Viernes 13..¿Mala suerte?
Nekane
Mi día no fue el mejor.
Me levanté con una incomodidad conocida en mi cuerpo.Llegó de visita el maldito mes y como siempre, de imprevisto.Ya decía yo que la causa de mi sentimentalismo durante está semana era por algo.
Cuando iba a bañarme, me di cuenta que no tenía las toallas. Así que con todo tuve que ir de necesitada al cuarto de mi madre por si ella guardaba algunas.
Error.
La encontré en un momento que tanto quería evitar durante este año.
Mi mejor opción fue ponerme doble interior y un short negro.—Un pantalón negro de acompañante— así que con esa pérdida de tiempo llegué tarde a clase.
15 minutos para ser exactos. La mirada indiferente pero acusatoria se hizo notar por parte del licenciado Joel.
En la hora del almuerzo—Un pequeño descanso—Tuve que pedir ayuda.
—¿Tienes toallas Caliew?
Ella se encontraba distraída en su celular cuando le pregunté.
—Las tengo, pero sabes que yo no utilizo las normales.—Me contestó sin regresar a verme.
Suspiré.
—Lo sé, pero las necesito.
—Ya veo, ¿Pero a ti no era que siempre te amanecías ensangrentada por la mañana?—Mis ojos se rodaron por su simpleza.—¿O se te traspasó?—Hizo una mueca preocupada.
—No tenía en casa. Olvidé comprarlas por eso de conseguir un departamento.
Sus ojos cafés oscuros por fin se centraron en mí.
—¿Y viniste sin nada ahí?
—No tenía otra forma Cal.
Me mira incrédula.
—Están en mi mochila.—Señaló con su cabeza el bolsillo—Pero mejor llévatela, hay mucha gente ahora.
Agradecida, agarré su mochila y fui al baño.
Ella suele utilizar las de Buenas Noches siempre. Su menstruación es un poco molesta.
Así que a pesar de no haber sentido mojada mi ropa interior, sentía que andaba con un pañal.
Olvidé traer mi bolso para ponerme la otra prenda.
Ay Nekane. Me dije.
Pasé las horas restantes y las del trabajo acomodando mi pantalón, con miedo de que sea vea un pequeño bulto.
Incómodo.
Y aquí estoy, con un café en el local que nunca quise venir por pereza pero que el chico lindo me motivó a entrar.
Sí, el chico de ojos verdes.
Sonrío cuando se acerca.
—¿Deseas algo más?—Niego sin quitar mis ojos de él, asiente.—Cualquier cosa, me avisas.—Un intento de guiño le lanzo.
Cuando se da la vuelta, mis ojos bajan a su parte trasera, mejor dicho, a su trasero.
¿Del uno al diez?
3,5 como la nota que me saqué en física cuando estaba en primero de bachillerato.
No es un combo completo.
Cuando deja el camino libre, me topo con un pequeño acuario. Cosa que no noté al inicio.
Curiosa, me levanto sin pensarlo.
Y sí, tenía que cerrar con broche de oro mi día 13.
Choco con un cuerpo, enseguida el sonido estridente de platos rotos se escucha y mi trasero en el piso un golpe un poco feo.
—¡Mierda!, ¿Por qué no miras por dónde vas?
Al escuchar esa voz, alzo mi cabeza y encuentro una cara molesta limpiándose la camisa sin echar una mirada hacia mí.
Él a ver que no respondo, pone sus ojos en mí.Ellos se abren inmediatamente y se sonroja.
Un color de iris cafés claros es mi distracción.
Una cara detallada y dura causa mi nerviosismo.
Es tan guapo.
Ah, bendito día trece.