Viuda negra

Un nuevo ángel para el cielo

 

 

Y así sucedió la tragedia que marcaría mi vida de forma permanente, aquella noche Ángela llevó a mi madre a su habitación, mi padre había llegado a casa a las doce de la noche, en lugar de ir a ver a su esposa, se fue directo a la cama con ese alacrán venenoso, sus espantosos ruidos y gemidos me revolvían el estómago, la servidumbre estaba asqueada de la situación, al igual que yo, no podían comprender como mi padre y su amante podían revolcarse con tanta libertad mientras mi madre agonizaba.

Recuerdo que Aquella noche vi a mi madre muy mal, yo sabia que se estaba muriendo, pero cuando toqué la puerta de la habitación de mi padre, su deseo y su pasión le impidieron tomarme importancia, le avise a las sirvientas que veía a mis madre muy enferma y como pudieron trataron de arroparla bien para que pudiese calentarse un poco, cada vez estaba más fría y llevé a mi hermana a la habitación de mi madre y la recosté junto a ella, las dos nos quedamos junto a mamá, presentía que esta sería la última noche que pasaríamos juntas.

Al ver que mi hermana y yo estábamos acostadas junto a mamá, mi padre nos llevó a nuestra habitación mientras estábamos dormidas, para que no la incomodáramos, pasaron algunas horas y el reloj marcaba las cinco de la mañana cuando unos gritos desgarradores y un llanto dramático sacudieron toda la casa, el corazón me latía tan rápido, pues presentía lo peor, aun adormilada y con mis piernas débiles, me apresure para llegar hasta la habitación donde se encontraba mi madre, el pasillo estaba tan oscuro que solo se asomaba la luz que la puerta entre abierta dejaba pasar.

Me acerque lentamente, con el miedo corriéndome por las venas, aquel llanto molesto y escalofriante era de ágata quien sostenía la mano de mi madre, lamentando su muerte, mi padre solo estaba parado al pie de su cama, con una expresión de dolor y las lagrimas le caían por los ojos, sin poderse mover, las sirvientas se movían preparando todo para que una funeraria pudiera cremar el cuerpo inerte de mi madre, al abrir la puerta y ver el rostro cadavérico de mi madre caí de rodillas queriendo asimilar aquella escena tan perturbadora.

No pude evitar preguntarme, si aquella mujer pálida era mi mamá ¿de verdad ese esqueleto forrado de piel era mi madre? ¿ya nunca volvería a ver su rostro angelical sonreírme nunca más?

—¡Antonella! ¿Qué haces aquí? —me preguntó mi padre sorprendido y añadió. —no tienes por qué ver a tu madre en ese estado, salte. —al momento que Octavio la agarró del brazo para sacarla de la habitación se dio cuenta de que estaba temblando.

—Antonella…—Octavio no era cariñoso con ella, pero le dio compasión verla en ese estado y la cargó en sus brazos y se la llevó de ahí, mientras salían, Ágata la miró fijamente y pudo ver como una pequeña sonrisa se dibujaba en su rostro para después continuar con su teatro y fingir lamentarse por su hermana.

Jamás olvidaré aquella sonrisa miserable que me dedicó en el momento más difícil de mi vida, a pesar de solo tener cinco años, mi corazón estaba lleno de odio por mi ella, aquella madrugada una parte de mí murió esa noche, fue cremada junto al cadáver de mi madre quien había sufrido mucho por culpa de su propia sangre.

El impacto fue tanto que no hable por diez días completos, no quería comer, no podía dormir, solo pensaba una y otra vez que yo era el único testigo que había en esa casa, que yo sabía que mi tía tenía algo que ver con la muerte de mi madre, pero que nadie me creería si les decía la verdad.

Ágata era tan astuta y perversa, que no permitió que ningún doctor o enfermera cuidasen de mi madre para así llevar a cabo su plan de asesinarla, del mismo modo que hizo con su difunto esposo.

Lo conoció en un bar, ella fumaba un cigarrillo y él la miraba maravillado por su hermosura, Ágata era realmente seductora, atractiva y sabía como dominar a los hombres, convirtiéndolos en perros falderos que al primer chasquido saltaban a su regazo y a la primera orden, estaban dispuestos a defenderla o atacar por ella.

Era mucho mayor que mi tía, parecía su abuelo, pero al darse cuenta de la fortuna que el anciano poseía, esta puso la mirada en él y después de enamorarlo y asegurarse que lo tenía en la palma de la mano, se casó con él, no le importó ser juzgada ni criticada por la sociedad, ella estaba segura que soportar aquel vejete, tendría su recompensa, ella juraba que su esposo le dejaría toda esa fortuna, así que decidió esperar a que el viejo enfermara y muriera por causas naturales, pero al verlo tan sano y longevo se desespero y comenzó a idear su plan macabro.

Ahorcarlo seria demasiado evidente, apuñalarlo muy tedioso y contratar a un asesino podría traerle problemas, así que se convirtió en una araña peligrosa, una viuda negra que, con su veneno, terminó de marchitar aquella flor veterana, su diabólica receta de sopa para levantar el animo de un enfermo, era la muestra de crueldad más grande que existía.

Pero no contaba con la astucia de su esposo, ese hombre no solo la dejo fuera de su herencia, si no que también se dio cuenta de su perversidad.

—No te vas a salir con la tuya, maldita bruja…voy a terminar contigo, ya lo veras…—estas fueron sus ultimas palabras antes de morir, dejando a Ágata perpleja, no sabía a que se refería y pensando que solo eran habladurías de un viejo moribundo lo ignoró.

Cuando se llegó el día de saber quién heredaría toda su fortuna, ella estaba segura de que no habría alguien más a quién le dejaría su dinero, pues no tenía hijos, no familiares cercanos, era un viejo solitario y amargado.

—Vengo por la fortuna que me heredó mi difunto esposo, que dios lo tenga en su santa gloria. —exclamó ágata con sus lágrimas falsas.

—Lo siento señora, pero el señor, William Halliwell, no la contemplo en su testamento, de hecho, hay una orden escrita y firmada por él, para que usted desaloje su propiedad y nunca más vuelva a pisar sus tierras. —le dijo el hombre con total seriedad.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.