Vidas Secretas

PARTE TREINTA Y SEIS

 

—Eso te pasa por boca floja, porque no piensas antes de hablar, ¿Cómo voy a soportarla verla en traje de baño? No puedo hacer eso, ¡Me falta un maldito tornillo! — Maximiliano daba una y otra vez   vueltas en su habitación, mientras que los niños tomaban desayuno cerca a la alberca, desde su ventana podía observarlos, no se atrevía a bajar, a verla a los ojos cada vez que lo hiciera tenía el temor de al hacerlo la imaginara en traje de baño hasta sin él, no se dejaría llevar por lo que de verdad quería hacer que era devorar su cuerpo a besos, arrancarle el traje con los dientes si era preciso y sumergirse en ella hasta quedarse sin aliento.

 

Cuando los estaba viendo desde la ventana el pequeño Del Monte, lo observo y mando a llamar su atención gritando su nombre para que bajara, Maximiliano a su hijo no podía decirle que no y aunque le costara trataría de mantenerse alejado de ella y su imaginación lujuriosa la mantendría de lado metido en el sótano de sus pensamientos.

 

—Papi bajaste, ven siéntate conmigo, está muy rica la fruta mira — Sentados a lado de su hijo y frente Mary, quien al igual que él trataba de evitar su mirada, pero era inevitable e imposible, si veía a un hombre gigante abriendo la boca para que su hijo le diera papaya picada en trozos.

 

—Se nota que engríe mucho a su hijo, solo mírese hasta me gustaría tomarle una fotografía, aunque creo que sí después de todo — Y no se detuvo, ya que ante la sorpresa de Maximiliano lo hizo y casi se atora.

 

—No haga eso, deme eso — Se levantó para tratar de atrapar el teléfono, mientras los niños gritaban ¡Corra, corra, mis linda, corra! ¡Vamos papi, vamos papi, tú eres más grande, vamos papi! Y saltaban como si ver a dos adultos correr uno tras otro fuera más divertido que un acto circense. Finalmente, la atrapo, pero ella lo retaba con la mirada, ya que el teléfono ya lo había dejado en la misma silla y solo simulo para molestarlo.

 

—¡Deme ese teléfono! — Mientras pegaba cada vez más su cuerpo con el de ella.

 

—Si no se lo doy, ¿Qué va a pasar? — Mientras pasaba de manera lenta la lengua por los labios para provocarlo y morder ligeramente el labio inferior, había olvidado que se supone que no quería ni tenerlo cerca y está ahí usando una de las tantas tácticas de seducción que le habían enseñado, pero esto fue de manera inconsciente Maximiliano tenía la sangre hirviendo y su masculinidad por salirse de sus pantalones deportivos y no le quedó otra opción más que.

 

—¡Esto va a pasar por traviesa! Si no estuvieran los niños presentes te castigaría de otra manera — Eso se lo dijo de manera tan suave que estremeció cada centímetro de su ser hasta erizar su piel, para luego sentir que la empujaban hasta caer en la piscina, Él se había lanzado junto con ella, cuando el Salió del agua y con sus manos su cabello lo puso hacia atrás y la camiseta que traía puesta se pegaba a su torso por un momento Mary no pudo evitar recordar los comerciales de Jasón Morgan para Dolce Gabana, pero Maximiliano era mil veces mejor que un modelo revista, la boca se le hizo agua y sentía que le latía una parte del cuerpo, pero no era precisamente el corazón, no pensaba con la cabeza cuando se acercó a él sin percatarse que la mirada que tenía ella hacia él era la misma que tenía él las pupilas dilatadas del deseo que surgía desde dentro de sus pantalones que el agua no ayudaba a bajar.

 

—¿Y si le digo que yo quiero que me castiguen de una manera no apta para menores? — Para luego darle un beso en la mejilla, salir de la piscina de manera lenta y correr, tomar el teléfono y enseñárselo en señal de victoria.

 

—¡Papi sal de la piscina! ¡No se debe bañar con ropa, tú me has dicho! — Un casi molesto Maximiliano con los brazos a los lados en una posición de jarra, como un viejo gruñón regañando al hijo.

 

—Lo siento pequeño, pero creo que tu papi no podrá salir en un rato, vamos a cambiarnos y ver una película ¿Qué les parece? — Para luego girar y lanzarle un guiño a Maximiliano que no tuvo opción más que sonreír y reposar su frente sobre el borde de la piscina observando como su erección poco a poco iba bajando.

 

—Ella esa jugando con juego y voy a hacer que nos quememos en el intento.

 

Luego de salir del agua y daré un baño de agua helada tratando de calmarse, era extraño ninguna mujer había provocado en el que su libido dormido despierte, su mal humor también se debía que extrañaba el sexo, extrañaba sentir el cuerpo de una mujer sucumbir bajo sus besos. Pensando en ella, es que termino desfogando su deseo confundiéndose este entre las gotas que salían de la ducha y el agua, calmaba su deseo, hacía devorarla hasta hacerla gritar su nombre, tenía una meta al diablo lo que diga el resto la haría suya y así con eso calmar sus ansias de probarla, tal vez solo era un capricho de un hombre deseoso de una mujer tan hermosa como ella.

 

Decidido y envalentonado se dio cuenta de que también quería jugar con fuego y ella era la llama que lo encendía.

 

HORAS DESPUÉS




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