VIKTOR
Por
WingzemonX & Denisse-chan
Capítulo 05.
Un Plan Simple
Cuando el Detective Romani le planteó su plan al Jefe Strauss, éste se prestó algo dudoso. No eran el mismo tipo de dudas que carcomían a Cedric desde que escuchó con lujo de detalle lo que su nuevo compañero tenía en mente, pero definitivamente eran lo suficientemente fuertes como para que pidiera la intervención de Bertold, el Fiscal del Distrito Once. Deseaba que revisaran todas las implicaciones y legalidades que algo así tendría de por medio. El capitán estaba seguro de que no estaría de acuerdo, pero Klauss Romani solía ser convincente.
Bertold llegó a la jefatura tres horas después, ya en la tarde. Era un Spekerus alto, de hombros anchos, y piel verdosa con lunares azules. Su cabello era rubio platinado, corto y muy bien peinado e impecable. La gente lo describía como alguien serio y calculador, pero justo, y en efecto esa impresión daba desde un inicio. En cuanto llegó y se sentó en una de las sillas frente al escritorio de Strauss, lo primero que pidió fue ver el reporte completo del interrogatorio de la testigo, además del reporte de los forenses, antes de escuchar cualquier otra cosa. Strauss había predicho eso mismo con exactitud, por lo que le solicitó a Cedric que transcribiera a limpio lo más rápido que le era posible todo lo que Melissa le había dicho, además de sus observaciones de la escena del crimen. No había en realidad mucho que decir, por lo que no tardó tanto en realizar dicha tarea.
Bertold se colocó sus delgados anteojos de arnés plateado, y le echó una rápida leída a todo el papeleo. Su expresión era fría, y se mantuvo inmutable durante todo el rato que pasaba de una página a otra. Cedric y Klauss, por su parte, esperaban pacientes de pie a un lado del escritorio. Una pequeña parte de Cedric pedía que la resolución final fuera que el testimonio de Melissa era suficiente para proceder, que viera algo que él no, y por lo tanto recurrir al plan de Klauss era además de arriesgado, inútil. Sin embargo, aunque aún no descartaba que pudiera decir lo segundo, lo primero lo veía bastante improbable.
Y en efecto, lo fue.
—No sirve —fue lo primero que surgió de los labios de Bertold una vez que terminó de leer. Cerró entonces todo el expediente, y lo dejó sobre el escritorio de Strauss de una forma un tanto despectiva—. Los forenses no encontraron ninguna prueba física contundente, y la testigo sólo vio a un hombre alto, con una máscara de cráneo, al cual ni siquiera pudo identificar como Lycanis, Nosferatis, o lo que sea. Además es una sierva; con o sin nueva ley, si su testimonio no es conciso y claro, el Consejo de Justicia no lo tomará enserio. Daría lo mismo que no hubiera visto nada.
—No lo sé —intervino Strauss con reflexión—. Pudo escuchar con claridad su voz y ver su complexión. Además está esa cicatriz en su nuca —señaló entonces a su propia nuca—. Es una cicatriz muy rara, no muy común. Si lográramos atrapar a un sospechoso, estos puntos podrían ser cruciales para identificarlo.
—Si obtienen un sospechoso, tú lo has dicho, Harold —señaló Bertold tajantemente—. Pero es poco probable que esta declaración tan vaga los lleve a un sospechoso. Si tan sólo hubiera visto su rostro o identificado su raza. Pero, ¿de esta forma? No pondrás a tus detectives a buscar bajo las piedras a todos los tipos con cicatrices raras en su nuca, ¿o sí? Y aun así no es una prueba contundente que pueda usar frente a la corte; especialmente, repito, viniendo de una sierva.
Bertold descruzó sus piernas, y luego las volvió a cruzar, colocando ahora la otra pierna arriba.
—La ley habrá cambiado, pero éste sería apenas el primer juicio en el que se usaría algo como esto. Si quieren que funcione, necesito un nombre, una raza, un sospechoso y un motivo; algo mejor que una risa perturbadora, y cicatriz en la nuca.
Harold suspiró con cansancio, y pasó su mano por su calva. Toda su expresión reflejaba de manera poco sutil su sentir, que se podía traducir como un: “temía que dijeras eso”.
Antes de que Klauss o Harold tomaran la palabra, Cedric dio un paso al frente e intervino rápidamente, en un último intento de darle la vuelta a esa situación.
—Señor Fiscal —pronunció de pronto con algo de fuerza—. Con todo respeto, pero como pudo ver en la declaración que le dimos, Melissa vio…
—¿Melissa? —Interrumpió el fiscal, confundido.
—La testigo… la sierva.
—Ah, claro —Exclamó indiferente, y luego le hizo el ademán con su mano de que prosiguiera.
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Editado: 23.05.2019