en tonterías como estas— No pudo salir del consultorio, ya que las palabras que diría el médico, hicieron que su mundo diera otro vuelco, que su vida se pusiera nuevamente de cabeza, creyendo que algo así no podría suceder, ¿por qué justo ahora? ¿Por qué la vida lo trataba de manera tan cruel? Tal vez estaba pagando en vida todo aquel mal que había hecho a otros.
—Señor, yo atendí a su esposa un día antes de su boda — La sangre le hervía, su razonamiento se había ido al tacho, tomo del cuello al médico y con la mirada llena de furia lo estampó contra la pared y le dijo con su rostro muy cerca al de él sin llegar a suavizar su agarre sobre el pobre médico que estaba horrorizado.
—¿Quién mierda se cree usted para examinar a mi esposa? ¿Quién se cree para tocarle un cabello? No tiene una idea con la esposa de quien se ha metido imbécil — Apolinaria trato de persuadirlo y hacerlo entrar en razón.
—Vamos tranquilícese, déjelo hablar que es importante, ¡Ya doctor no sea marica y hable! Que este hombre es capaz de matarlo si sigue temblando como gelatina — Era la verdad el doctor se había puesto pálido del terror, es que metro cincuenta era como DAVID Y GOLIAT, trato de recobrar la ecuanimidad.
—Señor Del Monte, yo soy médico, entienda lo que quiero decir, la señora se vino a examinar, porque no se sentía bien y se le mandó a hacer unos exámenes de sangre para descartar o confirmar algún elemento extraño en ella y además más que todo para confirmar mis sospechas — Trataba de calmarse lo solo de golpe, desesperando se empezaba a jalar del cabello sin poder creer que más tenía que descubrir, de que otras formas la vida lo estaba castigando sin entender por qué tenía que castigarla a ella también.
》 Su esposa se hizo exámenes de sangre porque presentaba síntomas que corresponden a un embarazo en su primer trimestre y los que se realizó lo confirmaron, la señora está embarazada, además necesita medicarse mostraba un nivel de hemoglobina muy bajo y eso puede ser perjudicial para el no nato, nunca la pudimos ubicar para poder darle los resultados — Cuando escuchó lo que el médico le dijo, lo soltó de inmediato y luego tuvo que sostenerse de la pared para no caer al suelo, se puso pálido, sentía que los oídos le zumbaban y un frío recorrió su columna vertebral, ¿embarazada? Su esposa está embarazada, debería ser la mejor noticia del mundo, pero saberla lejos y corriendo peligro lo hizo caer preso de la desesperación, empezó a lanzar las cosas del consultorio, no media su fuerza, la lámpara, el archivero de metal, los cuadros de la pared, lanzando sillas de plásticas al suelo nada lo podía controlar, el médico llamo a seguridad, entre tres sujetos lo tuvieron que paralizar para que el médico le aplicara un sedante que tardo segundos en hacer efecto.
—¿Qué le sucedió a Maximiliano? — Fue la primera pregunta que Paulina hizo, quien había ido por un café para ambos, cuando lo vio ser trasladado en una camilla y con rumores de la gente que se encontraba a su alrededor.
—Creo que eso no es algo que debería interesarte, es un tema familiar y tu Del Monte no eres — Tratando de restarle importancia a su presencia, a lo que Paulina la tomo de la muñeca.
—A mí no me hables así, tú no eres más que una empleada, alguien del servicio y yo soy amiga de su esposa, soy como de la familia, deberías respetar las diferencias, no sé por qué te han dado tanta confianza, como dicen a la servidumbre le das la mano y se van hasta los codos — Apolinaria la miro de arriba abajo e hizo que la soltara,
—Primero que nada, no soy una simple empleada soy quien los conoce hace muchos años y los quiero como si fuera mi familia, tú no eres más que una aprovechada que quiere y está a la espera de cualquier debilidad para metértele por los ojos al patrón aprovechando todo el caos a su alrededor, no soy idiota Paulina a kilómetros se nota tus intenciones, así que con o sin tu permiso— Para finalmente deshacerse de Paulina y seguir a Maximiliano hasta la habitación donde era trasladado mientras dejaba a una caprichuda y berrinchuda Paulina zapateando y quejándose como si una niña pequeña se tratase.