Vista al mar

Capitulo 1. Primeras impresiones

Desde chico siempre había soñado ser policía, hacer el bien, ayudar a las personas, resolver casos enigmáticos era mi pasión. Así que apenas terminé la secundaria me capacité para obtener el título de licenciado en Criminología y Seguridad para luego convertirme en comisario de la localidad de Campana, en Buenos Aires. Durante esos cuatro años que estudié para conseguir ese título conocí a la persona que sería mi mano derecha, Juan Ramírez, ese oficial tan distinguido que no te puede faltar en la estación de policías, el cual, si a ti se te llega a escapar algún detalle en el crimen, el sin dudas él lo notará, tenía un gran sentido del deber y ponía el trabajo primero ante cualquiera circunstancia. Me sentía muy identificado con él y teníamos mucho en común por eso nos llevábamos de manera excepcional. Tal vez en nuestras características físicas éramos un poco más diferentes, el tenia ojos verdes y cabello negro, en cambio los míos, eran más simples, color café al igual que mi cabello, y en cuanto la altura, el media 1,73 y yo 12 cm más. Teníamos grandes anécdotas e historias juntos, decenas de delincuentes atrapados en equipo, más que un amigo, era un hermano.

Por desgracia me había vuelto adicto a la nicotina del cigarrillo, me había vuelto fumador pasivo desde los 17 años, intenté varias veces dejarlo pero no había caso, estaba completamente perdido en este aspecto. Empecé por hacerlo en cierto punto por diversión y día a día, poco a poco, se volvió una adicción en mi vida diaria. Algunos días fumo mas, otros menos, pero en definitiva siempre lo hacia. Ser fumador era uno de mis peores defectos, aparte de que es perjudicial para mi salud, no era lo mejor para mi imagen como Comisario.

Desde los 16 años tuve un amor platónico, o, un amor imposible pensaba yo. Alma Mancilla era su nombre, tenia mi misma edad, se dedicaba a la música pop, era muy buena en lo que hacía, demasiado hermosa, su cabello era rubio natural y sus ojos color verde esmeralda, formaba parte de una organización para ayudar en niños de situación de pobreza, y esa era una de sus mejores cualidades, tenía un corazón enorme, no sería extraño que me haya enamorado de esa chica. A pesar de ahora tener 34 años y vivir en la misma ciudad, nunca logré olvidarla, ni siquiera conocerla, era esa oportunidad la que me faltaba, pero mis esperanzas se las llevaba el pasar de los años. Ya me había acostumbrado a la idea de nunca poder estar juntos, de sentir un vacío en el pecho, como si a mi corazón le faltara algo para estar completo. Demasiado triste esa historia, más que una de amor parecía una de dolor, seguir pensando en aquello solo me hacia mal, por eso siempre preferí esquivar mis propios sentimientos.

Los días en la estación de policía eran más difíciles de lo que imaginaba de chico, todos los días surgían nuevos casos de violencia, robos, asesinatos y muchas otras cosas inimaginables. En aquella edad creía que ser policía solo era atrapar ladrones de tiendas o alguna que otra persecución, no más que eso. Pero al volverme más grande entendí que ser policía incluía muchos riesgos y responsabilidades que luego asumí con honor y responsabilidad.

El reloj daba las cinco en punto, estaba en mi despacho merendando, aburrido, y, sinceramente, esperaba que sonara el teléfono, necesitaba algo de distracción, o, mejor dicho, de acción. Aun así no pasaba nada, como si los delincuentes se hubiesen puesto de acuerdo para no cometer delitos hoy, ni siquiera una mosca interrumpía mi aburrimiento. Habían pasado unas horas, y de pronto, sonó el teléfono, aunque sabía que no era algo bueno, me puse contento de ayudar y salir fuera de esas paredes que me retenían.

―Buenas tardes ¿Cuál es el problema? ―dije de forma segura, tratando de mantener la calma.

―¡Hola, policía, necesitamos ayuda! ―gritó fuerte y desesparada una voz de una chica joven.

―Por favor páseme la dirección y estaremos ahí de inmediato, debe tranquilizarse.

Luego de que me diera la ubicación de su casa, escogí a un grupo de oficiales y partimos hacia el lugar de los hechos. Algo me contó la muchacha, dijo que se trataba de algo muy grave, pero hubo algunas cosas que en el momento no entendí bien, porque ella estaba en estado de shock, como si a penas hubiese podido agarrar el teléfono para llamar.

Tardamos un rato en encontrar el lugar, porque la ubicación que nos dio no se encontraba en la ciudad, sino en el medio del bosque, entre la espesura de los arbole. Tomamos el único camino que había entrando al bosque por la carretera de tierra llena de pozos. Al llegar, vimos que era una casa enorme y muy elegante, al parecer era gente con un status social muy alto, la casa estaba bastante alejada de las demás, muchos árboles alrededor, presas fáciles para cualquiera que se proponga atacar a la familia. Entramos a la mansión. Nos atendió la mucama, Elena, y nos acompañó hasta la sala, donde estaba toda la familia sentada, llorando. Mientras me dirigía hacia donde estaban todos reunidos me detuve inconscientemente mirando a esa chica de ahí, sentada de espaldas, su figura tan peculiar me sonaba familiar, yo no conocía esta casa ni mucho menos estas personas, pero... Conocía ese cabello rubio, su apariencia, era idéntica a alguien que había visto antes. Estaba de espaldas, llorando por lo que sea que pasó, y, entonces, se dio vuelta para notar nuestra llegada. No podía creerlo. Algo sacudió mi corazón que empezó a acelerarse de forma brusca, como si fuese a 200km por hora, estaba asombrado, sentía que me iba a desmayar. Era ella, Alma, el amor de mi vida. A pesar de que su maquillaje estaba arruinado por su llanto, se veía inexplicablemente hermosa. Al lado de ella se encontraba su novio, Agustín Castillo, bastante apuesto, pero demasiado imbécil, o eso era lo que decían por ahí. Es dueño de una compañía de autos muy famosa por todo el mundo, que había heredado de su padre, el famoso Daniel Castillo, era un buen partido para cualquier muchacha, su familia era multimillonaria y él bueno, vivía de eso. De todas maneras, hay algo en el que todavía no me cerraba, no parecía estar muy sorprendido por el secuestro, lo notaba muy pensativo, pero solo eran las primeras impresiones



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En el texto hay: misterio, amor, suspenso

Editado: 28.05.2022

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