Una nueva vida

Daniel yacía en su cama y se preguntó qué hacía ahí. Se recordó de lo había pasado y dijo que todo era un sueño. Entonces se levantó y lo primero que hizo fue verse al espejo. En cuanto quitó sus manos para verse la cara; se llevó el susto más grande de su vida. No podía creer lo que estaba viendo. Pegó un grito demasiado fuerte que olvidó que su familia estaba en la casa. Pero nadie fue a verlo por una extraña razón. Daniel se puso nervioso, no quería que nadie lo viera así.

Él empezó a tocarse todo el cuerpo con desesperación. "¿Qué diablos está pasándome? ¿Tengo cabello largo? ¿Tengo pechos grandes? Y…, no quiero ni decirlo.", pensó.

— Esto es lo más horrible que me pudo haber pasado —habló y se dio cuenta que su voz se escuchaba más dulce y menos ronca. Entonces empezó a creer que eso era una pesadilla y que cuando despertase, todo iba a acabar; sin embargo, no era así.

De repente escuchó unas risas que estaban cerca de él.

— ¿Quién anda ahí? — preguntó y de repente un humo negro apareció y cubrió casi todo el cuarto. Daniel estaba asustado; jamás había visto algo así. Se alejó de ello, lo más que pudo. En un instante se vio unas luces verdes y en él apareció una mujer con una capucha negra.

— Hola Daniel, ¿O será que quiero decir Daniela? —expresó aquella mujer que le era familiar a él

"¿Yolanda? Ella me hizo esto". Es lo que se le vino a la mente.

— ¿Qué has hecho conmigo, maldita bruja? —preguntó con tanto enojo. Yolanda sólo comenzó a reírse tan fuerte.

— Ya te lo dije, vas a pagar caro lo que hiciste con todas esas mujeres que te quisieron y tú sólo las utilizaste como a mí —le respondió ella.

— Por favor Yolanda, tú sabías perfectamente como soy yo; un mujeriego —le comentó. Yolanda se enojó con él y lanzó un rayo para que Daniel se asustase.  

— Eres un idiota; lástima que no puedo cambiarte la mentalidad, pero con verte sufrir por ser mujer, es lo único que me basta para vengarme —recalcó aquella mujer con orgullo.

Daniel no podía creer lo que estaba pasando. Le suplicó que le devolviera su cuerpo, pero lo único que dijo fue—: Ahora te tienes que cambiar, en el mueble te dejo la ropa para mujer y te voy a maquillar automáticamente cada vez que salgas las primeras veces porque luego lo harás tú; también irás con el nombre de Daniela a la universidad, dirás que eres prima de Daniel y que lo suplantas porque se enfermó —Daniel no pensaba hacer eso, pero no tuvo otra opción. Si no lo hacía; Yolanda no le regresaría su cuerpo. Ella desapareció de la misma manera como llegó.

Entonces tuvo que vestirse como pudo. Para él todo eso estaba difícil. ¿Y ahora qué iba a hacer? No podría juntarse con sus amigos, ni podría coquetear con las chicas. En cuanto salió, se aseguró que su familia no lo viera, pero se llevó una gran sorpresa... su familia lo trataron como mujer y subió corriendo a su auto. Llegó a la universidad y como siempre sus amigos se juntaban para esperarlo. Daniel se bajó; trató de encontrar un cigarrillo, sin embargo, no había nada en sus bolsas. Eso era una pesadilla para él, tenía que conseguir uno para relajarse de esa desgracia que le estaba pasando.

Por lo que fue corriendo con un chico que vendía cigarros a escondidas, lo observó raramente, pero a Daniel no le importó; le pidió que se lo encendiera y se fue con sus amigos.

—Hola chicos, ¿qué onda? —les habló, pero sus amigos lo vieron extraño y recordó que ya no era Daniel. Se puso incómodo el momento; no obstante, tocaron el timbre y entró rápido a la universidad. Todos la miraban y decían quién era la nueva chica. Era todo un terror para él.

Se sentía tan horrible tener que ser otra persona y no poder hacer lo que siempre había hecho. Quería pensar que todo eso se acabaría pronto. Él quería volver a ser ese hombre que era porque no era fácil aguantar las miradas de todos, en especial el de los hombres. Y más porque había olvidado ponerse el maldito sujetador que era un estorbo para él