Las palabras carecían de sentido, los murmullos no existían, solo eran ellos dos, solo eran sus miradas que no se podían despegar de la del otro, ellos en el tiempo, espacio y lugar, dos almas que se estaban uniendo para pretender nunca dejarse, dos corazones que se unían en uno solo, eran la prueba que el amor si existe, la prueba que por más rota que este tu alma, el amor llega a ti tarde o temprano, con su luz y oscuridad, con sus alegrías y sus tristezas, con sus altas y bajas y por ese amor tendrían que seguir luchando.
—Maximiliano Del Monte le estoy preguntando, ¿acepta usted a la señorita Mary Campos De La Puente? — El padre, otra vez, tuvo que interrumpir aquella burbuja donde estaban sumergidos, Maximiliano, nunca pensó que el amor podría ser tan glorioso si ante tus ojos estaba el ser amado. Lo que sentía en este momento no tenía comparación con nada de lo que le había pasado antes. Eran amores distintos, pero uno más fuerte que el otro y el más fuerte era el que su corazón sentía hacia Mary, por lo cual no había podido dejado de llorar, muchos murmuraban, es que no podían creer lo que veían, nunca ni en mil años hubiera imaginado verlo en ese estado hasta Maxito le tiro del pantalón a su papá para que se limpiara dándole su pañuelo y meneando la cabeza "Adultos" pensaba, respiro profundo y se calmó.
—Acepto — Sintiendo un poco de alivio al decir esas palabras y ni que decir de Mary no lloraba, sin embargo, la sonrisa que tenía en su rostro si quisiera podría iluminar todo el lugar con su luz, Max sentía tanta alegría de ver su sueño hecho realidad le habían dicho que cuando se decían acepto los dos ya era oficial, por eso cuando Mary dijo acepto él quería correr a abrazarla su alegría era tal que no podía contenerse Edward lo cargo y le explico al oído que tenía que esperar.
—Los anillos, por favor — Ya más tranquilo, Max se acerca Y Mary se inclinó para darle un beso mientras se iba con la sonrisa de oreja a oreja, el padre bendijo los anillos para luego ellos los intercambiaban y se los pusieran al otro, la mano de Maximiliano temblaba un poco y su ahora esposa solo sonreía le parecía tan tierno a su grandote verlo así, se derretía por darle un beso y que amanecer desnuda a su lado.
» Ahora yo los declaro marido y mujer —Mientras la tomaba de la cintura, la pegaba a su pecho y la besaba con esas ansias de un sediento, con esa hambre de su boca como su único alimento— Bueno, como se saltearon la parte de puede besar a la novia, lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre.
El pego su frente sobre la de ella, tomando sus mejillas entre sus manos, dándole un tierno beso sobre su nariz para luego tomar su mano y alzarla en señal de triunfo, a lo que llego corriendo Max, su padre lo cargo y aprovecho para darle un beso a su ahora si mamá oficialmente.
Las felicitaciones llovieron como también los pétalos sobre sus cabezas sin soltar a Max y las fotos eran tomadas, fueron muchas en la iglesia, captando cada momento. Mariana se despedía, ya que no se sentía muy bien, eran mellizos y lo que más debía hacer era guardar reposo, pero prometió mandar a buscar a Max para que juegue con Henry y Cami, un día de estos para darle el espacio de vida de casados, pero antes de despedirse abrazo a Mary y le dijo al oído,
—Creo que tus sospechas son ciertas, cuídate mucho y no hagas cosas alocadas en tu luna de miel, todo va a estar bien, serás una gran madre —No le iba a comentar nada, pero algo dentro de ella la impulso a decírselo como si de una advertencia se tratase, Mary solo tino a agradecerle aún no procesaba eso, pero ya tendría tiempo de hacerlo se repetía.
Subieron a la limusina junto con Max, quien no se despegaba del regazo de Mary y la abrazaba con esos pequeños bracitos llenos de ternura.
—Mamá, yo no me quiero quedar solito, mejor me llevan a su luna de esge ese ¿Cómo era? — Golpeando con su diminuto dedo meñique sobre su mentón tratando de recordar la palabra.
—Luna de miel, pero campeón no puedes ir con nosotros — Max, arrugo él entre cejo, no le gustaba que le dijeran eso, pero como siempre estaba Mary al rescate.
—Cuando regresemos, haremos lo posible para hacer un viaje juntos, además en estos días te vendrán a buscar para que te quedes con los mellizos unos días ¿Qué te parece? ¿Te gusta la idea mi cielo? —Sin dejar de acariciar su cabello y llenarlo de besos, Max no podía creerlo y aplaudió tan frenético a lo que Mary empezó a hacerle cosquillas hasta que sintió algo raro en su estómago tal vez era gastritis, ya que había comido comida con mucha grasa en el almuerzo.
—Ahora, si campeón, ¿me devuelves a mi esposa? —Tratando de tomar de la mano a Mary, a lo que Max no lo dejaba, la abrazaba más y más.
—Es mi mami, es mía, solo mía, ¿verdad mami? — Como decirles no a esos ojitos llenos de alegría y ternura.
—Amor, déjame un ratito más con mi niño, mira que no lo voy a ver muchos días —Regresándole el abrazo a lo que Maximiliano solo sonrió y gruño un poco sin dejar de sacar su celular y tomarles una fotografía para el recuerdo y luego unos más juntos los tres, con Max con los brazos sobre cada uno con lo que hace más bello al ser humano una sonrisa genuina de felicidad en sus rostros sin imaginar la nube negra que se les avecinaba.