Esa noche que habló con Andrea, regresó a su casa llorando por dos razones; se estaba dando cuenta que está confundiendo las cosas y realmente se está creyendo una mujer y otra porque realmente se dio cuenta lo idiota que fue con muchas chicas que no tenían la culpa de lo que una mujer le había hecho. Sí, hubo una mujer que solo lo utilizó y creyó que todas eran así.
—Por favor Yolanda, si me estás escuchando; has ganado... por fin me has vencido —lo decía entre lágrimas—. He aprendido una gran lección al conocer a Andrea, ella me enseñó lo que ninguna mujer, ni siquiera tú, me mostró y me he enamorado de ella; sin embargo, ahora me duele saber que ella jamás conocerá esta parte de mí y nunca sentirá lo que siento por ella—, sus lágrimas eran tan verdaderas y Yolanda lo veía a escondida. Se dio cuenta que al fin había cumplido lo que quería y era justo que le devolviera su cuerpo a Daniel, pero él tenía que desmanchar su reputación. —Yolanda te pido perdón, espero que encuentres a alguien que realmente te ame y te acepte como eres; y si no puedes devolverme mi cuerpo; por favor haz que sea feliz Andrea, aunque me parta en mil pedazos y termine por creer que soy mujer para siempre— eso último bastó para que ella dejara en profundo sueño a Daniel y perdonarlo.
Al día siguiente, Daniel se levantó como siempre y al frente al espejo con pocos ánimos pensando que era otro día duro para él; siendo mujer. Sin embargo, al verse al espejo se dio cuenta que era él de nuevo. Gritó de la emoción y salió corriendo a abrazar a su familia y les dijo a sus hermanas que las protegería de cualquier idiota que se sobrepasara con ellas y les pareció raro que actuara de esa manera. Él era un hombre nuevo, una persona diferente. Luego tomó sus llaves, se despidió y se fue a la universidad. Sus amigos lo esperaban, se bajó del auto, agarró sus cigarrillos e ignoró a sus falsos amigos a lo que ellos les pareció confuso. Cuando fue mujer, se dio cuenta que ellos solo lo querían porque él les presentaba mujeres a ellos. Rechazó a todas las chicas que se le atravesaban, ellas no entendían la actitud de Daniel; de la noche a la mañana se había convertido en otro hombre y lo que le pareció sorprendente es que nadie recordaba a Daniela.
Tomó unas flores del jardín y saltaba como un niño. Todos lo veían, más a él no le importó; su único objetivo era...
—Hola Andrea, quizás no me conoces del todo, pero Daniela me habló mucho de ti y me enamoré de cada cosa que se trataba de ti; sé que muchos te han dicho que soy un mujeriego y no te lo voy a negar; pero desde que estuve ausente, me di cuenta de tantas cosas que perdí y que no quise saber por idiota. Quizás no me creas del todo, pero si tú me permites demostrarte que he cambiado, voy a ser el hombre más afortunado, por favor te suplico que me des una oportunidad de demostrarte que te amo— estaba arrodillado frente a ella y muchos jóvenes que veían anonadados la escena. Andrea estaba avergonzada.
—Levántate Daniel, no sé de qué hablas, no conozco ninguna Daniela y te conozco del todo, pero sé que no tienes una buena reputación, no me hagas avergonzarme delante de todos —le dijo en regañadientes y él se sorprendió al saber que Yolanda hizo olvidar a todos lo que pasó
—El lugar a donde yo fui, me dieron la lección más grande de mi vida y me cambió para siempre —suspiró—. Me gustaría que me dieras la oportunidad de demostrarte que he cambiado y que no dejaré que ningún idiota te lastime porque eres muy especial para mí, pensarás que estoy loco y te preguntarás de dónde te conozco, pero hubo alguien que me hablaba mucho de ti—, esas palabras comenzaban a perturbar un poco a Andrea. —¿Qué dices? ¿Aceptas ir de compras, al cine, hablar de las cosas de la vida, de chismes que se dan en el mundo y de hacer las cosas más locas conmigo, de que me cuentes cómo te sientes, cuidarte en todo momento? —le confesó y Andrea no sabía qué decir por qué nadie le había dicho algo así. Todos no podían creer que Daniel fuera así.
Ella no decía ninguna palabra y eso le estaba doliendo a Daniel