Vientos de Pasión – Una Verdad Oculta L2

Episodio 2

Tradutor de Espanhol disse:

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La entrada del teatro bullía de agitación y murmullos mientras la alta sociedad londinense se reunía en el gran vestíbulo. Las damas lucían vestidos lujosos, los abanicos se abrían y cerraban en un ballet de gestos ensayados, y los caballeros intercambiaban saludos —algunos con expresiones aburridas, otros atentos a las intrigas que se desarrollaban entre copas de champán y sonrisas calculadas.

Clara entró acompañada de Lady Penélope y del duque, irradiando elegancia, pero pronto notó las miradas furtivas, las sonrisas torcidas intercambiadas entre pequeños grupos y los murmullos ahogados que aumentaban a su paso. Un nudo le subió al pecho —un frío diferente al de la noche que reinaba afuera.

Lady Penélope también notó el cambio en el ambiente. Desde que cruzaron las puertas, percibió las miradas prolongadas, las expresiones que se deshacían en cuanto Clara pasaba y las conversaciones interrumpidas detrás de abanicos semicerrados. Lanzó una mirada discreta a su hija. Clara mantenía el rostro sereno, como si no notara lo que sucedía.

Un criado se acercó, equilibrando una bandeja con copas de champán. Lady Penélope tomó dos y entregó una a Clara. Los dedos de su hija apretaron el tallo de cristal —un gesto pequeño, pero revelador de la tensión que sentía. Avistó a Lady Whitmore, sentada con un pequeño grupo de damas, hojeando su abanico con pereza, una media sonrisa en los labios mientras observaba la sala. Lady Penélope no perdió tiempo y se dirigió hacia allí, dejando a Clara y al duque saludando conocidos.

—Lady Whitmore —saludó, acercándose con la sofisticación de quien ya ha librado muchas batallas sociales.

La dama levantó la mirada y le ofreció una sonrisa pulida —demasiado dulce para ser sincera—, y en el brillo de sus ojos centelleaba satisfacción.

—Lady Penélope.

Penélope se sentó sin pedir permiso, la copa de champán firme en la mano. Al alzar el rostro, su mirada se posó directamente en la otra mujer, tan afilada como cualquier hoja.

—Dígame, ¿cuál es el nuevo rumor que circula?

Lady Whitmore arqueó una ceja, un brillo divertido en los ojos.

—¿Oh? —Posó el abanico en la mesa e inclinó el cuerpo hacia adelante—. ¿Qué le hace pensar que hay un nuevo rumor?

Lady Penélope esbozó una sonrisa irónica, sin un solo atisbo de inseguridad.

—Porque la conozco demasiado bien.

Lady Whitmore retomó el abanico y lo golpeó suavemente contra la palma, como si considerara si valía la pena compartir la verdad. Un suspiro dramático se le escapó, pero la sonrisa permaneció en los labios, dulce y venenosa.

—Oh, querida… temo que esta sea una noche difícil para usted y para su protegida.

Lady Penélope mantuvo la expresión serena, pero el hielo empezó a formarse en su interior.

—¿Difícil?

Lady Whitmore sonrió con anticipación.

—Se han esparcido ciertos rumores sobre su protegida.

La mirada de Penélope se volvió cortante.

—¿Rumores?

—Historias, rumores… como prefiera llamarlos —bajó la voz ligeramente—. Pero no se preocupe, querida. Cosas triviales —como el hecho de que es una joven sin apellido, acogida en su casa. Y, por supuesto…

Hizo una pausa calculada, su mirada deslizándose discretamente hacia Clara, al otro lado del salón.

—… su vínculo con Lord Wesley.

Lady Penélope apretó la copa por un instante antes de depositarla con cuidado sobre la mesa.

—¿Insinuaciones sobre Damien y Clara?

Lady Whitmore sonrió condescendientemente.

—Vamos, querida Penélope… sabe que la sociedad hace preguntas cuando un hombre como Lord Wesley muestra interés por una joven sin conexiones importantes.

—¿Preguntas? —la voz de Penélope era peligrosamente suave.

—Sí. Preguntas como… “¿Qué ve Damien Wesley en Clara Wellington? ¿Qué tipo de relación tienen?”

Lady Whitmore llevó el abanico al mentón, antes de susurrar como quien comparte un secreto.

—Y, claro, la más jugosa de todas… “¿Será solo un capricho? ¿O ya le pertenece de otra forma?”

Lady Penélope sintió cómo la rabia se le expandía lentamente por dentro. Lady Whitmore dio un sorbo a su champán, como si acabaran de comentar el clima.

—La verdad, queridas —añadió, dirigiéndose ahora al resto de damas reunidas—, es que algunas jóvenes no tienen linaje. —El abanico se abrió lentamente, como una estocada reluciente antes del golpe.

Penélope no respondió, pero sus ojos brillaban con una amenaza silenciosa.

Lady Whitmore agitó el abanico con ligereza.

—Oh, querida, ya sabe cómo es esto… bastan unas palabras bien colocadas, unas insinuaciones cuidadosas, y de pronto, una joven puede ver su reputación arruinada sin siquiera darse cuenta.

Los ojos de Penélope brillaron como hielo afilado. La tensión se palpaba en el aire, pero su expresión se mantuvo serena, su sonrisa impecable.

—Palabras bien colocadas… sí, Lady Whitmore, sé exactamente cómo funcionan.

La otra dama vaciló un instante, sorprendida por su tono controlado.

—Es fascinante cómo ciertos rumores surgen en el momento justo, con el público adecuado y las intenciones más precisas —continuó Penélope, su voz suave como la seda, pero afilada como un cuchillo.

Lady Whitmore sonrió, como si no fuese más que una observación trivial, pero su abanico se detuvo brevemente.

—Oh, querida, solo repito lo que se dice en los salones.

Penélope la estudió con una mirada casi indulgente.

—Y yo me pregunto… —hizo una pausa, sin dejar de sonreír— ¿qué será más interesante para esos salones? ¿El chisme… o la persona que se toma el trabajo de esparcirlo?

Lady Whitmore se removió en su asiento, incómoda, y por un instante su seguridad vaciló.

—Espero que disfrute la función, Lady Whitmore.

Sin esperar respuesta, Penélope se levantó con elegancia, ajustó su guante y fue al encuentro de Clara. La rabia le ardía en el pecho. Cruzó el salón con paso firme hasta encontrar a Clara, sentada junto a Theo, que ya había llegado. Su rostro estaba sereno, pero los dedos le tensaban la tela del vestido. No dudó. Con pasos decididos, Penélope se acercó y posó una mano sobre el hombro de su hija —un gesto tanto de protección como de autoridad.



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En el texto hay: humor, intriga, amor

Editado: 06.12.2025

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