VÍnculos

capitulo 25

En cuanto Ezra se marchó la niña pretendió moverse, pero sus pies estaban adheridos al piso, sin importar sus esfuerzos nada ocurría, el hombre cruel se había ido sin quitar su hechizo. Helena decidió sentarse. Se arrepintió instantáneamente, pues se dio cuenta que el resto de su cuerpo se terminaba de pegar a la superficie. La tarde cayo y el horizonte se cubrió de un diáfano color amatista, mientras la niña daba vueltas a sus pensamientos. Probablemente Helena se hubiese quedado ahí todo el día de no ser porque una voz amigable, y agradecidamente humana, le hablo.

—¿Qué haces aquí? — Lisa apareció detrás de unos arbustos y se acercó a su amiga— ya es tarde.

—Lo sé— Helena se sentía mal por como la había tratado la última vez— No puedo pararme.

Lisa la miro confundida— ¿Te lastimaste? — se sentó junto a Helena para poder escucharla mejor.

—No, no exactamente— Estaba pensando en una forma racional de contarle lo sucedido. No la había— Es una larga historia— Helena pensó que últimamente todas las situaciones empezaban por esa frase.

—Si te puedo ayudar lo voy a hacer— miro con determinación a su compañera— sea lo que sea.

Se puso de pie frente a Helena, extendió su mano y la enlazo con la de ella. Ambas se miraron intensamente mientras una chispa de energía ascendía por sus brazos hasta llegar al pecho, en donde se alojó un instante en forma de luz. Luego desapareció. Lisa tiro de Helena hasta ponerla en pie, provocando así que se produjera un sonido como el del velcro al ser arrancado de su lugar. Helena quedo pasmada por el hecho. Durante horas había intentado separarse del suelo y ahora Lisa con un simple apretón había logrado quitar el encantamiento.

—¿Cómo hiciste eso? — le fue inevitable preguntar— ¿qué hiciste? —No sé a qué te refieres— Lisa hablaba con naturalidad— no hice nada.

—Sabes que eso no es cierto.

—Bueno— pareció pensarlo— te ayude a levantarte.

—No— Helena casi susurro sus palabras— había algo más. Más fuerte. Viste eso. La chispa y la luz... y el sonido. Como de algo arrancándose. La magia que desaparecía.

—Ahhh— ahora la niña parecía nerviosa— no lo sé, el sol es engañoso a esta hora. Y el césped está seco al igual que todo ese montón de hojas— abarco con un ademan el suelo cubierto de maleza, pero con la otra mano limpio el sudor que le humedecía la frente y le empañaba un poco los lentes color purpura.

—No lo creo— la miro a los ojos, pero ella desvió la mirada— sabes algo mas y no quieres decírmelo.

—No. En verdad no sé a qué te refieres.

Helena sabía que eso era una mentira monumental. Quiso hacerle preguntas. Exigirle respuestas, explicaciones y hechos concretos. Pero. Había un enorme, pero. Era su amiga, su única amiga y no quería espantarla. Además, ella no era precisamente un ejemplo a seguir en cuanto a sinceridad fraternal se refería. Se había guardado varias cosas. Además, nunca se sabe talvez la aparición de seres sobrenaturales a niñas pequeñas se estuviera poniendo de moda. Sin duda tendría una seria charla con su amiga. Pero no sería ese día. Después, cuando tuviera más información, ideas claras, por el momento solo se disponía a caminar silenciosamente junto a su amiga, viendo el atardecer cubrir todo, como suele hacer en campo abierto.

 




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