Vino Y Miel (gay)

CAPÍTULO XXIV

—¡No me sueltes! —gritó de la nada cuando despertó de un brinco— Carajo —se quejó repentinamente al sentir la luz dar en su rostro—. Idiota... —suspiró una última vez— Maldito idiota —lo decía de manera algo romántica, como si por fin se diera cuenta el deseo del otro—. Creer... —lloró sin poder ver qué ocurría a su alrededor. Sintió una mano que no lo soltaba y un olor a miel recorrió su nariz. Cerró sus ojos con fuerza— Alex...

—Noah... —sollozó levantando el rostro.

—Tu... —abrió sus brazos recibiendo un repentino abrazo— Gracias por no haberme soltado —lloró sin poder decir nada más—. Estaba asustado y tú jamás me soltaste. En verdad estaba asustado —los brazos de Alex estaban a su alrededor, protegiéndolo, pero algo no se sentía bien— ¿Qué pasa? ¿Qué te pasa? —lo miro a los ojos y se preguntó si había visto que fue tocado por su padre. Lo empujó y cubrió todo su cuerpo.

—León —lo dejó en blanco. No había querido decirlo, pero sentía que iba a morir si no hablaba—. Le pediste a León que te salvara —se sentó en la cama—. No es que me importe quién es —puso una mano en su rostro intentando pensar si haberlo dicho estaba bien—. Yo... fui yo quien te salvé, pero le pediste a él que lo hiciera.

—soñé algo —no pudo decir nada más.

—Está bien —suspiró—. Solo me asustaste.

—¿Cuánto tiempo me desmayé? —levantó el rostro para verlo a los ojos. La tensión era horrible.

—No despiertas desde el año anterior —bromeó intentando olvidarlo.

—Perdón —masajeó su cabeza intentando pensar en qué hacer para arreglarlo.

—Dijiste que no tengo que preocuparme por nadie —estaba tan dolido en su pecho que su cabeza empezó a arder— ¿Tengo que preocuparme por qué no puedas olvidarlo?

—¿Qué? —aquello lo había asustado.

—Te amo —suspiró— ¿Tengo que asustarme de que te escapes de mi lado por estar al suyo?

—No...

—Puedo cambiar y lo sabes —su pecho dolía al decirlo—. No soy perfecto, pero puedo serlo por ti.

—No te estoy pidiendo que lo seas.

—¿Tengo que preocuparme de que él sea la persona perfecta para ti y no yo?

 

Aquellas simples palabras hicieron explotar todos los sentimientos de Noah. Puso su mano en su cuello. Acarició las llaves que por tanto tiempo había atesorado. Miró a los ojos a Alex y se las arrancó de encima. Se acercó y se las dio. Se levantó y se sentó en sus piernas. Se abrazó a su cuello y no se movió ni por un momento.

 

—No. No tienes que preocuparte por eso nunca más.

 

Hizo que Alex se sintiera tan feliz por haber hecho eso que pudo abrazarlo con calma. Se preguntaba quién era el otro. Cómo era. Porque era tan importante para Noah. Porque qué entre sueños había pedido ser salvado por él. Se decía a sí mismo que Noah en verdad tenía un problema en ese sentido. Siempre hablaba dormido. Había tenido la mínima esperanza de que susurrara su nombre para ser salvado, pero no lo logró.

No entendía ni siquiera lo que esas llaves significaban, pero igual las guardaría con todo su corazón. Estaba enamorado de un chico de ojos verdes que aún no se sentía seguro de ser él mismo frente a frente y tenía que esperar con paciencia el tiempo necesario para que pudiera abrirse por completo.

Lo atrapó entre sus manos y pegó sus frentes. Pasó su lengua por sus labios y luego le dio un pequeño beso en el cual demostró estar a sus pies sin importar si es que aún necesitaba tiempo para superar.

Pero no era para nada así.

Aquel sueño tan vivido solo le había dicho que Alex era la persona correcta. Aquella en la que tenía y a la cual le podía confiar su vida. Estaba enamorado de alguien nuevo y no lo iba a dejar ir nunca.

Iba a dejar ir a León, no a Alex.

Noah estaba listo para olvidar, Alex estaba listo para estar a su lado.

Toda la vida si es que era posible.

 

—Feliz año nuevo —bromeó Noah para que se sintiera un poco más tranquilo.

—Idiota... —rio suavemente— Nos perdimos los fuegos artificiales.

—Perdón… Debo dejar de hablar dormido.

—No —odiaba escuchar de León, pero amaba verlo susurrar su nombre.

—¿Por qué? —no podía dejar de ver sus ojos.

—Solo no lo hagas —lo apretó entre sus brazos hasta el punto de quedarse en silencio por unos minutos.

—Perdón por haber sido tan idiota. Debí haberte besado.

—No —le dio una pequeña mordida en su cuello haciéndolo temblar de miedo—. Yo te estaba obligando a hacerlo aun cuando sabía que no te gustaba.

—... Me hubiera arrepentido si ese hubiera sido nuestro último beso.

—Pero no fue nuestro último beso ¿verdad? —intentó ponerlo de buen humor.

—No —se reconfortó.

—¿Quieres bañarte antes de ir a dormir? —lo vio inclinar la cabeza— Es que... —rio— Tienes todo el cabello lleno de hierbas y tierra que no te pude limpiar.

—Tú estás todo sudado —le sacó la lengua en contra.

—Créeme que cargarte por medio parque no es tan fácil como crees —lo hizo sonrojarse— ¿Puedo preguntar qué fue lo que pasó?

—... —ocultó su rostro. Quería ser honesto, pero temía hablar de ello.

—Está bien. Tranquilo —le dio un pequeño beso en la cabeza.

—Gracias —susurró—. Quiero olvidar mi pasado.

—Lo harás —un pequeño roce de labios en su mejilla se sintió tan lindo que lo hizo sonrojar—, y yo te apoyaré en ello.

—Alex... —sacó la caja del regalo y se la puso entre las manos— Feliz navidad y feliz año nuevo.

—¿Qué es?

—Ábrelo —pronunció con recelo.

 

En el momento en el que abrió aquello sonrió. Estaba feliz y se sentía completo. Tenía a la persona que amaba sentada encima suyo. Ronroneando y pidiendo ser abrazado por el frío. Por la necesidad de saber que estaba a su lado y que nada de esto era solo un sueño trágico de su muerte.

Sacó la pulsera de Noah y se la puso como si fuera un anillo de compromiso. Lo miró a los ojos y le pidió que se lo pusiera. Entre sonrojos, ambos apretaron aquellas manillas con la intención de que no se volvieran a zafar nunca más.



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En el texto hay: romance, gay, amor lgbt

Editado: 29.12.2022

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