Vino Y Miel (gay)

CAPÍTULO XXVII

—Si era un video... —sonrió la madre cuando el dispositivo entró.

—Que bien... —suspiró Noah inseguro.

—Veamos el video —la madre rápidamente abrió el archivo, Noah sostuvo su mano con fuerza y puso pausa antes de que se reprodujera.

—Yo no sé si hay algo que no deban ver —se sonrojó, Alex lo abrazó, lo levantó y lo sentó en sus piernas— ¿Qué haces, tonto? —logró sonreír.

—Apoyarte... —se sentía terrible, estaba asustado y solo quería sentir al chico. Tenía miedo de ver quien era León— Quiero ir a casa rápido —temblaba al decirlo.

—Puedes ir antes que yo... —se dio cuenta de lo que estaba pasando. Quiso escapar con él— Podemos irnos si quieres.

—Estoy bien, no voy a dejarte —lo abrazó, la señora los vio con una sonrisa.

—Si hay algo que no deban ver, voy a adelantarlo —todos asintieron. En un suspiro puso play. Se acercó al oído de Alex y susurró—. Te amo, no importa lo que mires... —sollozó— No importa lo que mire... —dijo al escuchar la primera voz— Yo te amo a ti, idiota —apretó su cabeza entre sus manos— A ti. A ti. A ti. Solo a ti.

El video era una recopilación de varios recuerdos. Una edición casera que había hecho en su computadora. Todo empezó con un título que decía “Feliz día, Noah”.

Eran los siguientes:

Video 1:

—¡Deja de grabarme! —se quejaba Noah mientras comía un helado— Idiota.

—¿Por qué? —rio suavemente— Te ves bien, Freeman.

 

En la actualidad, escuchar la voz de León una vez más lo hizo temblar. Se sostuvo de Alex con lágrimas en los ojos. No había querido recordar nada de eso. Se sintió obligado pero sus piernas estaban demasiado débiles como para escapar.

 

—Estoy comiendo —la toma era nocturna, en un parque, una noche, sentados el uno al lado del otro—. Déjame comer en paz —se quejaba a pesar de estar sumamente feliz.

—Vamos, muéstrame tu rostro —tomó la cara de Noah con su mano mientras apretaba sus mejillas haciendo que diera una cara graciosa—. Tan tierno, tan pequeño.

—De... Es... Estás muy cerca —se quejó al temblar— Muy cerca... —cerró sus ojos con fuerza.

—Niñito... —dijo con sensualidad, aquella noche quería decirle lo que sentía, pero Noah tenía apenas trece años y sentía que no se vería para nada bien.

—Déjame, aún estoy creciendo —lo quitó volviendo a comer—. Cuando sea grande voy a hacerte lo mismo.

—Si, claro —frotó con fuerza sus cabellos—. Siempre serás mi pequeño.

—... —una cara sonrojada más un grito enojado cortaron la toma.

 

Video 2:

—Oye, Noah... —molestaba sus mejillas clavando su dedo suavemente— Noah... —reía mientras lo decía, molestaba al chico mientras dormía— Despierta, tonto —lo movía con suavidad.

—Déjame en paz, quiero dormir —estaba avergonzado de que lo hubieran visto babear—. Además, hoy día tienes que salir con mi hermana —estaba celoso. Abrió los ojos con lentitud. Al verlo le sonrió—. Buenos días, León.

—Buenos días, Noah —acarició una de sus mejillas hasta que el chico recordó la verdadera razón de que estuviera allí.

—¿No te tienes que ir con ella? —suspiró haciendo que le quitara la mano de encima.

—Se está cambiando, sabes cómo es... —movía la cámara hacia su pijama la cual estaba abierta y mostraba gran parte de su pecho— Mira que divertido —puso su mano dentro haciéndolo estremecer— ¿Tu pecho siempre ha sido así de rosa?

—¡¿Qué haces?!

 

Le gritó mientras se separaba. Noah tendría cerca de catorce años. Su rostro era como el de un niño, tierno y dulce. Pero su carácter era igual de arisco. En la actualidad Alex se preguntaba cuánto tiempo habría llevado ese temperamento. Ahora ya no era así. Al ver cómo veía las imágenes su pecho dolía. Una sonrisa extraña de alivio. No sabía qué hacer.

 

—¿No te gusta? —se sonrojó por lo lindo de la reacción.

—No... Claro que no. —cerró rápidamente el pijama.

—¿Seguro?

 

Se grabó una escena con una sonrisa. León dejó el teléfono a un lado y empezó a hacerle cosquillas. Se escuchaban ambas risas como algo mágico de una sola existencia.

 

—Ves, te gusta cuando te hago cosquillas.

—Deja de hacerlo —pataleo entre risas—. Quieto, quieto, quieto. León, idiota, quédate quieto —la manera en la que le hacía cosquillas con la nariz en su cuello lo hacía tan feliz en ese momento que olvidaba todas sus heridas.

—No, no, no, no —pronunciaba suavemente—. Tonto, tonto, tonto.

—Cállate —la pureza de la juventud y su voz cambiante hacían eco en el video—. Ya no puedo más, solo suéltame —se quejó entre lágrimas de risa.

—Está bien, está bien —acarició su rostro, lo hizo ponerse rojo, León sintió que podía perder el control y se alejó un poco—. Tonto.

—Vas... ¿Vas a volver más tarde? —abrió sus brazos con una sonrisa oculta en vergüenza. León lo abrazó. Lo sostuvo en sus brazos alejando sus caderas.

—Si, en unas horas nos volveremos a ver. —sonrió.

 

León tomó su celular y lo revisó. En la toma se veía a Noah recostado. Con el cabello desordenado y somnoliento. En la actualidad, Alex lloró apreciando una sonrisa que sentía que jamás volvería a existir. No sabía o no notaba que Noah había vuelto a sonreír de esa manera desde hacía un buen tiempo atrás.

 

—Me estabas grabando, deja de hacerlo —rio mientras apartaba la cámara.

—¿Y por qué? Eres increíblemente tierno cuando estás recién despierto —acarició sus cabellos.

—Cállate —le sonrió—. No me gusta ser grabado, eso es todo.

“Ni mi gisti” —se burló. El video se cortó.

 

Video 3:

—Sorpresa, tonto —sonrió entrando con la cámara a la habitación del chico. Lo vio sentarse rápidamente y dejar un libro a un lado.

—¡León! —sonrió de manera pura y luego tapó su boca rápidamente.



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En el texto hay: romance, gay, amor lgbt

Editado: 29.12.2022

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