Helena sintió los rayos del sol que atravesaron la ventana de su habitación y lastimaron sus párpados adormecidos. Desde el piso de abajo le llego el sonido de la cariñosa voz de su madre, llamándola para que bajase a desayunar. Helena se quejó por tener que abandonar su cómoda y cálida cama, a nadie le gustaba levantarse temprano, mucho menos a una niña de ocho años, por eso se limitó a ignorar el llamado y se acurruco entre sus cobijas para disfrutar un poco más del confort que le brindaba su almohada. Volvió a escuchar el llamado de su madre, pero eso solo provoco que ella se tapara el rostro con el edredón para amortiguar el ruido, entonces escucho que golpeaban a su puerta antes de abrirla con cautela.
Cariño, tienes que levantarte—Llamo la madre de Helena sin perder la calma- si no te levantas ya, no solo no alcanzaras a desayunar, también llegaras tarde a la escuela.
—Estoy despierta— replico ella aun adormilada- solo dame un minuto más.
—Creo que no tienes un minuto, si te quedas en cama…— dejo la frase inconclusa esperando una reacción por parte de su hija.
Helena se quejó una vez más pero lentamente se incorporó hasta quedar sentada, parpadeó un par de veces para ahuyentar el sueño y lo primero que vislumbro fueron las oscuras pupilas de su madre observándola con atención. Nada le irritaba más que tener que levantarse temprano, salvo por el hecho de que la despertara alguien distinto a su madre, porque solo Denise Balaguer tenía el tacto suficiente como para despertarla sin que ella estallara en un colapso de enojo.
—Muy bien te espero abajo—le dijo su madre con un semblante sonriente—prepare tu favorito.
—¿En serio? —pregunto ella mientras bajaba de la cama de un brinco- no empieces sin mí.
—No prometo nada—replico Denise mientras abría la puerta para salir de la habitación—sabes que también es mi favorito.
La puerta se cerró suavemente tras Denise, dejando a una impaciente y emocionada Helena sola en el cuarto. Helena se apresuró a entrar en el cuarto de baño para para lavarse los dientes y darse una ducha despertadora. Cinco minutos después ya estaba afuera eligiendo algo de ropa de su armario, tenía problemas para decidirse, era el primer día de clases luego de las vacaciones y quería llevar algo lindo, al final se decidió por un vestido casual que tenía una combinación de suaves tonos de rosa y violeta, unas baletas color lila y un broche en forma de mariposa para adornar su cabello. Cuando termino se miró satisfecha en el espejo de su cuarto, el vestido caía suelto y divertido a su alrededor, los zapatos eran cómodos y hacían juego con el vestido, y, por último, el broche sujetaba perfectamente su luminosa cabellera castaña; recordó entonces lo que le había dicho su madre y bajo corriendo las escaleras, cuando iba a la mitad del tramo se detuvo al percibir el delicioso aroma que salía de la cocina.
—¿Vas a quedarte allí arriba? —le pregunto su madre mientras terminaba de poner la mesa—porque me muero de hambre y no voy a esperarte más.
Por supuesto que no—dijo Helena terminando de bajar la escalera— No en vano, dicen que el desayuno es la comida más importante del día.
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Editado: 19.06.2019