Vidas Secretas

PARTE VEINTINUEVE

 

Mientras que Maximiliano daba vueltas en la sala del departamento tratando de analizar sus verdaderos sentimientos, aquellos que traían su mente y corazón vueltos locos, Mary no quería aceptar lo que en el fondo ya sabía, ella no dejaba de pensar cómo se sintió su corazón cuando reconoció su aroma, no entendía y no quería entender, ella no debía enamorarse de nadie, su propósito no era enamorarse de ningún hombre y el amor no tenía nada que ver en su misión.

 

—¿En qué momento desenfoqué mi rumbo? ¿Se supone que para esta época ya tendría todo lo necesario para hundir a mi hermano? Tengo que volver a enfocarme en lo que de verdad vale la pena, tengo que hacer lo que tengo que hacer — Mientras estornudaba una y otra vez hasta que la puerta se abrió y era Maximiliano preocupado por ella, al verlo sintió sus mejillas sonrojar y soltó de manera automática la almohada que segundos antes había aspirado como a brisa de verano.

 

—¿Te encuentras bien? La enfermera está llegando — Mientras la observaba sin dejar de ver sus labios, como podía no dejar de verlos si ellos le habían devuelto esa energía que creía perdida.

 

—No es necesario, ya me siento mejor—Sentí que ya había hecho demasiado por ella, no quería deberle más favores, aunque muy en el fondo sentía que en cualquier momento se le treparía encima y sujetaría de las caderas, no sabía si era la fiebre, pero sentía unas enormes ganas de devorarlo a besos.

 

—Te acabo de oír tus estornudos hasta la sala, así que eso de que te sientes mejor no es más que una patraña — Mientras se sentaba al borde de la cama y toco su frente para comprobar que todo estuviera bien, pero no pudo evitar que mano acariciara su rostro, sintiendo lo suave y casi como terciopelo era su piel, Mary sintió que su corazón saltaba como loco sin descanso, no pudo evitar cerrar los ojos y disfrutar esos segundos mientras Maximiliano dejaba sus dedos acariciar hasta el borde sus labios esos labios lo tentaban, era como si lo llamaban a devorarlos no se pudo contener y esta vez de manera consciente, los tomo, los devoro y se apoderó de ellos de una manera desenfrenada, sus labios se juntaron y danzaron al compás de sus pasiones, la atracción se estaba confirmando, si antes no querían aceptarlo y había alguna duda al respecto la manera en que se unían en un beso desesperado, ella enredando sus manos en el cuello de él, y este atrayendo su cuerpo y sus manos empezaron a tocarla y fue el momento en que a pesar de que toda ella ardía, a pesar de que por primera experimentaba ese deseo por un hombre, ese deseo la estaba invadiendo mucho más que este que desde que oyó su voz había invadido su ser sin darse cuenta, sin imaginar lo que estaba causando, pero no su plan era otro, ella no podía acercarse a alguien sin importar si la volvía loca de tal modo que temía dejar todo   lo que había venido planeando.

 

—¡Basta, basta! No está bien, esto no está bien — Alejándolo de golpe poniendo las palmas de sus manos sobre sus trabajadores pectorales, haciendo que él no entendería nada, si por la manera en que respondía estaba seguro de que ella sentía tanto como él.

 

—¿Por qué está mal? No sabes el valor que necesité para hacer eso, no te entiendo y no niegues y me quieras decir que no fue nada porque tus labios hablaban por ti, tu corazón late rápido cuando estoy cerca de ti, tu cuerpo me necesita, así como yo necesito el tuyo, no lo niegues.

 

—¡Eso no es verdad! Solo me tomaste por sorpresa, déjame sola, no te quiero aquí. —Pretendía ser firme, pero su voz sonó más como un susurro. La firmeza y fiereza de sus palabras no hacía juego con el tono que usaba, no podía hacerlo si por dentro estaba temblando como un cervatillo en medio de la sabana sin su madre como escudo protector.

 

—Según tú no te afecta, pero bien que me acabas de tutear, así son patrañas que no sentiste nada, me voy, pero esto no se queda aquí, tú y yo tenemos una conversación pendiente, espero que se te quite lo obstinada y cabeza dura, porque te aseguro que volveré a probar esos labios y no tendrás escapatoria.

 

Como negar lo evidente, como decirle al destino que no sentía nada por ese hombre que tomaba su chaqueta y se marchaba azotando la puerta.

 

—Señor, ¿todo bien? — Mientras lo seguía a paso apresurado hacia el ascensor.

 

—No hables, no quiero que nadie me hable, vamos a la fábrica, necesito sacar esta mierda que traigo dentro — mientras termina de ponerse el saco y entraba al ascensor.

 

Una hora después

 

—Señor, pero es mucha mercancía fallada que quiere enviar — Mientras veía como cargaban cajas y cajas de contrabando dentro del bote.

 

—¡Me importa un carajo! Quiero que ese maldito se lance un tiro en la cabeza de ver que su maldita mercancía no sirve para nada o el que venga suplicando a mis pies por ayuda y en ese momento comerá tierra y va a pagar lo que hizo con mi querida Azul, luego de eso se acabó.

 

—Entonces, ¿de verdad lo hará? — Estaba sorprendido, nunca lo había mencionado en voz alta.




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