Han pasado tres semanas desde que mi pueblo entro en cuarentena, cuatro semanas desde que alguien nuevo asumió la alcaldía; las calles se encuentran controladas por los militares, nadie ha sido capaz de saber qué es lo que realmente ha pasado en estas semanas.
Se nos permite salir una vez a la semana para conseguir suministros, una persona por casa. A pesar de la presencia de los militares hay personas que logran evadirlos, puesto que no son muchos.
Hasta donde sé, desde hace tres meses se ha esparcido un virus entre la población, el primer caso se trató de un estudiante de preparatoria, un día despertó con temperatura de 38 °C y escalofríos, los médicos pensaron que solo se trataba de una simple infección, transcurrieron cinco días y los síntomas eran más, aumento la temperatura a 42°C, su cuerpo estaba cubierto de ronchas, erupciones y ampollas, sus ojos tenían manchas de sangre, sus venas se notaban a simple vista, se veían de color marrón; también presentaba convulsiones. El pobre chico murió dos días después. A los tres días, los padres del joven también se enfermaron y tuvieron el mismo destino. Con el pasar de los días más gente se enfermaba, y presentaban lo mismo, el número de enfermos aumentaron considerablemente en dos meses. Cuando la cifra alcanzó los 5 mil infectados el gobierno decreto implementar una cuarentena obligatoria, esa cifra era alarmante considerando que el pueblo tiene una población de alrededor de 13mil personas.
Esta situación nos tiene agobiados a todos, nos mantiene con el temor de que el día de mañana uno de nosotros tenga el virus. No sabemos si ya se expandió a otros lugares, lo más probable es que sí. Otra situación que nos preocupa es la extraña desaparición de la alcaldesa, una semana antes de la cuarentena simplemente desapareció, se emitió un comunicado en el cual se dio a conocer que la alcaldesa renuncio a su cargo y salió del pueblo junto con su suplente y asistente personal. Se rumorea que en realidad los tres se contagiaron y murieron.
Pensar en todo esto me agobia, quisiera que todo esto acabe ya, estar encerrada en casa es muy difícil para mí, quiero salir a respirar aire fresco, necesito salir.
Suena mi celular, se trata de mi mamá, cuando apenas acepto la llamada se cuelga, me doy cuenta que no hay señal, también se fue la señal de internet. Unos cinco minutos después se escuchan vehículos pasar, me acerco a la ventana para echar un vistazo, pasan varios vehículos militares a una gran velocidad. La gente empezó a salir de sus casas por curiosidad, decido también salir. Se habían detenido a tres cuadras adelante, se bajaron los militares, algunos traían unos trajes que cubrían todo su cuerpo y traían mascaras. Entraron a la casa, al poco tiempo se escucharon gritos desgarradores, decían “ayuda, por favor”; después se escucharon balazos. Acto siguiente los militares salieron del lugar, lo acordonaron, bloquearon puertas y ventanas; cuando terminaron empezaron a decirle a la gente que regresaran a sus casas.
—¡¿Qué demonios acaba de pasar?! — grito un señor.
Nadie respondió, todos los vecinos se miraban entre todos de forma desconcertada, algunos estaban templando y lloraban.
—¡Sera mejor que se metan a sus casas, respeten la cuarentena! —Grito uno de los militares— esto no es de su incumbencia.
Varios de los militares se suben a los vehículos mientras que otros se quedan para asegurarse que todas las personas entren a sus casas.
Cae la noche, no puedo dejar pensar en lo que ocurrió, es raro, ¿Por qué los militares entraron y mataron a las personas que estaban en esa casa? ¿por qué?
Alguien toca mi puerta, miro por la ventana para saber de quién se trata, al ver quién es abro la puerta.
—Hola vecina, perdón por venir a molestarla— dice mi vecino Fernando con una voz quebrada.
—Hola, no se preocupe, ¿en qué puedo ayudarle?
—Me gustaría hablar con usted, lo de hoy me tiene consternado.
—Pase, hablemos adentro.
—Gracias.
Nos dirigimos a la sala y nos sentamos.
—Lo de hoy… me trajo recuerdos tristes, me recordó lo que sucedió hace cuatro años — sus ojos empiezan a lagrimear.
Hace cuatro años Fernando perdió a su esposa y a sus dos hijos, se encontraban en su casa pasando una cena agradable cuando un grupo de ladrones entraron a robar, eran cuatro ladrones, en su intento de proteger a su familia forcejea con uno de los ladrones, mientras esto sucede, los otros ladrones le disparan a su familia.
Fernando empieza a llorar, me quedo quieta, no sé qué hacer ni que decir.
—¿Por qué crees que los hayan matado? —pregunto.
—No lo sé, es muy raro, tal vez se infectaron y por eso los asesinaron ya que no quieren más infectados. — me responde mientras se limpia las lágrimas.
—¿Crees que serían capaces de hacerlo solo por eso?
—Ten en cuenta que ya son demasiados infectados, somos pocos los que aún estamos sanos, no sabemos cómo se contagia, no se ha encontrado algún tratamiento, por ende, los infectados se mueren. No quieren más contagiados.
—No suena tan descabellado, pero es muy …—se escuchan disparos.
Rápidamente Fernando y yo nos tiramos al suelo, los disparos se escuchaban muy cerca. Parecen provenir de la casa de al lado. Ahí habitan una pareja de ancianos, los conozco bien, solía platicar con ellos toda la tarde, les encantaba hablar sobre sus hijos y nietos.
A los pocos minutos se empezaron a escuchar ruidos raros y fuertes.
—Creo que están bloqueando las puertas y ventanas como en la otra casa —dice Fernando susurrando.
Nos quedamos 30 minutos tirados al suelo, ambos tenemos miedo por lo que escuchamos.
—Creo que será mejor que regrese a mi casa, pero no sé si sea seguro volver —mira por la ventana —hay un motón de militares en la calle.
—Quédate aquí esta noche, a lo mejor en la mañana las cosas estén más calmadas, por cierto, ¿Cómo lograste llegar aquí sin que te vieran?