Viktor

Capítulo 17. Capitán Maximali

VIKTOR

Por
WingzemonX & Denisse-chan

Capítulo 17.
Capitán Maximali

Una vez estuvo limpio y arreglado, en tiempo record había que mencionar, Siegiel se dirigió sin escala y con prisa a la oficina de la Tte. Volpen, en el segundo piso del edificio administrativo. Esta parte de la Academia igualmente se sentía bastante sola. Posiblemente ya todos los profesores y demás trabajadores de las oficinas se habían retirado a descansar y, ¿por qué no?, a celebrar el fin de las clases y los exámenes.

Lo que sólo hacía aún más extraño que la teniente lo hubiera hecho llamar a esa hora. ¿Seguiría ella trabajando? ¿Quizás aún estaban calificando las presentaciones de los que presentaron el examen para oficial? Aunque también pudiera ser que lo hubiera citado para un asunto totalmente ajeno a eso. A esas alturas, no sabría decir qué opción le agradaría más.

Cuando llego ante la puerta de su oficina, la asistente de la teniente no se encontraba en su escritorio. Quizás ir a avisarle que se presentara ahí había sido la última encomienda de su día, y también se había ido a descansar. Pero en vista de que no había alguien para anunciarlo como es debido, se tomó el atrevimiento de llamar él mismo a la puerta de roble sólido.

—Adelante —escuchó que indicaba desde adentro la voz firme de la directora de la academia, y Siegiel ingresó sin más premura.

—Tte. Volpen, buenas…

Su saludo se detuvo un segundo después de abrir la puerta. Divisó de inmediato a la teniente sentada detrás de su escritorio, mirando en su dirección. Sin embargo, no era la única en la habitación. Sentado en una de las sillas para visitantes frente al escritorio, reconoció de inmediato al Gral. McLorg, luciendo el inmaculado uniforme blanco y la capa azul ceremonial que lo había visto usar más temprano durante su presentación.

—Buenas noches, excelencia —le saludó el general Lycanis, esbozando una sonrisa amistosa—. Pase, por favor.

Siegiel titubeó un momento, pero se forzó a reaccionar para cerrar la puerta detrás de sí y avanzar hacia el escritorio con paso firme.

—No sabía que seguía aquí, general —comentó Siegiel con seriedad.

—No se preocupe por mí —se apresuró a señalar el Lycanis, agitando una mano delante de él—. La teniente y yo estábamos… —calló de golpe, como si se replanteara a última segundo lo que iba a decir—. Hay algunas cosas que nos gustaría discutir con usted, si le parece bien.

—Por supuesto, señor —asintió Siegiel, parándose firme delante del escritorio, con sus manos juntas detrás de su espalda y su rostro en alto—. ¿Es sobre mi presentación?

—En parte, sí —se apresuró a responder la Tte. Volpen, apoyándose por completo contra el respaldo de su silla—. Excelencia, ¿nos permitiría hablarle con completa libertad?

La petición le resultó un poco extraña a Siegiel, pero no lo suficiente como para que dudara al responder.

—Por favor. Yo aquí soy sólo un mero cadete, y ustedes son mis superiores. Les pido que me traten como tal.

—La realidad es que usted no es un mero cadete —señaló la teniente con cierta severidad en su voz—. Usted es un Miravist, excelencia. Y como tal, me veo en la necesidad de preguntarle esto de frente: ¿por qué decidió hacer el examen para oficial?

—¿Disculpe? —masculló Siegiel, confundido. Miró a la teniente y al general, respectivamente; ambos lo miraban de regreso, al parecer deseosos de escuchar su respuesta—. Bueno… Creo que como oficial del Ejército Real puedo servir y hacer más…

—Eso no es precisamente lo que preguntamos, excelencia —le cortó McLorg de pronto—. Lo que nos gustaría entender es, ¿por qué hizo el examen en un inicio? Lo único que tendría que haber hecho, si quería ser oficial, era hablar con su tío y él lo hubiera arreglado. No era necesario preparar un trabajo tan extenso y detallado como éste —alzó en ese momento justo una copia del trabajo de Siegiel, que éste reconoció rápidamente, para que el joven cadete pudiera verlo—. Y mucho menos tenía que realizar la presentación del mismo. ¿Por qué tomarse la molestia?

Siegiel inhaló profundo por su nariz. Así que se trataba de eso. Palabras más, palabras menos, lo que estaban peguntándole era: “¿por qué rayos un Miravist hace el examen para oficial como si fuera otro Nuitsen cualquiera y nos quita nuestro valioso tiempo?” Aunque quizás alguna de esas palabras eran más un reflejo de las inseguridades del propio Siegiel, que un pensamiento real de aquellos dos oficiales.

Como fuera, esas dos personas eran sus superiores, y como tal les debía una respuesta.

—Supongo que sonará absurdo para ustedes, pero quería demostrar por mis propios medios que lo merecía.

—¿Para qué? —inquirió Volpen de pronto.

—¿Perdón?

—¿Está acaso considerando seriamente una carrera dentro del Ejército Real, excelencia?

—Por supuesto que sí —contestó Siegil sin vacilación alguna—. No me habría esforzado tanto si no fuera así.

—Disculpe que lo pregunte así —se excusó la teniente—. Pero usted sabe mejor que nosotros que los Lores Miravist no suelen proseguir mucho en esto terminando sus estudios en la Academia. La mayoría se da por satisfecho con lo aprendido y hecho durante estos dos años, y otros a lo mucho toman un rango más… ceremonial, y se dedican a la parte administrativa. No son sus deseos salir al campo, y menos a cazar Siervos rebeldes.




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