Vidas Secretas

PARTE SIETE

 

ITALIA

 

—Nana Lita, tengo miedo ¿Y si se da cuenta? — Mientras guardaba ropa en una maleta.

 

—Mi niña hermosa — Acariciando su mejilla — Estas listas estoy segura, tengo que salir antes que tú para no ser evidente y luego tú me sigues, ya sabes cómo hacerlo, te espero con los brazos abiertos en la casa de mi hija y su esposo, mi nieto Sebastián, es ya todo un hombre y tiene casi tu edad, es un muchacho ya hecho y derecho.

 

—Estoy ansiosa, nerviosa y hasta angustiada, ojalá todo salga bien nana y poder hacer una vida allá contigo y tu familia para luego un día regresar y hacerle pagar a Ángelo todo lo que ha hecho, él es un asesino despiadado, ser testigos de los horrores que ha cometido, me ha sentir asqueada de tener su mismo apellido, de que por mis venas corra su mismo tipo de sangre— Mientras se sentaba al borde, la cama con las manos a los lados, mirando hacia el vacío.

 

«»Es increíble que gracias a él no puedo tener ni una fotografía de mis padres y las pocas que había tú las has mandado a guardar con tu familia, mi hermano ha borrado en estos años cualquier vestigio de mi familia en esta casa, casi todos los días hace fiestas que a papá lo espantaría, drogas, mujeres, armas, papá nunca traía esas cosas a casa, no me mires así nana Lita, sé qué hacía papá, pero él me tenía alejada de todo aquello, tan ajena a todo este mundo y ahora entiendo que era para protegerme. Por él y mamá hago todo esto — Lanzando un fuerte suspiro, se levantó y abrazo a su nana.

 

«Para mí eres la única familia que me queda, eres mi familia Nana, nunca lo olvides, gracias por todo que has hecho por mí este tiempo, me has enseñado a defenderme y eso no tiene precio.

 

Lloraron unos minutos juntas y la acompaño al auto que la llevaría al aeropuerto, no sin antes hablarle al oído cuando volvieron a abrazarse como despida.

 

—Sabes que eres como una hija para mí y todo lo que he hecho es porque el enorme cariño, amor que te tengo y aún conservo por tus padres, ya sabes qué hacen y en una semana te veo allá, no olvides donde están los papeles.

 

DOS DÍAS DESPUÉS

 

—Hola Carlo, ¿Todo bien? ¿Por qué me mira de esa manera? — Todo en ella tembló, su corazón se agitó de mil y una formas, sentía que se podía a desmayar.

 

—¿Por qué Rosalina? ¿Por qué lo hiciste? ¿Qué tenías en la cabeza? No debiste hacer nada, tu hermano es un demonio y aun así lo has desafiado, cuando supe pensé que era mentira o una broma de mal gusto, siempre hemos sido amigos desde niños y me va a doler mucho lo que tu hermano decida para ti — Mientras Carlo la tomaba del brazo y la jalaba hacia el salón principal.

 

—¿Dónde me llevas? ¿Carlo que estás haciendo? Por Dios no lo hagas, si me tienes un poco de cariño no lo hagas, por favor, te lo ruego no lo hagas.

 

—Deshazte de ella Carlo y no quiero rastros de esa traidora, no me importa que sea mi querida hermanita. — Carlo la arrojó al suelo sin ningún tipo de delicadeza.

 

—¡No soy ninguna traidora, solo que no quiero dirigir este mundo y menos contigo, donde a las personas no le importa nada, solo este mundo oscuro sin remordimientos, no les importa el daño que causan a su alrededor, me niego a seguir siendo parte de esto, eres un monstruo — Aun viéndose en el suelo y sin ninguna salida, su orgullo y decencia no iban a ser mancilladas más de lo que ya estaban.

 

—¡Es el mundo que creciste, es el mundo donde viviste llena de lujos y nunca te quejaste!, eres tan ingenua, acaso no sabes a cuantas mujeres más agraciadas que tú has vendido atreves de los años, no sabes cuantos niños hemos arrancado de los pechos de sus madres y vendido al mejor postor o cuanta droga ha pasado por los puertos en ese hermoso yate a que tanto te gustaba ir y hacías tus fiestas ¿Acaso no lo recuerdas? O ¿Prefieres no recordar hermanita? — Mientras una sonrisa se dibujaba en su rostro.

 

—¡Eres un desgraciado Ángelo, un monstruo, te odio, te juro que te odio! — Tratando de írsele encima a su hermano siendo detenido por las guardias de seguridad.

 

—Tranquila hermanita, no verás nunca a este monstruo o algún otro, Carlo sin miramientos, trátala como una traidora más, una que se negó a seguir las órdenes de los Rinaldi y no quiero te repito, no quiero rastro de ella en los alrededores y dásela de comer a los perros hambrientos que deambulan por el bosque del territorio.

 

—Sí, señor de inmediato, ¡Vamos adelante, camina traidora, te enseñaré que las órdenes de la familia se acatan!

 

Le cubrió el rostro con unas vendas y la subió al jeep, solo era ellos dos, tal cual lo había solicitado el jefe de los Rinaldi, Carlos había presentido algún momento que algo como esto sucedería, quería tanto a su querida Rosalina, que podía hacer una locura cuyas consecuencias podrían   traer consecuencias fatales.




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