Viktor

Capítulo 18. La Muralla de los Cuervos

VIKTOR

Por
WingzemonX & Denisse-chan

Capítulo 18.
La Muralla de los Cuervos

Uno de los puntos turísticos más interesantes de la ciudad de CourtRaven, y que resultaba visible incluso desde el momento en el que te acercabas en el tren, era la llamada Muralla de los Cuervos. Se trataba de un conjunto de altos y gruesos muros y torres que dibujaban un perímetro semicircular entorno a la zona central de la ciudad. Diez de los veintiocho distritos que conformaban el principado se encontraban al interior de esta muralla, adicional al llamado de forma no oficial como Distrito Cero, que era el corazón mismo de la ciudad en donde se encontraban las oficinas administrativas centrales, la residencia del Duque de la Ciudad, el edificio Parlamento del Consejo de Nobles, y por supuesto el Castillo de los Príncipes Kurtvains.

La Muralla de los Cuervos era impresionante. Al menos otras tres de las catorce ciudades tenían alguna antigua fortificación similar en su arquitectura, pero la de CourtRaven resultaba especial. Y no sólo por su altura que muchos decían superaba los veinte metros de alto (aunque las fuentes oficiales informaban que el punto más alto no superaba los diecisiete) o por su extensión que superaba a sus equivalentes. Además de eso se decía que eran muros en verdad viejos, algunos incluso señalaban fechas de antes de la llegada Alzama Molak y sus hijos. Aunque claro, era evidente que se les había dado bastante mantenimiento con el pasar de los siglos para evitar su degradación; la pintura azul y durada que adornaba sus ladrillos por la parte exterior ciertamente no era la original, y terminaba retocándose cada ciertos años. Todo con tal de mantener la buena apariencia de la ciudad.

Pero quizás lo más interesante de la Muralla de los Cuervos eran los rumores y leyendas que había entorno a ella. Desde que había cuerpos se Siervos entre sus paredes que fueron sacrificios hechos para darles mayor resistencia, hasta que en sus cavidades huecas se encontraban laberintos de pasillos y escaleras que ocultaban cientos de secretos, o incluso tesoros de tiempos antiguos. Historias como esas que cautivaban bastante la imaginación de lugareños y visitantes… Y eso incluía a jóvenes cabos a punto de llegar a la ciudad.

—Por favor —musitó Nikam con marcado escepticismo desde su asiento—. ¿Tesoros y cuerpos? ¿De qué loco de cantina sacaste eso?

—¡Te lo juro! —exclamó Aruel, mientras se asomaba por su ventanilla, observando a la distancia la ciudad que se aproximaba más y más conforme el tren se avanzaba. Y, por supuesto, lo más visible era la Muralla de los Cuervos, que de momento era más una mancha azulada, pero poco a poco se hacía más notable—. Dicen que un antiguo príncipe Miravist ocultó toda su fortuna en el interior de los muros para evitar que los saqueadores se la llevaran. Y cuando todo estuvo calmado de nuevo, quiso recuperar el oro, pero sus sirvientes se perdieron entre los pasillos interiores de la muralla y nunca lo encontraron. Dicen que el oro sigue ahí, esperando que alguien lo encuentre.

—Tonterías —enfatizó Nikam, impaciente. Luego se giró hacia Siegiel sentado delante de ellos, en busca de su apoyo—. Capitán, dígale por favor lo absurdo que es todo eso.

—No lo diría con esas palabras —explicó Siegiel con calma—. Pero sí, me temó que no son más que nada viejas leyendas, Aruel. Hasta donde he investigado la historia de CourtRaven, no hay registro alguno de que algo como lo que mencionas haya ocurrido. Pero algo sí es cierto: según lo que leí —añadió alzando uno de los libros de historia que había estado revisando durante todo el viaje, para que sus dos acompañantes lo vieran—. La muralla sí está hueca por dentro, y se compone de una serie de pasillos internos con un diseño que resulta bastante confuso para quienes no los conocen. Y sí, hay reportes de personas que han ingresado a ellos, quizás buscando tesoros como mencionas, y terminaron perdiéndose sin encontrar la salida. Es por eso que hace cincuenta años el gobierno de la ciudad tomó la decisión definitiva de sellar cualquier ingreso al interior del muro, salvo para el personal autorizado. Esto también con el fin de perdurar el buen estado del monumento. Y se considera una sanción grave si se descubre a alguien ingresando de forma ilegal. Así que me temo que aunque haya tesoros ahí, no podrías entrar a buscarlos. Lo siento.

—Oh, rayos —masculló Aruel con pesar, pegando su frente a la ventanilla—. Y yo que esperaba encontrar un cuantioso tesoro, hacerme rico, y retirarme a una hermosa casa de playa en FogHouse.

—Aspiras alto, amigo —señaló Nikam, y entonces se inclinó en su dirección para intentar ver por la ventana también—. Yo me conformo con el sólo hecho de ya estar a punto de llegar. El viaje fue eterno.

—Estuvo bien —indicó Siegiel, mirando pensativo por la ventana, apreciando la ciudad y, por supuesto también aquellos bellos muros. Hubiera tesoros ocultos o no, al propio Siegiel igual le resultaban interesantes. Si en verdad databan de antes de la llegada de Alzama Molak, ¿quién las había construido? ¿Los Nuitsens? ¿Los Siervos incluso? ¿Y con qué propósito? Claramente su intención era defensiva pero, ¿contra qué? ¿Contra otros de sus iguales? ¿O contra otra amenaza?

Los registros de esos tiempos eran muy escasos y confusos. Para la sociedad actual, el mundo había comenzado con la llegada de Alzama Molak. Todo lo anterior a Él, no interesaba…

Al menos, no a los Miravist o Nuitsens.



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En el texto hay: vampiros, hombres lobo, detective

Editado: 15.06.2025

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