—¡Papito, te extrañé mucho! — Mientras se sujetaba de su cuello y le daba muchos besos en el rostro de Maximiliano, ese niño era su mundo, su adoración cuando estaba con su pequeño, él era otro, le daba todo el amor que su madre le hubiera querido dar.
— Y yo, a ti campeón, te extrañé un montón y eso que solo fueron horas, ¿Cómo te fue en la escuela? Quiero que mi maravilloso hijo me cuente todo— Mientras lo cargaba hasta el salón principal para que almorzaran juntos como tantas veces.
— ¡Gaby se cayó de la res baladilla y yo la ayudé a levantarse y me dijo gracias, papi, me dijo gracias! — La emoción de su hijo lo llenaba de una alegría que no sentía hacía mucho.
—Ya vez campeona siendo un buen chico, a las niñas hay que tratarlas con mucho amor y delicadeza como si fueran el pétalo de una rosa, además con tu acto la niña que te gusta se da cuenta — Mientras le colocaba la servilleta sobre el cuello y le servían la comida.
— ¡No me gusta Gaby, papi, ella es mi amiga! — Y empezó a pelearse con la carme, ya que aún no sabía cómo cortarla bien.
—No te enojes campeón, solo un decir, vamos, yo te ayudo, por cierto, dejaron un libro que olvidaste en la escuela — Y de pronto Maxi, se dio un golpe el mismo con la palma de su mano.
«¿Qué fue con eso campeón, que sucedió? — Mientras lo observaba como su hijo cerraba los ojos, justo como lo hacía su madre.
— Es que papi, recién me acuerdo de que lo deje debajo de mesa de dibujo ¿Vino la maestra linda?
— ¿Maestra linda? Así se llama Linda. — Y se regresaba a su asiento a empezar a comer.
—No, papi, se llama miss Mary, pero es tan linda que los niños le hemos cambiado el nombre, ella es muy muy muy bonita, papi deberías conocerla, tienes unos ojotes así y su cabello es rubio hasta aquí, donde está su cintura — Y se lo dijo como si nada y se llevaba la carne a la boca y le daba una sonrisa enorme a su hijo.
Cuando estaba a punto de terminar de comer, se oyó en la sala una voz que hizo que el pequeño, con todo el temor del mundo y como si fuera un auto reflejo, agachara la cabeza y su cuerpecito empezara a temblar ligeramente, algo que pasó desapercibido para su padre.
— ¡Mi hermosa familia ¿Cómo están? ¿Qué ya empezaron a almorzar sin mí? Oigan, ustedes me sirven un plato, querido hijo, ¿Cómo has estado? — Maximiliano se limpió la comisura de los labios con la servilleta, se acercó a Doña Margarita, que venía vestida como si estuviera en otra época un vestido acampanado y guantes negros, Maximiliano saco la silla para que ella se sentara.
—Maximiliano Del Monte no sabes saludar a tu abuela, la que te ha extrañado tanto — Mientras se tomaba una copa de vino que le habían servido.
—Yo este, hola, abuela, papi, ya terminé, puedo ir a lavarme los dientes y hacer mis tareas.
— Si hijo, anda, ve — Maxi, se fue raudo, lo más rápido que sus pequeños pies le permitían, a veces el miedo da pequeñas señales que pasan desapercibidas para muchos.
—Sabes que tu hijo es un mal educado, esa no es manera de saludar a su abuela, te lo dije hace años Maximiliano lo hubieras llevado a un internado.
Cuando oía esas palabras internado, la rabia lo invadía, detestaba que ella hablara de esa manera, pretende que él por voluntad propia alejara a su pequeño hijo, era inaudito.
—Yo la respeto mucho Doña Margarita, por ser la abuela de mi hijo y la madre de mi querida Azul, pero no le voy a permitir que traiga ese tema, cuando sabe perfectamente que opino al respecto, es mi único hijo, es el fruto del amor de su hija y mío, así que jamás escuche bien jamás lo podría alejar de mi lado, ya bastante tiene con no recordar a su madre o nunca preguntar por ella, como para que usted pretenda que lo aparte de mi lado, y me disculpa, pero se me acaba de ir el apetito. —Lanzo la servilleta y aunque no había terminado, le dirigió una mirada dura a la mujer delante de él, quien no creía que un simple comentario lo hubiera alterado a ese punto
— Disculpa hijo, lo último que quería era molestarte, había olvidado que ese tema era un asunto muy delicado para ti, discúlpame, te reitero y olvidemos el tema por favor.
AL DÍA SIGUIENTE
—Muy bien niños pueden salir al recreo, no se empujen y cualquier cosa yo lo estoy viendo, ten mucho cuidado Gaby sí — Mientras los niños salían, algunos le dejaban algo sobre su escritorio, alguna fruta, un juguete o una carta con dibujos a lo que ella solo atinaba a acariciar sus cabellos y sonreír de la manera que solo ella podía.
—Maxi ¿Va a venir tu papá a la reunión de padres? —Mientras se balanceaba sobre un columpio.
—Si Beni, me prometió que él vendría, yo le dije al tío Edward que no se olvide de avisarle. Además, quiero que conozca a la Miss Linda, ella es muy bonita y su sonrisa es como la de un ángel. — Y se subía en él, sube y baja mientras otros niños se colgaban de algunos juegos y otros corrían uno tras el otro y unas niñas se peinaban o hacían las trenzas.