VÍnculos

capitulo 20

La maestra Miller daba su ronda de vigilancia del recreo. esa semana le correspondía cuidar a los niños. pero no tenía problema con eso, la enseñanza era su pasión y ver a los niños fuera de la rutina estudiantil era refrescante. En el recreo se comportaban como ellos mismos, no como los robots que respondían preguntas o se quedaban mudos en clase. Por eso se había convertido en maestra y no en abogada o empresaria. Había tenido oportunidad de estudiar y trabajar en lugares que le dejarían una suma económica bastante considerable en su cuenta bancaria, pero ella quería cambiar al mundo y creía fervientemente que la manera de hacerlo era educando adecuadamente a las futuras generaciones. Y la docencia era la carrera que ofrecía tal beneficio.

Unos gritos ahogados de asombro y terror provenientes de las canchas de futbol llamaron su atención. Era normal que los pequeños tuvieran malentendidos por cosas absurdas y que luego trataran de "arreglarlos" a los golpes. Siempre hablaba sobre lo errónea de esta idea, sin embargo, los niños solían ignorarla la mayoría de las veces. Pero lo último que se esperaba era encontrarse con una imagen tan perturbadora como la que silenciaba a todos los estudiantes en ese momento. Missi, una de sus estudiantes se hallaba tirada en el suelo en una inmovilidad terrorífica, pero lo que realmente la estremecía era Helena, esa dulce e introvertida niña que siempre mostraba interés en las clases, se encontraba parada viendo fijamente a Missi, estaba tan estática que parecía mas fija que la otra niña, si es posible. La mirada de Helena era tan diferente. Era una mezcla entre una ira feroz y un vacío profundo. Se acercó primero a Missi, la pobre estaba mortalmente pálida. La volteo y le toco la frente, para revisar si tenía fiebre. No sabía si ese era un procedimiento a seguir, pero no conocía mucho de medicina, o primeros auxilios, así que improviso como pudo. Le coloco la mano en la muñeca buscando pulso. Se relajó visiblemente cuando sintió un leve movimiento bajo la piel. En verdad sintió que el alma le volvía al cuerpo cuando la niña abrió los ojos con dificultad. La ayudo a levantar y encomendó a varios de sus compañeros que la ayudaran a llegar a la enfermería.

Cuando vio que los niños desaparecían con la afectada luego de atravesar la puerta se volvió a su verdadera preocupación. Helena seguía exactamente en el mismo puesto. La mujer se acercó hasta quedar a una altura cercana a la de la niña y con suma suavidad le toco el hombro. La niña parpadeo con lentitud. Algo brillo en sus ojos y cuando centro la vista en su maestra tenía el mismo tierno aspecto de siempre.

No, definitivamente no. Lina Miller nunca había visto algo como eso. En sus trece años como maestra había presenciado muchas riñas, niños problemáticos y ambientes decadentes. Pero rotundamente jamás había visto como una niña normal tomaba una actitud tan violenta y luego cambiaba su mirada al reflejo de un ángel, de forma tan sincera que era imposible que estuviera fingiendo.

 




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