Visitantes

Capítulo 4.

Aun  no volteaba a verme y por esto intuí que no se trataba de una persona sino de un nuevo visitante que venía a volverme más loca de lo que ya estaba, subí las escaleras para llegar hasta mi habitación y poder descansar un rato al menos, sin alucinaciones volviéndome loca alrededor.

  Llego a mi habitación y cierro la puerta detrás de mí para comenzar a desvestirme y llegar al baño para asearme y poder dormir.

  Entro a la ducha y dejo que el agua comience a caer empapando mi cuerpo, tomo el bote de champú para así comenzar a lavar mi pelo pero este cae al suelo al espantarme por un ruido muy fuerte proveniente de abajo, con el corazón en la boca tomo una toalla y salgo del baño para bajar a ver qué pasaba.

  Desde las escaleras pude ver como uno de mis jarrones que tenía para decoración en la casa estaba hecho añicos en el suelo, observo todo sin saber cómo diablos se había caído del lugar donde estaba, no había corrientes de aire tan fuertes que lograran que pudiera caerse y no tenía mascotas así que no tenía idea que estaba pasando.

  Temblando termine de bajar las escaleras y aseguro que en este momento pensé que me iba a caer de un desmayo o algo así. Frente a mi estaba el chico que vi en mi cocina hace un rato, este estaba viéndome fijamente como si hubiera algo interesante que ver, juro que quería salir de ahí lo más rápido posible pero mis piernas no respondían a los llamados que mi cerebro le hacían, estaban inmóviles, como si estuvieran pegados al suelo.

  El chico comenzó a dar pequeños pasos hacia mí y mis piernas aun no eran capaces de reaccionar, se acercaba cada vez más hacia mí y por más que quise decir algo no me salía nada de mi garganta, era como si mi boca estuviera totalmente sellada.

  Cerré mis ojos con fuerza y conté hasta cinco, justo como mi psiquiatra me había dicho que hiciera a los trece.

  Uno. Ya se ira.

  Dos. Respira.  

Tres…  

Cuatro. Inhala.  

Cinco. Exhala.  

Cuando abrí mis ojos no se encontraba cerca de mí y decidí salir corriendo escaleras hacia arriba para después dejarme caer en la cama.  

Esa noche no me permití llorar, no me pasaría toda la jodida vida llorando por todo lo que pasaba a mí alrededor.  

A la mañana siguiente decidí llamar a mi jefa para pedirle el día libre, no me sentía en mis cabales en estos momentos para ir a trabajar hoy. De paso llame a mi madre, necesitaba escuchar su voz esa mañana.  

—Cariño que bueno escucharte tan temprano, —Su cálida voz me da la bienvenida y no tardo nada en sonreír.

—Hola mamá, ¿Qué tal estas? —Muerdo mi labio inferior, tratando de no contarle lo que paso ayer.  

— ¿Todo está bien cariño? —Sentí preocupación en su voz.  

—Todo está bien —Trate de tranquilizarla — ¿Podrías venir hoy a casa?  

Escuche un silencio en la otra línea y un pequeño suspiro. —Claro que iré, nos vemos en un rato —Escuche como la línea fue cortada y la llamada terminada.  

Colgué el teléfono y subí las escaleras para encerrarme otra vez en mi habitación.  

Unos minutos después escuche el timbre sonar incontables veces, como si estuvieran desesperados porque les abra, pensé que había sido mama pero no creo que lo hiciera, así que lo descarte y me levanto para ir a ver de quien se trataba.  

Bajo las escaleras y aun no deja de sonar.  

— ¡Ya voy —Grito para que dejen de tocar. Cuando llego a la puerta y la abro, me sorprendo al no ver a nadie detrás de esta e imagino que habrá sido algún niño jugando alguna broma así que cierro la puerta y vuelvo a las escaleras. Comencé a subir los escalones cuando volvió a sonar el timbre de nuevo repetidamente, baje un poco molesta, si encuentro a uno de esos niños me van a escuchar.  

Vuelvo a abrir la puerta y definitivamente no se encontraba nadie fuera, salgo de la casa y comienzo a observar a los alrededores para ver si tenía la suerte y no, no lo logre, no había nadie cerca. Vuelvo a entrar tratando de olvidar eso y comienzo a subir. El timbre vuelve a sonar y esta vez sí me enojo y bajo las escaleras por segunda vez hasta llegar a la puerta y al abrirla no se me ocurre nada más que gritar, — ¡¿No tienes nada más interesante que hacer esto?! —Iba a decir algo más pero me quede callada al ver a mamá del otro lado de la puerta, —Mamá, —Dije aliviada y fui directamente a abrazarla. Me recibe un poco confundida pero luego corresponde mi abrazo.  

Después de separarnos entramos a la casa y mamá preparo unte para que así pudiera contarle que había pasado hace rato.

—Seguro fueron algunos niños jugando cariño. —Dijo colocando la taza de té en frente de mí.

—Mamá son las diez de la mañana ¿No crees que es muy temprano para estar jugando?

—Es lo más razonable para lo que dices —Toma asiento a mi lado. —Ahora ¿Puedes decirme porque no fuiste a trabajar hoy?




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