Narradora
—Sophia, he venido para llevarte a un lugar donde recibirás todos los cuidados necesarios para tu embarazo. Una mansión segura y llena de comodidades, donde podrás descansar y asegurarte de que los bebes estén bien cuidados.
—¿Una mansión? No entiendo, ¿por qué debo ir allí? ¿Quién es el dueño de esta mansión y por qué tanta repentina atención?
—Sophia, como vientre de alquiler, es crucial que te encuentres en un entorno adecuado para garantizar tu bienestar y el de los bebs. El dueño de la mansión es una persona importante que desea asegurarse de que recibas la mejor atención posible durante tu embarazo.
—¿Pero quién es esta persona? ¿Por qué tanto secreto? Me siento confundida ¿porque no puedo saber quien es el padre de los bebes?
—No te preocupes, Sophia. El anonimato es parte del acuerdo. Confía en mí, estarás segura y protegida en la mansión, y recibirás todo el cuidado necesario para este proceso tan importante.
Despues de empacar pocas cosas Carlos la acompañó a la imponente mansión donde recibiría los cuidados necesarios para su embarazo y el desarrollo de los bebés que llevaba en su vientre. Al llegar, Sophia quedó asombrada por la majestuosidad y la opulencia del lugar.
—¡Wow, esta mansión es increíble! Nunca imaginé que estaría viviendo en un lugar tan lujoso.
—Sí, Sophia. Esta será tu residencia durante el tiempo que sea necesario para cuidar de los bebés que llevas en tu vientre. Aquí recibirás la atención y el cuidado que necesitas.
Sophia recorrió los amplios pasillos y las lujosas habitaciones de la mansión, maravillada por la elegancia y la comodidad que la rodeaba. Aunque la situación en la que se encontraba era inusual y llena de incertidumbre, se sintió agradecida por el ambiente seguro y acogedor que le proporcionaba la mansión.
—Es todo tan hermoso... Me siento afortunada de poder estar aquí y recibir los cuidados necesarios para los bebés. Aunque todo esto es nuevo y desconcertante.
Con cada paso que daba en la mansión, Sophia se sentía más decidida, asombrada y abrumada al ver tanto lujo, algo que jamás pensó vivir.
—Aquí estarán seguros—aunque Sophia sabía que los bebés aún eran unos fetos, le gustaba hablarles.
Meses despues Sophia estaba recostada en el sofá de la lujosa mansión, las manos sobre su vientre abultado. Los gemelos dentro de ella se movían activamente, sus pequeñas pataditas eran como dulces secretos compartidos solo con ella. Sonrió, maravillada con cada movimiento, cada pequeño milagro que sentía. Pero su sonrisa se desvaneció cuando la puerta se abrió.
Carlos entró, su rostro era una máscara de seriedad. Sophia lo miró, esperando, temiendo.
—Sophia, tengo noticias sobre tu madre.
—¿Sí? ¿Cómo está? ¿Funcionó el tratamiento?
—Lo siento, Sophia. El tratamiento no funcionó. Tu madre... falleció esta mañana.
Sophia sintió como si el mundo se detuviera. El dolor la golpeó con fuerza, una ola que la dejó sin aliento. Las pataditas en su vientre se convirtieron en un cruel recordatorio de la vida que continuaba, a pesar de todo.
—No... no puede ser.
En ese momento, un dolor agudo atravesó su vientre. Sophia se dobló, su mano buscando apoyo. Carlos dio un paso adelante, preocupado.
—¿Sophia? ¿Qué sucede?
—Creo... creo que estoy en trabajo de parto—dijo Sophia con voz tensa