Vidas Secretas

PARTE DIESISEIS

 

—Maestra ya vine, mire traje a mi papi, y se echó mucha colonia huele rico mi papi — Cuando Mary volteo para abrazar al pequeño Maxi, su mandíbula casi caía al piso, estaba ese hombre que, aunque ella no quiera no había salido de su mente desde que lo conoció, pero el problema no era su presencia, sino, que venía vestido con un pantalón a juego con una chaqueta deportiva en tono azul marino y una camiseta blanca que por el cierre abierto era fácil de ver los músculos por lo pegada que le quedaba, a eso sumándote una gorra negra y unas gafas oscuras, parecía sacado de una película.

 

—Hola, Maxito ¿Cómo amaneciste campeón?, buenos tardes, señor Del Monte es un gusto que haya priorizado a su hijo y su bienestar emocional — Dando una sonrisa a lo que Él tuvo que bajar ligeramente las gafas para poder observarla bien, como puede ser tan seca y dura con él sin perder la sonrisa y esa aura de ángel que traía, debería molestarse por cuestionarlo como lo está haciendo, pero era inevitable que un leve cosquilleo se incrustaba en su interior sin siquiera darse cuenta, solo su hijo era capaz de provocar esos sentimientos, en ese momento al entrar a la escuela el sanguinario, el imperturbable, el hombre frío sin remordimientos no existía, solo era un padre de familia que iba a acompañar a su hijo a un paseo del colegio, aunque detestara ese tipo de ambientes; sin embargo, era capaz de muchas cosas solo para ver esa enorme sonrisa que su hijo tenía, sabía que había estado viajando mucho últimamente y quería compensarlo, como una vez le dijeron, ni con todo el dinero del mundo puedes recuperar el tiempo perdido, por lo que tuvo que priorizarlo, como decía la mujer a la que no había dejado de ver ni un momento agradecía esos lentes que lo hacían disimular su descaro,  

 

—Muy buenos días, maestra, es un gusto poder compartir con usted y estos angelitos que veo que ya van llegando, estoy a su entera disposición, dígame para que soy bueno — Estirando sus brazos mostrándose tal cual con una sonrisa que la dejo como si el tiempo se detuviera o pasara lento «Maldita sea ¿Por qué tendrías que ser tan atractivo? — Pensaba ella al observarlo de pies a cabeza, algo que no pasó desapercibido para Maximiliano que estirando aún más su sonrisa tomo a su hijo de la mano y paso, por el lado, de Mary, muy pegado a ella le dijo al oído unas palabras que parecía que alguien había abierto todas las ventanas y encendido el maldito aire acondicionado, porque hizo que su cuerpo la traicionara y se encendiera a grados algo vergonzosos para una maestra el imaginar al padre de uno de sus alumnos su mente le estaba jugando sucio y bastante.

 

—Creo a la maestra le gusta lo que ve, no tengo problema si quiere ver más allá.

 

—¡Reacciona carajo! — Tenía que salir del trance o el alejar de su mente lo que se imaginaba ella con esas palabras, verlo, sentir que la recuestaba contra el escritorio, lanzando todo a su paso, tocándola por sobre la ropa con la mirada de un lobo a punto de comerse su presa.

 

—Mary, aquí estabas mira, ya tengo los papeles que faltaban, ya están completos, vamos de una vez — Regresándola a la tierra y agradecía de tantas formas alejarla de esos pensamientos, sus mejillas estaban sonrojadas.

 

—¿Estás bien mujer?, no hace tanto calor, ¿Por qué estás así? — Como le iba a contar que todo eso se debía a un semental de metro ochenta, facciones definidas, una barba que lo hacía ver más sexi de lo que era cualquier otro hombre que ella había conocido, un hombre que con una sonrisa había provocado que todo en ella temblara y sintiera que necesitaba una ducha de agua helada.

 

—Son figuraciones tuyas mujer, vamos que ya deben estar inquietos y los pobres padres deben estar queriendo huir lejos de aquí.

 

Entraron a al bus con los niños y los cinco padres de familia, tres padres y dos madres que realmente habían venido sabiendo que Maximiliano Del Monte estaba entre los presentes, luego de un par de indicaciones y sin poder dejar de quitar la vista de Maximiliano, quien disfrutaba y no quería admitir el porqué, el juego le encantaba y se sentía ganador sin saber que al final la presa seria él.

 

Minutos después, Paulina logro observar a dos camionetas blindadas de color oscuro siguiéndolas.

 

—Vistes esas camionetas que nos están siguiendo — Haciendo que Mary fijara su mirada a un lado del auto bus, algo que Maximiliano observo y lo menos que quería era hacer notar a sus hombres, testeo un mensaje al teléfono de Edward y en el acto sus hombres cambiaron su rumbo que a decir verdad sería solo por unos minutos.

 

—No veo nada amiga, te debió parecer ¿Quién nos va a seguir? Ni que lleváramos a alguien de la realeza. — Pero por dentro sintió por unos segundos que su pasado haya regresado antes de tiempo.

 

—Si tú lo dices, puede ser, pero dime ¿Por qué el señor Del Monte no aparta la mirada de ti? No lo niegues porque eso es evidente.

 

—No sé de qué me hablas, ahora mejor vamos a cantar, las ruedas giran y giran — sonriendo haciendo que todos empezaran a cantar, haciendo que Paulina riera por dentro, sería algo cómico, ya que un hombre con la fama de Maximiliano jamás se metería con una simple maestra de kínder.




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