—Papá ya, me lo prometiste — Maxito estaba con los brazos cruzados haciendo un puchero mientras Maximiliano tomaba su teléfono para marcarle a Mary, no podía creer que su hijo de cinco años lo está orillando a tomar cartas en el asunto a algo que le estaba dando largas, aquel día de la salida al zoológico cuando se supone que debía preguntarle sobre la respuesta decidió dejarlo pasar, le pareció una mala idea invitarla a salir después de haberla besado, un impulso que lo llevo a sentir remordimientos y pesadillas, creía que tal vez esa mujer se haría ideas falsas, así que intento esquivarla, pero ciertamente era algo inevitable teniendo un hijo que la quería hacer de cupido, es que Miss linda era una persona muy importante para ese niño de tan solo cinco años que ante de conocerla era un niño tímido y hasta huraño y engreído, todo eso producto de la mala influencia de su abuela quien gracias a Dios siempre paraba de viaje en viaje y solo venía de vez en cuando, él prefería estar jugando en su habitación que pasar tiempo con ella, aunque no recordaba las palabras precisas algo dentro de él le decía que esa señora que decía ser su abuela y que delante de su padre era una abuela supuestamente maravillosa muy en el fondo no era buena.
«Papá, vamos márcale y le preguntas así ¿Quiere salir a comer conmigo? Ya vez es muy muy fácil
—¿Cómo sabes tú de esas cosas? Solo eres un niño.
—No papi, ya tengo así ¿Ves? Cinco años, ya no soy un bebé.— El verlo tan alegre y entusiasmado lo hizo sentir un poco mal después de todo en realidad no buscaba una relación con nadie, se prometió al mismo nunca más intentar nada con ninguna mujer, en estos años hubo muchas mujeres que intentaron meterse con él, hasta creaban escenas para forzarlo de alguna manera, pero les aclaró que Maximiliano Del Monte nadie lo fuerza absolutamente nadie desde políticos hasta altos mandos policiales con quien tenía distintos tratos pusieron a sus hijas en bandera de plata, pero se rehusaba por más ventajoso que esto fuera, pero aquí estaba un pequeño y diminuto hombrecito mirándola expectante a que su padre le hiciera caso.
—Ya campeón, ya estoy marcando ¿Contento? — Mientras rogaba que no contestará dos timbradas después, mientras que en su habitación, dejando peluca a un lado dispuesta a tomarse una ducha y así borrar cualquier vestigio de mal recuerdo, pero no pudo evitar contestar su teléfono.
—Sí — A la otra línea se escuchó un suspiro y un pequeño grito de «Si contesto ya vez papi te dije, en eso ella entendió que se traba de Maximiliano Del Monte, el padre de Maxito como de cariño le decía ella, el hombre que se había atrevido a besarla sin su permiso. Aunque tampoco es que hubiera atrevido a rechazarlo si se lo hubiera pedido.
—Buenos días, este bueno quería invitarla a cenar esta noche y que me cuente de los avances de mi hijo en la escuela, usted entenderá no es igual que le pregunte en el salón de clases delante de los padres a hacerlo de manera personal, además que saldré de viaje y no sé si podré hacerlo luego.
Hablo tan rápido y de manera atropellada que casi no le entendía, cena viaje hijo fue lo que más llamo su atención, ¿Qué podría pasar con una simple cena? Se preguntaba ella por unos segundos, no estaba haciendo nada malo, además que esto no afectaría sus planes, solo es una salida a cenar con un hombre que le alborotaba las hormonas como ningún otro, un hombre el cual deseaba volver a probar sus besos, no eso último no debía pensarlo, pero igual
—¿Cenar dice? Está bien, pero nada lujoso o algo parecido, porque después de todo es para hablar de Maxito. — Sonreía sin darse cuenta, sus mejillas se ruborizaron.
—Si tiene toda la razón, entonces esta noche a las ocho en el restaurante de Franshesco que está cerca de la escuela, es un lugar cómodo y con una comida deliciosa — Mientras Maxito aplaudía muy emocionado «Todo está saliendo de acuerdo al plan, cenaran, se enamoraran y luego se casaran, listo tengo nueva mami, pensaba el dulce e inocente pequeño, pensando que sería así de fácil y sin complicaciones algo tan alejado de la realidad.
Cortaron la llamada ya a Maximiliano le empezaba a doler la cabeza, tal vez debía ser más duro con su hijo y no hacerle pensar que la vida sería así de fácil y que le daría siempre todo lo que quisiera. Cargo a su hijo, lo sentó sobre su rodilla y decidió hablar con él para que el pequeño no se creara películas en su cabecita.
—Campeón aclaremos algo muy bien, saldré a cenar con ella para hablar de ti nada más.
Aunque el pequeño le hacía creer que lo oía, realmente estaba viendo una mariposa que pasaba justo en ese momento, al parecer la puerta del enorme jardín de la mansión Del Monte estaba abierta.
—Si papi claro, bájame voy a jugar con las mariposas — Así lo hizo, se bajó de las rodillas de su padre y salió corriendo a tratar de atrapar las mariposas, tomo una de ellas y la tapo con las manos, Maximiliano se acercó a él y le pregunto.
—¿Qué harás con ella? ¿La liberaras o la aplastaras? Después de todo es un insecto — Inclinándose a su nivel para poder conversar con él.