VIKTOR
Por
WingzemonX & Denisse-chan
Capítulo 19.
Su Reporte
Conforme se fueron alejando de la estación y adentrado más en la bulliciosa ciudad, los cuatro militares se fueron encontrando también con más vehículos automatizados que transitaban por las calles. En las Catorce Ciudades era cada vez más común ver ese tipo de transportes en el día a día, pero a Siegiel no le había tocado ver tantos al mismo tiempo por una misma calle, hasta ese momento. Eran tantos que su avance se fue frenando a la par que se acercaban a la zona centro, hasta el punto de algunas veces literalmente estar detenidos esperando que los vehículos de más adelante avanzaran.
El HelioPolis eso era bastante infrecuente, y para Siegiel eso era muestra de dos cosas; o quizás de más, pero de momento su cabeza se concentraba en dos. La primera, que la cantidad de gente que vivía en esa CourtRaven, así como su poder adquisitivo promedio, definitivamente eran mayores a la media de las otras ciudades, como lo decían algunos análisis que había leído. Y la segunda, que las viejas calles e infraestructura de éstas no estaban debidamente diseñadas para este flujo de vehículos, y se ocuparía hacer algunos cambios a corto y medianos plazo para asegurar que esto no colapsara el flujo de movimiento de la gente.
«Pero ninguna de esas cosas son mi responsabilidad» se dijo a sí mismo, con un vago intento de quitarse preocupaciones de encima que nadie le había impuesto; un mal hábito que lo acompañaba desde joven.
—¿Qué le parece la ciudad hasta ahora, excelencia…? Es decir… Capitán, señor —le preguntó la Sargento Wensell a su lado en el asiento del conductor.
—Es bastante grande y concurrida —se limitó a responder Siegiel en voz baja, mientras miraba pensativo hacia la acera.
Además de los vehículos de la calle, las banquetas sufrían también de su respectivo tráfico, aunque en su caso era de personas; todas andando de un lado a otro con aparente prisa por llegar al sitio al que se dirigían. Era tanto así que sólo muy pocos parecían reparar en el Miravist con uniforme blanco que iba en ese vehículo, pese a que era bastante visible debido a que traían la capota abierta.
—Sí, les tocó llegar a una hora complicada —masculló Orna, sonando casi como si se estuviera disculpando, pese a que no tenía responsabilidad alguna en aquel asunto—. Muchos salen de sus turnos diurnos a esta hora. Pero no se preocupe, lo llevaré sano y salvo hasta la base en unos momentos.
—Se lo agradezco, sargento —le respondió Siegiel con voz afable—. Y no se preocupe, no tenemos ninguna prisa.
—Dilo por ti —se quejó Nikam desde el asiento trasero—. Nosotros seguimos con hambre.
Siegiel se giró hacia él con una marcada mirada de desaprobación, y luego volvió de nuevo su tención hacia la sargento.
—Discúlpelos, por favor. Fue un largo viaje.
—No se preocupe, señor —respondió la Lycanis al volante, sonriéndole.
Sólo unos minutos después de esto, llegaron ante uno los arcos de entrada para atravesar la Muralla de los Cuervos e ingresar al círculo interno de la ciudad. Esta entrada era justo uno de los motivos del tráfico que estaban presenciando, pues era un tanto angosta; lo suficiente como para que sólo cupiera un vehículo a la vez, sin contar que había oficiales de la Policía Civil custodiándola, y de vez en cuando paraban cualquier vehículo, que posiblemente veían sospechoso, para interrogar a sus ocupantes. Una medida de seguridad entendible, pero que dada la situación actual quizás afectaba más de lo que ayudaba.
Al ver el vehículo blanco con los escudos del Ejército Real en sus puertas, los dos oficiales no hicieron intento alguno por detenerlos, e incluso les ofrecieron un firme y respetuoso saludo cuando pasaron a su lado. Siegiel les regresó el gesto con ademán de su cabeza y de su mano, y le pareció notar que al menos uno de ellos se sobresaltaba al ver esto; si fue por nervios, susto o felicidad, eso sólo el oficial podría decirlo.
—Aquí estamos ingresando en el Distrito Once —informó la Sargento Wensell una vez atravesaron por completo la Muralla de los Cuervos—. Es uno de los más importantes de la ciudad. Aquí podrán encontrar de todo: restaurantes, tiendas, bares, casas, departamentos… De todo un poco. Es también de las zonas más bonitas y seguras de la ciudad. Pero eso sí, vivir por aquí es algo costoso; o bueno, casi todo dentro del círculo interno lo es.
Y el tráfico tampoco mejoró mucho por ahí, lamentablemente. Las calles de esa parte eran incluso más viejas que las de la zona exterior, así que tampoco era para sorprenderse. Siegiel esperaba que la sargento tuviera razón, y todo eso fuera sólo cosa de esa hora en específico.
—Distrito Once… —masculló Nikam con voz reflexiva desde su asiento—. Oye, ¿no es aquí donde dijiste que estaba el restaurante de carne? —preguntó de pronto, girándose hacia Aruel a su lado.
—¡Ah!, sí —exclamó el otro Lycanis con emoción—. El… ¿Cómo se llamaba?
—Si se refieren a un restaurante de carne aquí en el Distrito Once, deben referirse al Rincón del Bistec —informó Orna con evidente seguridad.
—¡Ese mismo! —exclamó Aruel, con quizás demasiada fuerza.
—De hecho se encuentra justo por esta calle un poco más adelante —indicó la Sargento—. Pero no les recomiendo ir a ese sitio, oh no.
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Editado: 13.07.2025