VIKTOR
Por
WingzemonX & Denisse-chan
Capítulo 10.
Charla Bajo las Estrellas
La intención de Jolly al subir al cuarto de las chicas, por supuesto, era dormir unas horas y guardar energías para estar fresca y descansada cuando fuera su turno de hacer guardia. Como las noches anteriores en donde le había tocado igualmente hacer guardia, no se cambió a su ropa de dormir y se quedó con su mismo atuendo, para estar lista para levantarse en cuanto el despertador de cuerda sobre el buró sonara para marcarle la hora. Sólo se retiró su calzado, lo colocó a un lado de la cama, se recostó y cerró los ojos.
No pasaron ni cinco minutos antes de que se diera cuenta de que su intento de dormir no sería tan sencillo, pues a través del muro que dividía su habitación con la contigua —la ocupada, por supuesto, por Klauss y Vermillia—, comenzaron a escucharse los nada discretos sonidos de gemidos, golpes y gritos de la… feliz pareja de Lycanis. Y en esa ocasión eran aún más apreciables, pues estaban justo a su lado.
Intentó ignorarlo lo mejor que pudo, pero resultaba una tarea casi imposible. Los viejos muros de esa casa parecían prácticamente estar hechos de papel, lo que hacía que casi se sintiera como si los dos amantes estuvieran justo en ese mismo cuarto. Y ese sólo pensamiento bastó para espantar el poco sueño que había sido capaz de reunir.
«¿Cómo pueden seguir haciéndolo luego de esta tarde?» pensó azorada, con sus ojos bien abiertos fijos en el techo sobre ella. «¿De dónde sacan tanta energía?»
Se preguntó si acaso era algo innato de los Lycanis, o quizás era sólo la manera de ser de esos dos. No se imaginaba a los otros Lycanis que conocía comportarse de esa forma.
Jolly se giró, recostando la cabeza de costado en la almohada, y volteando a ver en dirección a la otra cama, ocupada en ese momento por Melissa. Ésta estaba recostada, dándole la espalda, y con sólo las piernas tapadas por la manta. Era evidente que intentaba dormir, pero igualmente le resultaba un poco complicado. Incluso Jolly pudo notar como temblaba un poco como si tuviera frío, pese a que era una noche bastante agradable en realidad. Eso, obviamente, debía ser por otro motivo.
—Hey, Melissa —susurró Jolly, pero lo suficientemente en alto para que su compañera de cuarto la escuchara. Melissa se sobresaltó un poco al escucharla, y se giró rápidamente en la cama para mirarla. Sus ojos bien abiertos como platos, fueron la señal suficiente para indicar que ni de cerca se encontraba dormida—. ¿Estás bien?
—S… sí —susurró la sierva en voz baja, asintiendo lentamente. En la oscuridad, la aguda vista nocturna de Jolly le dejaba en evidencia el sonroja que coloreaba sus mejillas, y sus oídos percibían los acelerados latidos de su corazón—. Lo siento. Es que no estoy acostumbrada a… escuchar… este tipo de…
No fue capaz de terminar su frase, pero no fue necesario. Un gemido bastante más fuerte y agudo que los anteriores resonó en ese momento, haciendo que las dos muchachas se sobresaltaran, casi al mismo nivel que si hubieran escuchado una explosión.
—Ay —exclamó Jolly, un tanto (muy) avergonzada—. Descuida, ¡yo tampoco, en realidad! Lamento si te estás llevando la imagen equivocada de nuestra jefatura. Te aseguro que la mayoría de los oficiales no son… así.
—¡No!, ¡claro que no! —se apresuró Melissa a aclarar, alzándose a la vez un poco de la cama—. No podría pensar mal de ustedes de ninguna forma. No después de todo lo que están haciendo por mí, y por mi señor. Y no pienso mal tampoco de…
Miró en ese momento discretamente en dirección a la pared, pero desvió rápidamente su rostro hacia un lado, como si temiera en realidad ver algo que no debía si miraba demasiado.
—Se ve… que el Det. Romani y la oficial Corleone se… quieren mucho.
—Sí, eso creo —masculló Jolly, un tanto distante. Era difícil para ella juzgar la relación de esos dos. A veces parecían la pareja perfecta, en efecto. Pero otras veces no entendía cómo era que podían estar juntos si casi siempre peleaban por cualquier cosa.
Bueno, no por “cualquier cosa” en realidad; principalmente por una.
Jolly miró de nuevo hacia Melissa, y notó como sus temblores parecían incluso haber aumentado mientras miraba afligida hacia abajo. Sería imposible que ninguna de las dos durmiera ni un segundo, hasta que esos dos terminaran. No había opción, tendrían que esperar. ¿Qué tanto pudieran tardarse, después de todo?
Mientras tanto, lo que podía hacer era intentar que Melissa se distrajera. Un poco de charla más casual de seguro la relajaría; y a ella también, de paso.
—¡Ah!, platiquemos sobre otras cosas —propuso con entusiasmo, jalando por completo la atención de Melissa. Se sentó también en su cama, y pasó a encender con una cerilla la lámpara de aceite que tenían en el buró para iluminarlas un poco. Ella no lo necesitaba, pero estaba segura de que Melissa sí—. ¿Cómo te has sentido últimamente? Sé que el estar en una posición de riesgo como ésta no debe ser nada fácil para ti.
—He estado bien —explicó la joven sierva, esbozando una pequeña sonrisa—. Digo, sí da un poco de miedo, por supuesto. Pero todos ustedes han sido muy amables conmigo.
—Todos nosotros, ¿eh? —repitió Jolly en voz baja, mirando de soslayo hacia un lado.
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Editado: 08.02.2025