Vincent

Chica de la noche

          No estaba seguro por qué, pero las calles de las catacumbas se veían inusualmente más congestionadas de lo normal aunque por supuesto, no al nivel de atochamiento de las calles del mundo de los mortales. Había un poco de fila para ingresar al burdel pero no avanzaba demasiado y la curiosidad me carcomía. Inesperadamente, Claude apareció a mi lado y casi no lo reconocí debido a que no vestía su usual uniforme de bar–tender.

                – Hey, al fin eres libre de la maldita cantina.

             – Hay que celebrar de vez en cuando y tengo ganas de desquitarme con una buena mujer, si me entiendes –dijo guiñándome el ojo –. Lo que me sorprende amigo mío es que sigas frecuentando este lugar. A Alicia no le gustará saber que buscas bailarinas para satisfacerte.

               – No estoy aquí para eso. Estoy tras…una pista.

               – ¡Uh! ¡Me encantan tus misterios! Ya va, suelta.

             – Creo que la hermana de Alicia trabaja acá.

              – ¿Me estás cargando Vincent?

           – No. Hace un rato estuve con ella en mi pastelería y juro que le vi el brazalete que las distingue. Quería seguirla pero me he demorado en cerrar el local.

             Claude se vio profundamente interesado en acompañarme en mi “misión de espía”, como lo bautizó, lo cual agradecí ya que no quería ser descubierto y él podría ayudarme a ocultarme.

           Finalmente logramos entrar. El sitio estaba asqueado de gente, al parecer había un evento importante aunque al principio no nos enteramos de nada. Los sitios junto al escenario principal estaban llenos, había mucha gente circulando y conversando con las sexys camareras vampiras que circulaban en el lugar. Claude me acompañó a la barra a tomar un trago para calmar los nervios, aunque en realidad no parecía estar en sintonía conmigo mirando a las muchachas merodear cerca de nosotros.

         Pasaron 20 eternos minutos hasta que las luces se apagaron y salió el presentador a anunciar el “evento especial” en el que presentarían a 5 nuevas muchachas proveniente del mundo de los humanos y que se integrarían como parte de un stock permanente. Estaba seguro de que Tabatha estaría dentro de ese selecto grupo, pero cuando las muchachas hicieron su aparición estaban con un antifaz que ocultaba su identidad. Pronto se acomodaron acaparando toda el área del escenario y empezaron con sus danzas sensuales, cada vez acercándose más al público vampírico que se volvía loco con el aroma de la sangre juvenil y el deleite visual de esos cuerpos esculpidos y agraciados. A medida que danzaban, la gente se acercaba más al escenario y pareció haber una especie de frenesí cuando de a poco comenzaron a sacarse las máscaras, el momento que más había anhelado, pero lamentablemente, había demasiada gente de pie y arriba de las mesas y sillas que dificultaba mi visión.

             – ¡No veo ni mierdas! –le gruñí a Claude.

             – Tranquilo, ya podrás hacerte espacio.

             – Me mata la curiosidad, no quiero que se lleven a ninguna hasta saber si ella está allí.

           Claude insistía en que debía esperar un poco, pero lamentablemente no pude hacerle caso. La necesidad de saber me llamaba y tuve que abrirme paso entre el gentío, pero el éxtasis era tal que nadie estaba dispuesto a ceder su espacio y dejar que un soquete se adentrara hasta adelante. Yo tampoco estaba dispuesto a ser amable y ceder, por lo que sin buscarlo produje un pequeño conflicto en el que la gente me empujaba y gritaba para no importunar su deleite, haciéndome de pronto caer al suelo, estando un poco más cerca del escenario. Al golpear el suelo levanté la vista y entonces, mi mirada se topó fijamente con la suya. Por un momento todo pasó en cámara lenta, su cara demostraba que estaba claramente sorprendida por mi presencia allí, aunque no supe determinar si era porque yo había descubierto su sucio secreto o por ella que acababa de descubrir que yo no era precisamente un humano común y corriente o ambas. Pronto sentí como algunas manos me agarraban con fuerza, obligándome a levantarme y echándome para atrás.

              Volví cerca de la barra y apareció el dueño del local, quien se acercó intimidante y me sugirió que no volviera a hacer escándalos si pretendía volver al burdel, y luego marchó por un rincón oscuro. Inmediatamente apareció Claude reprochándome por lo que había ocurrido y quedó tan impactado como yo al confirmarle que mi sospecha era cierta.




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