2. Escape

Corremos por las calles, no éramos los únicos que estábamos huyendo, era todo un caos, los policías junto con los militares trataban de controlar a la gente, les disparaban en la cabeza y en los pies. Entramos a un callejón para descansar un poco con la esperanza de que ningún militar nos haya visto.

—Tenemos que salir del pueblo, tal vez podamos salir por la carretera, suele estar resguardada por un montón de militares, pero a lo mejor por todo este caos sean pocos los que se encuentren— dice Fernando, mientras que yo solo asiento —tenemos que evitar pasar por las calles principales, tendremos que rodear para poder llegar a la carretera.

Cruzamos el callejón hasta llegar a otra calle, al parecer no hay nadie por aquí. Avanzamos a la siguiente calle en la cual suele pasar un arroyo.

—Por aquí— señala Fernando —si nos vamos por aquí nadie nos vera.

Bajamos hacia el arroyo, lo bueno que no es tiempo de lluvia y el arroyo está seco. Entramos a un túnel el cual está muy oscuro, saco una lámpara de mi mochila y la enciendo, avanzamos y caminamos alrededor de 20 minutos hasta al final del túnel.

—Si no me equivoco estamos muy cerca de la carretera, podemos subir por aquí— señala Fernando mientras avanza.

Lo sigo, logramos escalar y efectivamente estábamos cerca de la carretera. Para nuestra buena suerte no había nadie. Seguimos caminando por la carretera hasta que escuchamos un grito, se escuchaba cerca.

—Sera mejor que avancemos rápido— digo asustada.

—Sí, es lo mejor, también no te separes de mí.

Avanzamos rápido por la carretera, se empezaron a escuchar los gritos cada vez más cerca, así que empezamos a correr. En un momento decido voltear hacia atrás y veo que venían tres personas corriendo detrás de nosotros, dos hombres y una mujer; uno de ellos se detiene y cae al suelo, los otros tratan de levantarlo, pero al final deciden dejarlo.

Después de correr por un buen tiempo decidimos parar para recuperar energía, al poco rato nos alcanzan el hombre y la mujer que venían detrás de nosotros, también se detienen para descansar un rato. Ambos están cubiertos de sudor, tienen los brazos raspados y su ropa esta polvorienta, noto que el hombre tiene algo parecido a una mordida en la pierna izquierda. Le doy unos golpecitos con el codo a Fernando y después miro hacia las dos personas, Fernando se da cuenta rápidamente de la mordida.

—Oye ¿qué te paso en la pierna? — Pregunta Fernando mientras señala la pierna del hombre —Parece como si te hubieran mordido.

—Oh, bueno, me mordió una anciana loca cuando pasamos cerca del hospital.

—¿Al otro hombre que venía con ustedes también lo mordió la anciana? — Pregunto nerviosa.

—No a él le dispararon cerca de las costillas, no nos dimos cuenta hasta que cayó al suelo. Intentamos levantarlo, pero él nos dijo que nos fuéramos, que lo mejor era dejarlo ahí— Respondió la mujer.

—El centro es todo un caos, fue todo un show lograr llegar a la carretera, los militares disparando a todo lo que se movía, algunas personas atacaban a otras, otras a los militares, todos los civiles trataban de salir de ahí con vida. A nosotros dos nos atacaron y como te dije anteriormente me mordió una anciana, a decir verdad, tenía demasiada fuerza para ser una mujer de la tercera edad, luche para evitar que me mordiera, pero se salió con la suya…— empieza el hombre a sacudirse el polvo de su ropa —veo que ustedes están sin ningún rasguño ¿acaso pasaron por el centro?

No, nosotros evitamos pasar por ahí, sabíamos que iba a ver un caos, nos fuimos por las calles que están alejadas del centro, evitamos las calles principales y cruzamos por donde suele pasar un arroyo— Responde Fernando.

—De lo que se salvaron, y bueno ¿A dónde van?

—No sabemos aún a donde ir, solo nos estamos alejando los mas que se pueda del pueblo.

—Si quieren pueden venir con nosotros, tengo un tío que tiene una cabaña, esta algo alejado de aquí, como a una hora y media caminando. En estas situaciones es bueno juntarse con otras personas.

Fernando y yo nos miramos pensando si es buena idea ir con ellos.

—¿Qué opinas Lucia?

—Creo que sería bueno ir con ellos, al cabo no tenemos a donde más ir, y como dijo él, es bueno juntarse con otras personas en estas situaciones.

—Está bien, hay que ir con ellos.

—Sera mejor que nos vayamos ahora si no queremos llegar allá más noche.

Emprendemos camino hacia la cabaña, por el camino que tomamos no había lámpara de alumbrado público, así que saqué la lámpara que traía en mi mochila y la encendí.

—¡Genial! — Dice el hombre

—Ten— le entrego la lámpara —es mejor que tú la tengas.

El hombre toma la lámpara, alumbra de tal manera que vemos hacia adelante y el suelo para evitar tropezar con algo. El camino es de tierra, a los lados está lleno de zacate crecido, se podría decir que mide medio metro de altura. Esta muy silencioso el ambiente, se escuchan algunos grillos, todos permanecemos en total silencio hasta que se escucha el ruido de lo que parece ser una camioneta.

—Alto, creo que viene una camioneta— dice el hombre.

—¿Crees que sean los militares? — Pregunta la mujer.

—No lo sé, hay que escondernos entre el zacate.

Nos escondemos entre el zacate esperando que pase la camioneta, la camioneta venia atrás de nosotros, no parecía que perteneciera a los militares. El hombre mira la camioneta y pareciera reconocerla.

—Es la camioneta de mi tío Jaime— sale del zacate y empieza a mover las manos.

La camioneta se detiene justo a un lado de él.

—Marcos, que bueno que te veo por aquí— se baja y abraza a su sobrino —pensé que ya no te vería, el pueblo es un caos.

—Fue difícil, pero logre salir, de hecho, no vengo solo— señala hacia donde estamos.

Salimos del zacate.

—Suban a la camioneta, los llevare a mi cabaña, estaremos seguros ahí.

Cuando Marcos se disponía a subirse cae al suelo, la mujer rápido lo ayuda a levantarse.