Viuda negra

A mis pies.

 

Mi guillotina estaba afilada, mi verdugo se encontraba justo a mi lado, listo para recibir la orden de torturar a mis enemigos, Kim era todo lo que una mujer perversa como yo podía desear, el equilibrio perfecto para no desquiciarme por completo, pero era tan desobediente, se preocupaba demasiado por mi seguridad, el pobre aun no entendía que el verdadero peligro era yo.

Mi guardaespaldas me había preparado el baño, sabía todo de mí, compraba las flores aromáticas que tanto me gustaban, las bolas de jabón perfumadas que dejaban mi piel radiante todo el día, no solo sabía mis gustos personales, mi comida favorita, mi color preferido, él sabía lo profunda que era mi oscuridad y aun así permanecía a mi lado ¿donde se consigue uno así? En el mismo manicomio del que yo salí.

Me gané a kim ayudándolo con su propia venganza, fui su espada, la persona que lo libraría de su mayor trauma, de aquel dolor que lo torturaba por años, juntos aniquilamos a la raíz de todos sus males “su padre”

Ese ogro millonario que le destrozó el cuerpo a golpes, Kim es más alto que yo, tiene un cuerpo atlético y su espalda es ancha, se ejercita como un loco, tiene un rostro perfecto, no he conocido un hombre más bello que él, pero del cuello para abajo, donde las camisas de manga larga, los sacos y las sudaderas lo cubren, se encuentra una piel llena de cicatrices, especialmente su espalda, cicatrices que cuentan su trágica historia.

Kim nació en una cuna de oro que escurría de sangre, no le faltaba nada, su padre era uno de los hombres más adinerados de Korea del sur, dueño de un bufet de abogados prestigioso y de muchos negocios de los que se enriquecía considerablemente, el tipo era conocido por su severidad, mezquindad y abuso a sus empleados, estos maltratos alcanzaron a su familia.

Primero a su madre Hae-Won, a quién asesinó a golpes en un arranque de celos, el señor Kim Hyeon agarró uno de sus bates de béisbol y le golpeó la cabeza hasta que dejó de respirar, todo delante de los ojos de su único hijo “Kim Seojun” claro que este no se dió cuenta de que él había presenciado todo, pues Kim se encontraba oculto en uno de los armarios.

El trauma fue tal que Kim quedó en shock, sabía que su padre era un monstruo salvaje lleno de impunidad, la bestia cortó el cuerpo de su madre en pedacitos y los echó en una bolsa de basura que después metió en una maleta y los tiró en uno de los algos más famosos de su país.

Cuando la policía encontró el cuerpo putrefacto de la señora Hae-Won, llamaron a su padre y este rindió su declaración, nadie nunca supo la verdad, su verdadero asesino había sido su propio esposo, pero Kim si lo sabía y lo odió profundamente, después el señor Kim Hyeon se convirtió en padre soltero y desquitó todas sus frustraciones con el pobre de Kim.

Él estudiaba en un colegio privado, pero como seguido se presentaba con moretones y golpes en el cuerpo, su padre decidió educarlo en casa para que ya no hubiera ningún problema, ahí fue donde el señor Kim Hyeon se desató, ya no bastaban los puños, decidió educarlo con vara y lo golpeaba con una cuerda que había tejido solo para él.

Así que su cuerpo fue tan maltratado que una cicatriz sanó sobre otra cicatriz, creando así un tejido que dejaba en evidencia el maltrato psicopata de su asqueroso padre, a la edad de quince años, su padre lo mandó al internado donde yo estudiaba ya que era mixto y entonces lo conocí.

Su hermosa cara se asomaba por los pasillos fríos y desolados de aquella prisión, tenía la misma mirada que yo, la mirada de un vengador, yo era la mejor de mi internado, la estrella por excelencia y entonces él me quiso quitar ese lugar.

—Era inteligente, reservado, no tenía vicios, centrado, estaba amenazando mi puesto, entonces supe que él también estaba roto y que éramos iguales, dejamos la rivalidad a un lado y nos hicimos más que amigos, éramos aliados y una sola carne, le conté toda mi historia y el me contó la suya.

Al escucharlo, supe que debía hacer algo al respecto, él tenía a su propia Ágata, yo aun no estaba preparada para vengarme de mi familia, aun no tenía el poder suficiente, pero Kim tenía todo para hacerme la viuda negra con recursos ilimitados.

Así que nos aliamos, hicimos un pacto, ambos tenemos la misma cicatriz en la mano, nos cortamos entrelazando nuestras heridas y nuestra sangre “Yo te protejo y tu me proteges” “Yo te vengo y tu me ayudas a vengarme”

Así fue como nos unimos en un mismo propósito, ambos vivíamos para las mismas cosas, así que esperamos a graduarnos y regresamos juntos a Korea del sur, mi belleza y elegancia serían la perdición de ese perro, Kim regresó a casa a ocupar el lugar de su padre quien ya era algo anciano y yo me le metería entre las cejas.

Lo seduje, se enamoró de mi perdidamente, tanto que me dejó todos sus bienes, le tronaba los dedos y corría a su ama como un buen animal domestico, aprendía los trucos que yo le enseñaba, los mismos que lo llevarían a la ruina, nunca me metí con él, no era una zorra, pero si hice que me deseará más que a cualquier otra droga.

Y una vez que me convertí en su santa, una vez que me rezaba como un feligrés devoto, lo llevé a la misma habitación donde Kim vio morir a su madre y lo obligué a pedirle perdón a Kim de rodillas, lloró como un bebé, hicimos un palo de golf de oro y con el mi verdugo terminó con la vida de su enemigo, vengando así a su difunta madre.

Fue algo grotesco, pero la balanza ya estaba equilibrada, que puedo decir, los dos amamos el drama jaja, en fin, le devolví todos sus vienes a mi querido Kim, pero él se negó muchas veces, aun así le devolví todo, hasta el día de hoy se siente en deuda conmigo.

Pero debo aceptar que tenerlo a mi lado en estos momentos, hace todo más emocionante, Kim es mi brazo de pecho, es mi torso, mi columna vertebral, mis peonas y mi todo…aunque él no lo sabe.

—¿Ya esta vestida señorita?—le preguntó Kim a Antonella asomándose al baño con discreción.




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