Vikingo

Capítulo 4

Me despierto y una fuerte punzada de dolor me invade, tanto mi entrepierna como en mi cabeza y aún está el ardor que tengo en mi cara. Miro hacia todos lados y me doy cuenta de que estoy sola en la habitación y una enorme piel de animal taparía mi desnudez.

Hago una mueca de asco y la tiró lejos de mi cuerpo. Me levanto y tomo mis bragas y mi ropa que está esparcida en el suelo.

Mierda, ahora que hago con esta blusa, el maldito la corto por la mitad.

Suspiro y me la amarro hacia delante y salgo del cuarto. Nerviosa, salgo mirando a mi alrededor, a decir verdad, no tengo cara para ver al actor de pacotilla que hace un buen papel de salvaje.

Imagino que las perras de mis amigas se están riendo de mí en este momento.

Salgo por un pasillo y doy con la sala. Todo luce rústico, maltrecho y viejo. Suspiro de nuevo y caminó hasta la puerta donde me encuentro al dios griego cortando madera.

 Umm, definitivamente este hombre sabe cómo interpretar a un salvaje, es tan...

 Suspiro, es una fantasía hecha realidad, mis amigas sí que supieron encontrar al hombre perfecto para el papel, lástima que ya tenga que terminar todo, puesto que tengo que volver a mi casa para seguir con mi vida aburrida.

Digo aburrida por el hecho de que después de haber estado con la no poder seguir con mi rutina, ¿Será que si lo invitó a salir por unas copas en cuanto todo esto termine, me aceptara? ¿Deberé pagarle por salir o tener sexo ocasional? Joder, mis amigas se pasaron esta vez contratando a un gigoló.

Y qué gigoló.

― ¿Qué haces vestida así? ― Doy un salto al escucharlo hablar.

―Pues rompiste mi blusa―Digo molesta cruzando mis brazos ―Mira, la verdad es que ya necesito irme de verdad, necesito una ducha con agua helada y bastante jabón―Lo observo ―Aunque tú también necesitas uno― Me mira como si no comprendiera lo que hablo o no le importa ― Como sea, quiero irme ya no me puedo quedar, mis hermanos me necesitan y necesito trabajar.

―Puedes trabajar en la casa― Dice tomando un tronco para ponerla sobre otro más grande y alza el hacha que sostiene sus manos para darle con fuerza en la mitad y partirlo en dos ― Ya eres mi mujer, te encargas de las crías y de tener comida― Abro los ojos ―Por tus hermanos no preocupar, solo dime donde está y mandó por ellos― Murmura y coloca otro tronco.

―Mira niño bonito, por más que estés bueno, no voy a quedarme acá para cuidar a las crías―Hago una pausa ― ¿De qué crías hablas?― Pregunto ― ¿Perros, gatos?― Ruedo los ojos ― Como sea, necesito irme a trabajar y cuidar de mis hermanos ― El barbudo se detiene y me mira molesto ―Aunque si deseas puedes darme el número de tu celular y yo...―Interrumpe.

― ¿Celular? ― Niega ―No sé qué es eso, al igual no sé qué es un condón― Abro mis ojos asustada, mierda se me olvido que no habíamos utilizado condón. Menos mal que me aplico la inyección y me evito un embarazo, pero eso no evita las enfermedades.

―Por cierto, no debimos hacerlo sin él, por cierto ¿Tienes algún control? No quiero resultar con alguna enfermedad― Cuestiono y él me ignora tomando otro tronco.

―No entiendo mucho de lo que dices ―Y empieza a ignorarme mientras corta troncos.

― ¡Oye!― Le grito para que me preste atención y antes que pueda decir algo escuchamos el ruido de unos caballos acercándose.

―Métete en casa, no quiero que te vean así― Me señala ― ¡Que te metas! ― Grita acercándose a mí ― ¿Acaso quieres que mate a mis hombres por mirarte?― Dice con voz dura y yo me cuestiono si haría algo así.

―Mira, yo no...― Tres caballos aparecen en nuestra visión haciendo que me interrumpa, tres tipos vestidos de la misma forma, con pieles de animales sobre ellos y con grandes barbas me observan.

― ¡No la miren!― Grita mi barbudo y doy un salto al escuchar su grito.

Los hombres bajan la mirada y observo como el dios griego camina hasta un tronco y toma de ella unas pieles que están encima y se acerca para envolverme en ellas. Mierda, esto pesa demasiado y hace un calor, así que trato de quitármela, pero al hacerlo mi bestia me mira dándome una clara advertencia que ni se me ocurra hacerlo o me degollara. Le sonrió hipócritamente y me las acomodo para que no se vea ningún detalle de mi cuerpo.

―Mi señor, la bruja, desea hablar con usted― Dice un hombre sin mirarme.

― ¿Tu madre está aquí?― Pregunto en burla y la sonrisa que tiene mis labios se desvanece al ver su mirada.

 Los tres hombres solo observan a mi barbudo y yo aprovecho para detallarlos.

Uno es más grande que mi barbudo, es dos veces casi su tamaño, de cabello negro como la noche y su barba espesa. Tiene ojos bonitos, pero su rostro es tosco, narizón y no puedo decir más de sus labios, ya que no se ven. El otro es pelirrojo, guapo y con facciones más delicadas, luce como de nuestra edad. Y el que le hablo a mi salvaje es rubio, también de gran barba y no logro ver bien su rostro porque me ha dado la espalda sobre su caballo.

―Dile que iré en un momento― Dice mi hombre.

 Bueno, no es que sea mi nombre, sino que aún no sé cómo se llama.

―Dijo dicho de qué lleves a la intrusa― ¿Intrusa? Este imbécil que se cree.

―Ella irá y de inmediato dile al monje que aliste una boda, esta noche en luna llena me caso con mi mujer―Dice antes de caminar hacia mí y toma mi brazo para jalarlo y meterme a la casa.

― ¡Eres un hijo de puta!― Me zafo de su agarre ―Te vas a casar esta noche y te acuestas conmigo ¿Quién putas crees que soy? ¿Tu despedida de soltero?― Grito.

―Con la que me voy a casar es contigo― Murmura y pasa por mi lado.

―Un momento ¿Qué dijiste? ¿Qué me caso contigo?― Se detiene y me mira sobre su hombro.

―Ya escuchaste, eres mía, mi mujer― Me observa de arriba abajo ―Aunque estás muy delgada y debilucha para las crías, deberé alimentarte para que puedas parir sin complicaciones.



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En el texto hay: humor, familia, vikingos

Editado: 13.03.2023

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