Vidas Secretas

PARTE UNO

 

 

Cuando el odio y el rencor desmedido hace de las suyas, la lógica no existe, la idea de familia es tirada por un barranco, porque cuando guardas sentimientos mal sanos guiados por una maquiavélica mente, finalmente tu corazón se trasforma, se torna negro tan negro como una noche sin luna llena, como un pozo sin fondo, como solo el color del odio.



—Deshazte de ella Carlo y no quiero rastros de esa traidora, no me importa que sea mi querida hermanita. — Carlo la arrojó al suelo sin ningún tipo de delicadeza, no podía hacer nada, después de todo se supone que él también estaba bajo el yugo de aquel hombre sin corazón y sin sentimientos, que no tenía ni una pisca de la empatía que se supone tiene el ser humano común y corriente, pero en Ángelo eso no existe en su mente o su vocabulario.



—¡No soy ninguna traidora! Solo que no quiero dirigir este mundo y menos contigo, donde a las personas no le importa nada, solo este mundo oscuro sin remordimientos, ¡no les importa el daño que causan a su alrededor, me niego a seguir siendo parte de esto.

 

Aun viéndose en el suelo y sin ninguna salida, su orgullo y decencia no iban a ser mancilladas más de lo que ya estaban, no iba a dejar que la utilicen como carne de cañón, no iba a dejar que él hiciera su vida aún más miserable, no iba a dejar que la usaran como un objeto de intercambio solo por el hambre de más poder, porque nacer mujer fue su maldición si se trataba de la vida que querían que viviera. Y con quien vivirla



—¡Es el mundo que creciste, es el mundo donde viviste llena de lujos y nunca te quejaste!, eres tan ingenua, acaso no sabes a cuantas mujeres más agraciadas que tú hemos vendido a lo largo de los años, no sabes cuantos niños hemos arrancado de los pechos de sus madres y vendido al mejor postor o cuanta mercancía nada legal ha pasado por los puertos en ese hermoso yate a que tanto te gustaba ir y hacías tus fiestas ¿Acaso no lo recuerdas? O ¿Prefieres no recordar hermanita? —Cuando eres niña, no eres capaz de creer que tu superhéroe es alguien sin escrúpulos, un hombre que se dedicaba a transportar aquello que tanto hace daño a través del mundo, no podía negar que cuando iba creciendo se fue dando cuenta de la verdad tras tanto lujo, pero tales atrocidades jamás habían sido reales hasta que Ángelo llegó a sus vidas y eso ella lo sabía, así como también desconocía lo que su hermano era capaz de hacer, como ahora que sin ningún miramiento es capaz de hacer que asesinen a sangre de su sangre. Pero aun lo que ella desconocía que Ángelo, lo que ella creía que él sería capaz de hacer no era nada a comparación de lo que de verdad era capaz de hacer, si alguien se interponía en su camino, no tenía idea hasta donde llegaba esas ganas de arrasar con todo, esas ganas de que el mundo le tema, ese era su hermano.



—¡Eres un monstruo Ángelo, un monstruo, te odio, te juro que te odio! — Tratando de írsele encima a su hermano, siendo detenido por las guardias de seguridad y hasta el mismo Carlo, que debía mostrarse duro y sin sentimiento al tratar así a quien fue alguna vez su mejor amiga y su amor imposible.



—Tranquila hermanita, no verás más a este monstruo o algún otro, ya sabes qué hacer sin miramientos, trátala como una traidora más, una que se negó a seguir las órdenes de la familia Rinaldi y no quiero te repito, no quiero rastro de ella en los alrededores y dásela de comer a los perros hambrientos que deambulan por el bosque del territorio si es necesario, no quiero que lo hagas aquí porque mancharías la alfombra—. Ni siquiera los psicópatas o los emblemáticos asesinos en serie eran capaces de tanto, nadie podía pronunciar palabras de ese tipo tratándose de tu única familia, después de todo estaría tan solo como sus atrocidades lo han dejado estar y ahora más que nunca.



—Sí, señor de inmediato, ¡Vamos adelante, camina traidora, te enseñaré que las órdenes de la familia se acatan!

 

 

Cuando se llevaron a su hermana entre gritos desesperados suplicando que no lo hicieran, ellos la habían visto crecer y ahora pretendían acabar con ella sin remordimientos o lucha de consciencia, bueno eso es lo que su mente le decía, mientras tanto Ángelo se quedó observando el gran cuadro del salón principal, aquel donde figuraban su padre, su madrastra, su hermana a la derecha y él a la izquierda con su mano sobre el hombro de su padre todos vestidos elegantemente, fue tomada en el cumpleaños número dieciocho de su única hermana, justo antes que el odio y rencor se apoderará de él por completo, llevando su alma a una oscuridad del cual no quería salir, no importaba si su propia familia era víctima o si él era el victimario, cuando en su mente se le metía algo nada ni nadie podía contra ello, solo importaba el poder, ser el amo y señor de esas tierras, controlar cada centímetro de ella, ya había logrado lo que tanto quería, que nadie se burlaba del hijo mayor de los Rinaldi absolutamente nadie y si lo hacían ya habían pagado con su vida o estaban a punto de hacerlo tal cual su querida hermanita.

 

 

 




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