La directora se acercó a él y le habló. Daniel le entregó el papel y parecía que ella ya sabía del cambio; Yolanda lo tenía todo controlado. Él se fue a su casillero a tomar sus cuadernos de matemáticas. Sin fijarse, había topado con una chica, a la cual él no conocía.
—Lo siento, no te vi —le habló la chica morena, de cabello castaño y ojos marrones. Él se quedó embobado al verla porque a pesar de que físicamente era una mujer, su mentalidad seguía siendo de hombre y le llamaba mucho la atención aquella chica.
—Eh... —Daniel parecía como si había visto un fantasma.
"Por favor Daniel, concéntrate; eres una mujer y no quieres ser tachado como lesbiana porque algunos te van a acosar". Pensó nervioso.
—Lo siento... fue mi culpa, yo no me había dado cuenta que estabas ahí —le respondió lo mejor que pudo.
—Estás perdonada... Por cierto, ¿eres nueva? —le preguntó esa chica.
—En realidad... estoy suplantando a mi primo Daniel, ¿has escuchado de él? —le cuestionó para saber si a ella le gustaba él.
—La verdad no sé quién es en realidad, pero he escuchado de él y no parece ser muy agradable; tiene una reputación tan fea y así no quiero conocerlo —respondió y Daniel se entristeció. Jamás se imaginó lo doloroso que era saber que una mujer lo despreciaba sin conocerlo en persona.
—Oh bueno... Veo que todos me... digo... juzgan a mi primo —le comentó. La chica solo le sonrió.
— ¿Sabes? Pareces caer muy bien; permíteme presentarme, me llamo Andrea ¿y tú? —le dijo y él quedó embelesado de saber su nombre.
—Me llamo Danie... la. Daniela me pusieron casi igual a mi primo —contestó nervioso. Ella le sonrió.
—Bueno Daniela, ¿qué te parece si me acompañas a la clase? Veo que a tu primo le toca lo mismo que a mí, pero jamás lo vi ahí —eso era porque Daniel odiaba las matemáticas y casi no se presentaba. Ahora entendía por qué no la había conocido a ella.
Acompañó a Andrea a la clase y en vez de ponerle atención al profesor, se la ponía a su compañera que le parecía tan atractiva. Hubo veces que Andrea lo sorprendió y no le estaba pareciendo normal de su parte, pero le restó importancia.
Daniel estaba sufriendo porque deseaba con todas sus ganas poder conquistarla y probar esos labios que ella tenía. Sin embargo, eso era totalmente imposible. Estaba atrapado en ese cuerpo que no era el suyo. Estaba sufriendo porque no sabía qué hacer.
Se pasó todo el día acompañando a Andrea y le emocionaba que en tan sólo un día conociera mucho de ella. Le mostró cosas que no cualquiera le muestra a un hombre. Lo llevó a conocer a sus amigas y eran casi igual de hermosas que Andrea. Él seguía teniendo esa debilidad por las mujeres, pero su objetivo principal era ella.
"¡Qué desgracia no poder salir con ella!, pensó. Se estaba torturando mentalmente.
Pasó todo el día conociendo un poco más de esa mujer. Con tan solo minutos se embelesó de su sonrisa, de la forma cómo ella hablaba y demás. Se dio cuenta que su debilidad eran las mujeres como ella. No obstante, seguía siendo el patán de siempre. El que veía como objeto a las mujeres. Si él no aprendía la lección nunca regresaría a ser el chico que era antes; sin embargo, no podía quitarle la mirada a Andrea y no la miraba solo a la cara. Tenía la maldita costumbre de verle el trasero y los pechos a las mujeres. Le podrían estar hablando algo importante y él sólo veía en esa dirección de aquellas mujeres que de tontas caían en sus brazos. Y él pensó que él seguiría siendo Daniel, quizás ya hubiera conquistado a chica y en ese momento la tendría en su cama. Que mente más desgraciada tenía Daniel realmente.