Durante toda la mayoría de la clase, Ágata fue ignorada por todos, nadie le prestaba atención a sus ocurrencias, era un golpe realmente duro para ella, la destrozaba ser ordinaria ¿por que nadie la miraba? ¿Que tenía Antonella que acaparaba toda la atención?
—¿Que demonios es todo esto? Maldita sea…¿por que diablos todo gira en torno a ella?—se preguntaba Ágata así misma mientras se tronaba los dientes.
—Jajaja ¿de verdad me quedó tan deliciosa la salsa?—les preguntó Antonella con mucha gracia.
—Esta delicioso, nunca había probado un sazón como el tuyo, es dulce y con la cantidad de especias perfecta, hiciste buen uso de los tomates, te felicito ¿segura que no sabias cocinar ya? Jajaja.—le preguntaba Young-su tratando de coquetear con ella.
—No, ya le dije que es mi primera vez, estaba un poco asustada, todas se ven tan expertas, aun deboca prender mucho de todas estas distinguidas damas.—exclamó Antonella con amabilidad.
—Ay que linda eres, no te pareces nada a tu tía jajaja.—decían las mueres con ella fan de molestarlas.
Ágata planeó su coartada, su malicia esta a flor de piel para hacer quedar mal a su sobrina, sonrió por dentro convencida de que la arruinaría.
—Nadie te respetará después de esto jajaja, serás marginada por todas estas mujeres despreciables jaja.
Ágata llamó a Young-su con una voz dulcemente forzada, sacó el trasero para poder llamar su atención, quería fingir que Antonella le ponía el pie para entonces tirarle la salsa caliente encima.
—¡Young-su! ¡Young-su! Me encantaría que pudieras probar mi salsa también, estoy segura que voltearás los ojos cuando la toque tu paladar, le agregué mi ingrediente secreto jiji.
Ágata se acercó pomposa meneando el trasero con gran alegría y entonces sonrió con malicia y fingió que se tropezaba.
—¡Ay!
Pero no contaba conque Young-su apartaría a Antonella para que nada malo le sucediera, su instinto protector estaba a todo lo que daba y la salsa le calló encima a él, al final ágata se torció el tobillo y calló al suelo salpicándose también.
—¡Ay esta caliente! ¡Ella me puso el píe! ¡Todas lo vieron! ¿Verdad?—declaró Ágata pelando los dientes como una loca, no había ningún tipo de encanto en ella.
Young-su la miró con desprecio y con su dedo indice, agarró un poco de la salsa que Ágata tenía en las mejillas y después se llevó el dedo a la boca y mientras la miraba, exclamó:
—La salsa esta amarga.
—¿Qué?
—La clase terminó, nos vemos en la siguiente sesión y Ágata, te recomiendo cambiar tu actitud, no puedes tratar mal ni gritona a ninguna de mis alumnas ¿esta claro?
Ágata se enfadó muchísimo y agarró sus cosas mirando a todas como si les estuviera declarando la guerra y salió disparada de ahí maldiciendo a todos.
—Le agradezco la intervención señor Young-su, como puede ver mi tía es muy complicada.—externó Antonella con tristeza, ganarse su epata era su principal objetivo.
—No tienes nada de que preocuparte Antonella, mi deber es proteger a mis alumnas de cualquier tipo de abuso por parte de un compañero.
—¿Será prudente que venga la siguiente clase? Quizá no debería presentarme más…
—¡No! Esa no es la solución, por favor quédate y termina el curso con nosotros.—le dijo Young-su con los ojos brillantes.
Miserable pervertido, mírate nada más, fingiendo ser un héroe cuando eres el amante de casi la mayoría de las mujeres aquí presentes, jaja, si que eres despreciable, engañando a tu prometida embarazada a cambio de unos cuantos pesos ¿cuanto dinero le habrás sacado a esa perdedora? Soportar a tipos como tu me revuelve las entrañas, pero admito que fue divertido ver como la mandabas al rincón por mí, lastima que tu saldrás embarrado de todo esto Young-su el infiel.
—Lo haré, gracias por animarme.—le dijo Antonella sonriente.
—¡Antonella!…por favor…no te desanimes por lo que pasó, si te lo propones, te convertirás en una gran cocinera y algún día serás una esposa formidable.—exclamó Young-su mientras le agarraba la mano.
El pobre Young-su no sabía si era amor a primera vista y si el culpable de toda esa magia había sido cupido, estaba prensado a esa nueva alumna de una manera inexplicable.
En cuanto Antonella salió de ahí, se limpio la mano con una expresión de fastidio, por supuesto que sabía cocinar, fue una de las muchas cosas que tuvo que aprender para convertirse en la mujer perfecta, fingir ser una idiota le molesta mucho, pero los resultados de su rosada feminidad eran los esperados, así que estaba complacida, más no satisfecha, pues el sufrimiento que tenía preparado para su enemiga apenas si estaba por comenzar.
—Ay ágata que ganas de perseguirte para molestarte, no te sientas mal si no te sigo para burlarme de ti en tu cara, pero ya estoy fastidiada de verte durante toda una hora ¿te habrán quedado marcas en la cara? Espero que sean los suficientemente rojas como para herir tu vanidad.
Antonella siguió su camino y ágata se esperó a que Young-su terminara de dar sus clases, cuando este salió y se dirigió al estacionamiento le dio un gran susto en el momento en el que la vio ahí parada con una expresión de total indignación y enojo.
—¡Young-su infeliz! ¿Que diablos fue todo eso? ¿Tenías que avergonzarme delante de todos? ¡Tenías que defenderme de esa bruja! ¡Pero fue todo lo contrarío!—Ágata le golpeaba el pecho y lo insultaba mientras lloraba llena de rabia.
—¡Ya deja de pegarme bruja loca! ¡Yo no fui quién te avergonzó! ¡Tu sola te pusiste en esa situación al comportarte como una loca! Desde que viste Antonella…
—¡Lavate la boca! ¡No pro¿anuncies ese sucio nombre de bruja! ¡Está loca! Me sigue a todas partes, me amenaza con historias que se inventa, la veo hasta en la sopa…esa maldita psicópata…
—Ella se ve amable, nunca te faltó al respeto, fuiste tu quién le gritaba por cualquier cosa ¿acaso le tienes envidia?
—¿Qué? ¿Envidia? ¿Dices que yo le tengo envidia? ¡Mírame idiota! ¡Soy hermosa! ¿Los hombres darían cualquier cosa por estar una sola noche conmigo? ¿De que carajos le voy a tener envidia esa maldita?—le gritaba Ágata escupiéndole en la cara.