Vidas Secretas

PARTE VEINTICINCO

 

—Mira Rashel, si lo que buscas es hacerte un nombre tienes que bailar donde sea, lo siento cariño desde que te despidieron del Purgatorio, has estado muy quisquillosa entre otras cosas

 

—Si lo sé, pero ese lugar es un asco, no pudiste encontrar algo mejor — Mientras lo dejaba entrar a su departamento.


—Que quieres que haga, si cuando piden tu identificación te niegas a darla, ni yo sé cuál es tu verdadero nombre, porque eso de que soy Rashel y punto, no es algo que convenza a cualquiera y eso que soy algo así como tu representante, pero porque tanta resistencia a ese lugar


Si te contara, pensaba ella para luego recordar que fue el primer lugar donde se atrevió a bailar, porque le contaron qué hay se reunían la mayoría de guardias de seguridad de los hombres de peso de la ciudad.


—Tú no entenderías Jeffrey, tú no entenderías —Y cerraba la puerta para luego servirse una taza de café.

—Ilumíname cariño, que para eso estoy acá.


—Es que ese lugar, ya no me mires así te voy a contar, fue el primero lugar donde baile y el dueño del lugar es un sádico que intento que le pagara derecho de piso ¿Me entiendes cierto? — De solo recordar su cuerpo se estremecía, como había tenido que golpearlo para que no terminara abusando de ella.


—¡Santa Mierda Rashel! — Para luego taparse la boca por la sorpresa y porque había metido la pata.


»» Lo siento cariño, yo no sabía — Para luego abrazarla— Lo siento de verdad, pero hay un problema, ya acepté y tanto tú como yo sabemos que a ese tipo de lugares no se puede uno retractar, pero juro que no me despegaré de ti,   te prometo que luego de hoy nunca más un lugar así palabra de niña abeja. — levantando la mano y haciendo una especie de juramento al ponerla sobre su pecho.


—¿Niña qué?


—Niña abeja, muñeca, algo así como los scouts los varones — como si fuera un tema tan común


—La verdad es que no sé qué eso recién me vengo a enterar, ilumíname con tu sabiduría y ten piedad de esta pobre ignorante — Mientras se sentaba en el sofá y cruzaba las piernas para luego apoyar sus codos sobre sus rodillas y prestarle toda la atención del mundo.



—No sé en qué mundo has vivido de niña, que un castillo o fortaleza tipo muralla o qué onda contigo — Para luego pasar a explicarle, pero como le decía ella que vivió toda su vida en Zannone es una isla en el mar Tirreno, frente a la costa oeste de Italia, que es parte de las Islas Pontine así que la palabra niña abeja o niños scout, no estaba en su vocabulario, había recibido educación desde casa con decenas de tutores que la presionaban con ser la mejor, pero que, por otro lado, recibía el amor y cariño de sus padres.


Un par de horas después se encontraba vestida con una gabardina color piel, un sombrero negro y unos tacones agujas número siete.


—Me muero de frío — Mientras se abrazaba a sí misma y caminaba unas cuadras, ya que el estacionamiento estaba algo alejado del lugar.


—Quien te manda a venir con el atuendo puesto, cuando pudiste venir hasta aquí y cambiarte en el baño, así que amárrate las trompas y aguántate —Le causa algo de gracia el comentario, pero ni loca se venía sin su atuendo y que alguien la pueda ver, pero bajo este atuendo sumado a los lentes oscuros y la peluca negra sería imposible, además veía poco probable que los padres de sus niños visitarán lugares como este.


Cuando llego al lugar entro por la puerta trasera como siempre hacía, pero al ingresar quedo sorprendida no era el mismo cuchitril que recordaba, era inmenso, había jacuzzis, hombres sumergidos en ellos, junto con algunas mujeres a su alrededor, no había un escenario era una piscina el único escenario era una especia de jaula en la esquina cuatro para ser exactos.


—Jeffrey, este no es el mismo lugar ¿Dónde me has traído? — Tomándolo del brazo y apartándolo a un lado del tumulto.



—Que es el mismo Poseidón, solo que olvide decirte que el viejo dueño murió y es su hijo quien sigue con el negocio, creo que se llama Charlie, es superbuena onda, en serio.



Se acercó a ella, un hombre de pantalones ajustados y camisa entre abierta dejando al descubierto los vellos de su pecho y las cadenas de oro macizo que colgaba de su cuello, sumándole los enormes que lucía con tanto orgullo y ese diente dorado que le daba un aspecto tan corriente, aunque él pensaba que se veía de lo más sofisticado.



—Hermosa Rashel es un honor tenerte en mi humilde negocio —Beso el dorso de su mano a lo que a ella en vez de provocar placer lo que hizo es que le diera ganas de correr al baño y devolver el almuerzo de hace unas horas, pero tenía que ser Rashel una mujer seductora, capaz de hacer que cualquier hombre cayera a sus pies, aunque este le causara repulsión por la manera tan descarada con que estudiaba su cuerpo.



—El gusto es mío en realidad, hermoso lugar bastante diferente tiene un excelente gusto. — Para sentarse cerca de la barra y cruzar de manera tan sugestiva la puerta que el hombre tuvo que morderse los labios para no dejar oír algún aullido de lobo excitado por ese hermoso par de piernas que lo tentaban ya habría tiempo para hacer alguna jugada pensaba él.




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