VIKTOR
Por
WingzemonX & Denisse-chan
Capítulo 11.
La Noche Más Oscura
Los ojos de Suzane se abrieron de golpe en cuanto sus sensibles oídos captaron los primeros vestigios de la explosión. De inmediato sus reflejos reaccionaron, y rodó del sillón, tirándose pecho a tierra al suelo. Centró su mirada desde su posición hacia la ventana de la sala, a través de la cual fue capaz de notar el fogonazo que cubrió el aire por un instante.
Llegó casi de inmediato a la misma conclusión que Cedric.
—El granero —susurró despacio para sí misma—. ¡Maldición! ¡¿Cómo no lo vi antes?!
Eso que le estuvo ocasionando estornudos en la tarde no había sido sólo coincidencia, sino algo premeditado para distraer su olfato. Era un truco simple, y había caído directo en él.
Dio un manotazo con frustración al suelo, pero eso fue todo lo que se permitió dejarse llevar por sus emociones. Ahora era momento de actuar.
Rápidamente alcanzó sus botas, y comenzó a calzarse. Tomó su revólver, su rifle, y se dirigió sin vacilación a la puerta de la cocina.
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Casi al mismo tiempo, en el piso de arriba, la reacción de los otros ocupantes se daba de forma similar. Al ser sacado de esa forma tan abrupta de su sueño, Klauss Romani saltó de inmediato de su cama, vestido únicamente con su ropa interior, y se asomó hacia afuera. Entre la oscuridad, distinguió el fuego consumiendo los escombros de lo que alguna vez fue el granero de la propiedad.
—¿Pero qué demonios…? —exclamó aturdido.
—¡Klaussie! —espetó Vermillia alarmada desde la cama. Igualmente se había despertado, y cubría su cuerpo desnudo con las sábanas blancas—. ¿Qué ocurre? ¿Nos atacan? —preguntó con voz temblorosa.
—¡Es lo más seguro! —respondió el detective en alto, y rápidamente buscó sus pantalones en el suelo y se enfundó en ellos—. ¡Quédate aquí!, no salgas por nada, ¿oíste?
Dada esa instrucción, corrió con rapidez hacia la puerta.
—¡Klaussie!, ¡ten cuidado! —le suplicó Vermillia a sus espaldas mientras él salía al pasillo.
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A diferencia de los dos detectives Lycanis, Jolly no fue despertada por la explosión; no tuvo el privilegio de siquiera tener oportunidad de conciliar el sueño antes del repentino suceso. El estruendo la sacudió de su cama, y la hizo ponerse al instante de pie de un salto, y correr hacia donde había reposado a su cañón Holy Molly. Tomó su arma firmemente entre sus manos, y pegó la espalda contra la pared a lado de la cama, temerosa de que hubiera algún disparo.
Aguardó, hasta que el escándalo de la explosión se disipó, y quedó en su lugar un preocupante silencio. Se asomó por la ventana sólo lo suficiente para poder mirar al exterior, pero lo adecuado para ponerse de nuevo a cubierto si percibía algo fuera del lugar. Desde el ángulo de esa ventana no tenía una vista directa al granero, pero si alcanzaba a percibir el fulgor anaranjado del fuego alumbrando el panorama.
Miró apremiante a su alrededor, con la esperanza de que Melissa hubiera vuelto mientras intentaba dormir, pero lamentablemente no era así; la cama de Melissa seguía vacía.
Encontrar a la testigo era lo más importante. Así que sin siquiera tomarse un momento para calzarse sus botines, se dirigió presurosa hacia la puerta del cuarto.
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Cedric siguió protegiendo a Melissa con su cuerpo un rato más, antes de atreverse a alzarse y mirar en dirección a la zona de desastre. El brillo del fuego era captado sin problema por sus agudos ojos, pero sus sentidos parecían más agobiados por la aguda, casi dolorosa, respiración de Melissa debajo de él.
—¿Qué está… pasando…? —exclamó la sierva entre inhalaciones profundas, provocadas de seguro por el miedo. Y no podía culparla.
Cedric se puso de pie, y ayudó a Melissa a pararse también, aunque ésta necesitó apoyarse contra el marco de la puerta para no caerse, pues sus piernas flaquearon al instante.
—Aguarda aquí —le indicó Cedric, y se aproximó hacia el barandal de la terraza, parándose sobre éste con firmeza. El viento frío, combinado con el humo, le golpeó la cara.
Agudizó su mirada. Los restos del granero habían volado en todas direcciones, y el fuego amenazaba por extenderse por la maleza seca del campo. Escuchó el resonar de los silbatos de alerta, y desvió su atención hacia un lado. Distinguió tres siluetas que se movían rápidamente por el campo en dirección al área de la explosión, mientras uno de ellos hacía sonar su silbato para alertar. Eran los tres oficiales del Distrito Cuatro que habían ido a apoyarlos. Habían recibido la instrucción de igualmente sonar sus silbatos si algo ocurría, y era admirable que acataran la orden entre tanto caos. Aunque resultaba un poco de más, pues sería imposible que alguien no hubiera notado tal desastre.
—¡Det. Helsung! —escuchó la voz de Luke debajo de él. El detective Spekerus no tardó en aparecer en su rango de visión, desde detrás de la casa—. ¡¿Están bien?!
—¡Sí! —le respondió Cedric rápidamente—. Melissa está bien. Los oficiales del Distrito Cuatro se dirigen al área de la explosión. Puede que necesiten apoyo.
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Editado: 04.05.2025