Mis sueños siempre eran los mismos, diferentes escenarios, todos crueles y sangrientos, si pude sobrevivir a mis impulsos de vengarme de ellos, fue gracias a esos sueños, a mis fantasías perpetuas donde yo era la protagonista y ellos mi objetivo principal, hoy tuve uno de esos, que añoranza regresar para despellejar a Octavio.
Kim me despertó cuando regresaba del gimnasio, se había duchado a allá, así que entró secándose el cabello, tenía una camisa de tirantes blanca y un pants negro, dejaba ver sus brazos tonificados, me preguntó a cuantas mujeres enamoró.
—¿La desperté? Discúlpeme, vuelva a dormir, no haré ruido.
—No fuiste tu, mi cuerpo esta ansioso por ver a ese miserable, que ganas de ponerle arsénico en la comida.
—¿Quiere que le consiga un poco?
—¿Y ser considerada con él? No gracias.
—¿Ya desayunaste?—le pregunté mirándolo de reojo, me gustaban esos brazos.
—No, decidí desayunar con usted, bueno, en mesas separadas, quiero estar cerca por si menecesita.
—No creo que puedas hacer nada, el viejo se comporta como un animal manso cuando me tiene en frente, debe sentirse culpable y al mismo tiempo agradecido al ver que lo trato con amabilidad, ja, pobre inepto.
—¿Cree que podrá contenerse? Lo tendrá justo en frente.—me preguntó Kim mirándome fijamente.
—Anoche tuve acceso a los cuchillos de la cocina, a las ventanas, la piscina, las oportunidades que se me presentaron para acabarlos fueron muchas, pero me mantuve serena, ya te dije que no quiero ser compasiva con ellos, no se merecen una muerte rápida, tengo muchos planes para esa familia de alacranes.
—¿Y su hermana? ¿Ella también esta incluida en su lista?
—Depende de como se comporte, no me dio una primera buena impresión, es insegura, envidiosa y emocional, Ágata se ha encargado de hacerla así, no dudo en que le ha llenado la cabeza de ideas sobre mí, sus miradas hablaron más que sus escasas palabras, para Eliza, esa víbora es su madre.
—Bueno, cualquier cosa que decida, yo la apoyaré.
—Lo sé, te lo agradezco.
Antonella, se preparó para presentarse a su padre y cerca la hora decidió bajar antes para esperarlo, Kim la acompañó pero una vez en el restaurante del hotel se separaron
Octavio llegó antes de tiempo, quería estar puntual para ver a su hija, se había puesto uno de sus mejores trajes, una colonia de aroma fresco y ligero y una vez que entró al restaurante y la vió sentada cerca de la ventana que la iluminaba se quedó perplejo mirándola.
Era idéntica a su difunta esposa Ángela, tan delicada, femenina y elegante, toda una dama, la postura recta, aquellas poses de realeza, Octavio se conmovió mucho al verla llena de vida.
—Ángela…
Antonella presenció a su padre parado justo en la entrada y ella le sonrió con dulzura moviendo su mano de un lado a otro.
—Que brillante eres…irradias belleza y encanto, me recuerdas tanto a tu madre.—se dijo Octavio así mismo mientras se acercaba con timidez.
—¡Papá! Llegaste temprano, me alegra mucho verte.—Antonella le dio un abrazo y Octavio sintió que si corazón se volvía cálido y se aferró a ella.
—Antonella, no quería hacerte esperar, pero parece que tu eres más puntual que yo jeje.
—Es que estaba muy emocionada de volver a verte, casi no pude dormir jaja.
—Yo también estaba impaciente, mira, me tomé el atrevimiento de traerte un regalo.—le dijo Octavio con alegría.
—¿De verdad? No te hubieras molestado papá.
—Abrelo es un set de joyería, son diamantes, se verían muy bien en ti, puedes usarlos en la fiesta de los Monte Velo.
—Son preciosos, debieron costarte una fortuna…me siento mal por hacerte gastar así.
—No, no digas eso, te compraría la luna si me la pidieras.—le dijo Octavio con una gran urgencia de complacerla, inconscientemente quería compensar el tiempo perdido.
—Esperé tanto por este momento…pasaron tantos años.—exclamó Antonella entre lagrimas.
—Hija…lo lamento…por favor perdóname…lamento tanto no haberte sacado de ese lugar y haberme perdido la convivencia contigo…—le dijo Octavio entre lagrimas abundantes.
Kim miró detenidamente a Octavio, lo revisó de pies a cabeza, lo veía con desprecio y asco, era un ser humano despreciable, esas lagrimas lo molestaban aun más.
—¿Como se atreve a abrazarla? ¿ a tomarle la mano? Bastardo miserable, te arrancaré los dedos si no la sueltas.—se dijo así mismo mientras lo miraba fijamente.
—Me alegra que tu estes feliz de verme papá, me haz hecho sentir tu abrazo y calidez en cuanto me viste por esa puerta, es una lastima que Ágata no tenga la misma actitud.—declaró Antonella con tristeza.
—¿A que te refieres hija?
—Ella siempre me ha odiado, tenía la esperanza de que si la volvía a ver, sus sentimientos hacia mí cambiaran, creí que una sonrisa se dibujaría en su rostro, que me abrazaría efusivamente, pero nunca aprobó nada de mí, traté de enviarles muchas cartas para que supieran de mí, pero me enteré de que ella bloqueó cualquier contacto con el exterior, prácticamente me dejó internada en ese lugar, llegué a pensar que ya no me querías, incluso dudé un poco en volver a verlos, tenía miedo de que me rechazaran.
—Jamás te he olvidado…nunca he dejado de amarte, he pensado en ti de día y de noche, no te busqué por que pensé que eras infeliz con la idea de que me hubiera casado con Ágata…pero te amo hija mía…siempre a sido así.
—Yo también e amo, pero quizá nuestra relación siempre será a la distancia.
—¿Qué? ¿Por que dices eso?—le preguntó su padre con angustia.
—Por que Ágata siempre se interpondrá entre nosotros, por que me odia.—le dijo Antonella con lagrimas en sus ojos.
Estas palabras hicieron eco en el corazón de Octavio y así mente vivieron algunos recuerdos del pasado, en los que ágata siempre le decía lo mala que ers Antonella, el más reciente fue esa mañana.