Vidas Secretas

PARTE TREINTA Y TRES

 

Pero a la mente de Maximiliano apareció aquella carta, aquella de la cual nunca había sabido algo antes.

 

—Querido Maximiliano espero que esta carta nunca llegue a tus manos, mi madre me juro que nunca te lo daría, pero si por algún motivo la estás leyendo quiero decrete que te amo y te amaré más allá de mi muerte, tú y mi hijo son mi vida y mi sueño hecho realidad, te escogí a ti y te hubiera vuelto a escoger mil veces más porque sé que eres la clase de hombre que solo ama una vez y nunca más otra mujer invadirá tu corazón, quiero que seas feliz, pero que nunca otra ocupe mi lugar, que ninguna otra mujer le haga pensar a mi hijo que nunca existí, no quiero que otra mujer ocupe mi lugar en tu vida, siempre te dije que fueras feliz, pero con nuestro hijo y respetando mi memoria.

 

Se alejó de ella, como si su contacto le quemara, no podía hacerlo, no podía dejarse sucumbir por lo que aquella mujer provocaba en él, podría haberla besado, ya que quedo a escasos centímetros de ella, pero no podía faltar a la memoria de su amada Azul ella se lo pidió SE QUE ERES LA CLASE DE HOMBRE QUE SOLO AMA UNA VEZ. Aunque podía disparar hasta una beretta FS INOX calibre nueve, sin que le tiemble la mano, pero el luchar contra un fantasma era lo que lo podía doblegar. Tenía que negarse a sus propios instintos, aquellos que decían al diablo los fantasmas. Al diablo todo bésala otra vez.

 

—Tiene razón, es una locura, disculpa, mi atrevimiento no se volverá a repetir y, además, tú no tienes la culpa, yo debí detenerte, ya que lo que hiciste fue producto de la fiebre que se apoderó de ti, así que no te sientas culpable.

 

Se sentía impotente y frustrado regreso a la cocina, apoyo sus manos sobre la encimera de esta, agacho el rostro y respiro profundo, trataba de controlarse a lo que ella se sorprendió, puesto que él se había encargado de decirle antes y lo que escucho de él con tanta determinación que la había asustado, pero no fue producto de la fiebre que ella sentía, porque no entendía como podía hacerla dudar para ahora decirle que no había ni iba a pasar nada.

 

—Espero que se te quite lo obstinada, porque te aseguro que volveré a probar esos labios y no tendrás escapatoria.

 

Donde quedo ese hombre que la había retado y prácticamente la llego a llamar cobarde, por no admitir que sus besos la habían enloquecido, no quería pensar en aquello, si él se había arrepentido no iba a hacer nada al respecto sin importar que por dentro una oleada de decepción la invadió y una tristeza que no quería explicar se apoderó de ella, debía mostrarse estoica, sin que nada le afectara, ya era una profesional en aquello.

 

—Creo que los niños ya se están demorando mucho. ¿Puedo subir a verlos? — Fue lo primero que se le ocurrió para quitar la tensión del momento, pero recordó.

 

» Porque no mejor te trepas por las paredes y vas de frente hasta arriba no sería la primera vez — Cuando recordó lo que había sucedió, la última vez había estado ahí, escucho la voz entre cortada de Maximiliano indicándole que no había problema al subir, los encontró jugando con los muñecos y algunos comics regados por la habitación.

 

—Se están divirtiendo, pequeños traviesos, miren cómo dejaron la habitación de Maxito, deberían ordenar un poco — Cami se levantó y le llevó una revista muy emocionada.

 

—¡La mujer maravilla miré como usted! — La última vez que había sido día del comic donde todos podían venir disfrazado de su superhéroe favorito, ella había se había vestido de la mujer maravilla que causa sensación entre sus alumnos y murmullos entre los padres de familia que la veían demasiado sensual para ser una simple maestra de jardín de niños.

 

—Si lo recuerdo preciosa, pero a la próxima ira de la viuda negra — sin dejar de sonrojarse al recodar, USTED ES MUCHO MÁS HERMOSA QUE ESA DICHOSA SUPERHÉROE. Las palabras del padre del pequeño Max, regresaron como rayo a su mente. ¿Por qué pensaba en ese hombre? Si él mismo había dicho prácticamente que se arrepentía de haberla besado, ¿qué le importaba a ella su arrepentimiento?

 

—Black Widow, la de traje negro, ¿cierto? — Era Maximiliano que se apoyaba en el marco de la puerta con las manos dentro de sus bolsillos, se veía tan sexy y espléndido, que Mary tuvo que ladear su cabeza una y otra vez para alejar esos pensamientos sobre un hombre que claramente la había rechazado.

 

—¡Papi, pero si tú no sabes de superhéroes, ¿cómo sabes quién es ella? —El pequeño DEL MONTE se había levantado del suelo, para luego acercarse a su padre. Sorprendido por oírlo hablar de superhéroes, Maximiliano no sabía qué hacer: miraba a Mary como buscando ayuda.

 

—Cariño, tu papi sabe que te gustan, seguro, ha estado investigando, ¿verdad? Además, yo lo ayudé diciéndole cuáles son tus favoritas.

 

Eso, dejó tranquilo al pequeño, que con una sonrisa se fue a recoger sus revistas, ya que sabía a qué a su padre no le gustaba ver tanto desorden.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.