Visitantes

Capitulo 6.

Contar hasta diez en mi cabeza había sido una muy buena técnica para tratar calmarme en los malos ratos, hasta ahora me había funcionado. Solo bastaba cerrar los ojos, inhalar, exhalar y comenzar la cuenta.

Siempre funcionaba, solo eran unos bastos segundos para que mis peores pesadilla desaparecieran,

Justo ahora no me servía para nada, no se trataba de un visitante tratando de perturbarme, era un ser humano, un asqueroso y petulante ser humano.

Tratar de correr había sido una de las primeras cosas que había intentado, pero no resulto, mi intento de libertad fue frenado en una milésima de segundo. Por más que lloraba que no lo hiciera, no logré persuadirlo de su vil plan.

Me golpeó algunas veces como castigo por mis gritos y pataleos, incluidos algunos arañazos hacia su persona.

—Todo será más fácil para ambos si dejas de moverte dulzura, —Su voz retumbaba mis oídos hasta hacer un eco en mi cabeza. —Te prometo que no te quejaras —Dijo desabrochando su pantalón con una mano mientras con la otra ejercía fuerza en ambas de mis muñecas para que así no pudiera soltarme de su agarre.

Me permití llorar, pequeñas gotas de corrían por mis mejillas dejando rastro y desapareciendo. Aún seguía en el suelo, las rodilla me dolían como los mil demonios después de que mi agresor me lanzará la piso.

Todo sucedió demasiado rápido. Ya mis manos no estaban siendo aprisionada por mi agresor sino que se encontraban libres, no me encontraba siendo aplastada por el susodicho sino que este se encontraba tirado a unos metros de mi.

Lo que más me sorprendió fue encontrar parado justo ahí, a centímetros de él a él chico que  perturbaba mis noches en casa. Miraba la figura del hombre a sus pies con asco y rencor.

Lo primero que pensé fue ¿Esta muerto?

Una de mis alucinaciones lo había matado.

Espera, ¿Como era posible?

Cerré mis ojos contando hasta diez en voz alta, tenía que ser una broma, debía de serlo o al menos es lo que quería pensar. Cuando finalice la cuenta me sorprendío en sobremanera que la figura del chico ya no se encontraba ahí. Eso me tranquilizó, al menos por unos minutos en los que reaccione y me puse de pie con dificultad aún por el dolor de mis rodillas.

—No creo que aguantes mucho. —Pare en seco y fui moviendo mi cabeza lentamente para mirar hacia atrás. Quedé pasmada, tendría que estar loca.

—Ok, esto no está pasando —Dije tratando de convencerme —Es sólo el alcohol, has tomado demasiado. —Dije por lo bajo buscando razones de porqué demonios una de mis alucinaciones me hablaba. —Debo de estar borracha, si es eso —Estaba comenzando a temblar y sólo podía ver una sonrisa en su rostro, un atizbe de burla cruzaba por ella.

Dio algunos pasos hacia mí y por instinto retrocedí —Exacto, convencete que es falso, que viene de tu imaginación —Comencé a temblar, no por frío sino por su voz, esta probocava que todo mi sistema se descontrolada, pero no de esa forma. Temor era lo que ocasionaba en mi, un temor tan intenso que me hacía querer salir corriendo de allí y poder escapar de él.

Siguió caminando hacia mí, justo como un depredador acecha a su presa, ya no tenía más escapatoria había chocado con él concreto que envolvía estos callejones, su rostro dmse acercó lo suficientemente cerca de mí oído, su respiración, bastante ligera —Parecía relajado— en cambio yo, lágrimas comenzaron a amenazar con salir de mis ojos y no paraba de temblar, seguro mi cara tenía cierto parecido a la de una payaso, y no precisamente los graciosos de las fiestas de niños.

Aún estaba acorralada y el no parecía querer irse de ahí, se notaba que está escena le parecia divertida, aunque en lo que a mi respecta, no lo era.

Ya estaba comenzando a marearme y mis manos a temblar, los párpados ya me pesaban y sabía lo que iba a suceder. En segundos todo a mi alrededor comenzó a oscurecer se hasta volverse negro, lo último que escuché me dejó suficiente para desmayarme.

—Los visitantes te esperamos...

*****

Abrí los ojos de golpe pero de inmediato los cerré por la fuerte luz que había. Esta vez lo hice más despacio, los abrí poco a poco y me sorprendió ver que no me encontraba en mi habitación, estaba en un lugar demasiado pulcro para ser mi casa.

Intente ponerme de pie pero algo me lo impidió, estaba conectada a una máquina.

Genial, estoy en el hospital.

¿Que hago aquí?

Intente quitarme la aguja que estaba conectada a mi brazo pero la puerta me interrumpió, una enfermera cerca de los 60 entró cargando unos papeles, al fijar su vista en mi inmediatamente se acercó a impedir mi reciente tarea.

—No pues hacer eso — Volvió a recostarme.

—¿Qué hago aquí? —Comencé a interrogarlo —¿Como llegué aquí? —Estaba entrado en un estado nervioso.

Ella me observó con ¿Lástima?

—¿No recuerdas nada? —Niego—Tu amigo te trajo hace dos días, estabas grave, tenías algunas heridas superficiales pero estabas en un estado de shock, tuvimos que sedarte, y si que tienes un sueño profundo chica —Esta se ríe.




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